Los desequilibrios comerciales y los límites de la política comercial(1)
Por Marc Auboin, Eddy Bekkers, Ralph Ossa y Donal Smith
Los desequilibrios comerciales han sido desde hace mucho tiempo motivo de preocupación para los encargados de la formulación de políticas, y a raíz de estos se ha solicitado la aplicación de medidas comerciales correctivas. Las recientes medidas arancelarias — formuladas en parte como intentos por reducir los déficits bilaterales — encajan en esta pauta establecida.
Entre los precedentes destacados figuran las tensiones comerciales entre los Estados Unidos y el Japón en la década de 1980 y los debates sobre el desequilibrio mundial tras la crisis financiera de 2008. La relación no es meramente anecdótica: las investigaciones empíricas demuestran que los desequilibrios comerciales, en particular a nivel bilateral, son fuertes predictores de medidas comerciales.
Interpretación de los desequilibrios comerciales
Desde una perspectiva económica, los desequilibrios comerciales no son necesariamente problemáticos. Los desequilibrios sectoriales se originan en la especialización: un país con una ventaja comparativa en el sector de los servicios puede tener un superávit en ese sector y un déficit en el sector de los bienes. Los desequilibrios globales, a su vez, reflejan la diferencia entre el ahorro y la inversión nacionales. Si un país invierte más de lo que ahorra, los bienes de inversión adicionales deben proceder del extranjero. Desde esta perspectiva, los desequilibrios comerciales no son signos de disfunción, sino canales a través de los cuales las economías obtienen los beneficios del comercio, en diferentes sectores y a lo largo del tiempo.
Por otro lado, si bien los desequilibrios comerciales pueden reflejar unas fuerzas económicas saludables, no son inmunes a la distorsión de las políticas. Los aranceles pueden alterar las pautas sectoriales del comercio, al reducir el déficit en un sector específico a expensas de otros sectores. También pueden distorsionar las corrientes bilaterales, al reducir el déficit respecto de un interlocutor comercial determinado y ampliarlo respecto de otros. La política industrial, que ahora es fundamental para muchos debates sobre políticas, puede tener efectos similares. Una política industrial intervencionista amplia a largo plazo puede influir considerablemente en la asignación de recursos entre los distintos sectores, promoviendo a menudo los bienes manufactureros comercializables en detrimento de los servicios no comercializables.
Lo que está menos claro es la medida en que los aranceles pueden distorsionar los desequilibrios comerciales globales. En cuanto a la contabilidad nacional, la balanza comercial global (más los ingresos de los factores) refleja la diferencia entre el ahorro y la inversión nacionales. Los aranceles pueden influir en ese equilibrio, pero solo indirectamente, por ejemplo, si las empresas aceleran las importaciones antes de las subidas previstas de los aranceles o si una creciente incertidumbre en materia de políticas da lugar a un mayor ahorro precautorio o una reducción de las inversiones. Sin embargo, se trata de canales indirectos, y hay formas más directas de influir en el ahorro y la inversión nacionales; la política comercial, por ejemplo, es un instrumento poderoso para gestionar los desequilibrios globales.
Corregir los desequilibrios comerciales mediante políticas comerciales
A fin de estudiar la forma en que los desequilibrios comerciales podrían responder a la intervención en materia de políticas, se llevaron a cabo simulaciones utilizando el Modelo de Comercio Mundial de la OMC, concretamente, la versión estática comparativa con elasticidades comerciales típicas de largo plazo.
Dejando de lado la cuestión de si esos desequilibrios son intrínsecamente problemáticos, el análisis se centra en la forma en que podrían reducirse mediante la política comercial, más específicamente, mediante la imposición de aranceles para eliminar los déficits sectoriales o bilaterales. No se analizan los efectos de los aranceles en los desequilibrios comerciales globales, ya que el modelo supone una tasa fija de ahorro y, por lo tanto, no puede reflejar todos los posibles cambios inducidos por los aranceles en el comportamiento relativo al ahorro y la inversión a nivel nacional. Las situaciones hipotéticas son de naturaleza ilustrativa y se utilizan regiones globales simplificadas del informe Perspectivas y estadísticas del comercio mundial de la OMC.
En primer lugar, se simuló la utilización de aranceles para eliminar los desequilibrios del comercio bilateral. América del Norte registra un déficit comercial sustancial en el sector de las mercancías respecto de Asia, lo que llevó a la simulación de una situación hipotética en la que América del Norte impone aranceles adicionales a las importaciones de mercancías procedentes de Asia. Las simulaciones indican que, para eliminar el déficit bilateral, habría que aumentar los aranceles unos 40 puntos porcentuales. Sin embargo, esto también aumentaría los déficits comerciales con otras regiones; por ejemplo, el déficit del comercio bilateral de mercancías con Europa aumentaría significativamente. Además, la política tendría considerables costos económicos, como una reducción del PIB de América del Norte de alrededor del 0,8%.
Posteriormente, se tuvieron en cuenta los efectos económicos de la eliminación de los desequilibrios comerciales sectoriales. Una característica fundamental de los datos es que América del Norte registra un déficit del comercio de mercancías con el resto del mundo. Por consiguiente, se estudió una situación hipotética en la que América del Norte eleva los aranceles sobre las importaciones de mercancías procedentes de todos los interlocutores comerciales. Las simulaciones muestran que la eliminación del déficit del comercio de mercancías requeriría un aumento general de los aranceles de unos 45 puntos porcentuales. Sin embargo, como la balanza comercial global se determina mediante decisiones de ahorro e inversión, y permanece en gran medida sin cambios, el superávit de servicios se reduciría proporcionalmente y pasaría a ser deficitario. Esta política entrañaría también mayores pérdidas económicas que en el caso bilateral, y reduciría el PIB de América del Norte en alrededor de un 1,5%. Dicho esto, los encargados de la formulación de políticas pueden tener motivos no económicos para promover la producción manufacturera, pero esas externalidades no se reflejan en este análisis.
Macroeconomía de los desequilibrios comerciales globales
Si bien la política comercial puede, en principio, influir en los desequilibrios comerciales globales, los factores macroeconómicos tienden a desempeñar un papel mucho más decisivo.
Un ejemplo de ello es la respuesta mundial a la pandemia de COVID-19. Muchas economías aplicaron estímulos fiscales a gran escala, financiados mediante el endeudamiento público. Como se muestra en el gráfico 1, las economías que más ampliaron sus déficits fiscales también tendieron a experimentar el mayor deterioro del saldo de su cuenta corriente, independientemente de que hubieran entrado en la crisis con un superávit o un déficit. El comercio es el principal componente y, por lo general, el principal motor de las variaciones en el saldo de la cuenta corriente.
Gráfico 1: El déficit fiscal y la dinámica de la cuenta corriente están relacionados (comparación de 2015-2019 y 2020-2024)

Fuente: Cálculos de los autores, en los que se utilizan datos del Banco Mundial.
Nota: CEI: Comunidad de Estados Independientes.
Esta visión macroeconómica está respaldada por el reciente análisis del Fondo Monetario Internacional (FMI) sobre el creciente superávit comercial de China y el aumento del déficit comercial de los Estados Unidos desde la pandemia. Las constataciones apuntan a factores macroeconómicos nacionales: en China, una débil demanda de vivienda y la contracción del mercado inmobiliario impulsaron el ahorro y contuvieron las importaciones; en los Estados Unidos, la política fiscal expansiva y el fuerte consumo aumentaron las importaciones y acrecentaron el déficit comercial.
Cabe señalar también que la geografía de los países con superávit y déficit se ha mantenido relativamente estable en los últimos dos o tres decenios. Esta persistencia refleja la interacción de factores estructurales y macroeconómicos, como las redes de seguridad social, los sistemas nacionales de pensiones, las tendencias demográficas y las diferencias de crecimiento.
Hay estudios econométricos a largo plazo que aportan datos pertinentes. Basándose en datos recabados durante decenios, Furceri et al. (2022) constataron que los cambios de las políticas comerciales habían tenido pocas repercusiones en las tendencias de la cuenta corriente, y que las variables fiscales y monetarias representaban la mayor parte de la variación.
Corregir los desequilibrios comerciales globales con políticas macroeconómicas
A fin de estudiar la función de la política macroeconómica al abordar los desequilibrios comerciales globales, se volvieron a realizar simulaciones ilustrativas utilizando el Modelo de Comercio Mundial de la OMC. En este contexto, las fuerzas macroeconómicas están representadas por las variaciones en la tasa de ahorro, una forma simplificada de reflejar el efecto combinado de la política fiscal, la tributación, la reglamentación financiera y otros factores estructurales. Aunque no es una conmoción exógena típica, esa variación proporciona un punto de referencia útil para comparar las intervenciones en materia de políticas comerciales y macroeconómicas.
Los resultados sugieren que el déficit comercial global de América del Norte podría eliminarse mediante un pequeño reajuste del comportamiento global de ahorro. Concretamente, un incremento de 2,5 puntos porcentuales en la relación global entre el ahorro y el PIB de América del Norte, acompañado de la correspondiente disminución en las principales regiones excedentarias, Asia y Europa, bastaría para subsanar el déficit comercial global.
Sin embargo, los déficits del comercio de mercancías pueden resultar más persistentes. En esta situación hipotética, el desequilibrio global de América del Norte se elimina principalmente a través de un mayor superávit de servicios y de una reducción, aunque no una eliminación completa, del déficit del comercio de mercancías. Esto pone de relieve un punto clave: el reequilibrio macroeconómico mediante variaciones en el ahorro puede eliminar los desequilibrios comerciales globales, pero puede no resolver plenamente los desequilibrios de sectores específicos, como los del comercio de mercancías.
Argumentos a favor de la coherencia de las políticas
Un principio fundacional de la elaboración de las políticas económicas es que cada distorsión debe tratarse con el instrumento que la afecta más directamente. Este principio de selección del objetivo, formalizado por Jan Tinbergen y aplicado ampliamente en la economía del sector público, propone que la mejor manera de abordar las distorsiones del comercio es mediante la política comercial, mientras que los desequilibrios macroeconómicos se tratan más eficazmente con instrumentos macroeconómicos. Utilizar uno para resolver el otro no solo es ineficiente, sino que también puede tener consecuencias no deseadas.
Esta idea ya se había reconocido en el establecimiento de la OMC, cuando los Ministros de Comercio afirmaron que “[l]os Ministros reconocen, no obstante, que no es posible resolver a través de medidas adoptadas en la sola esfera comercial dificultades cuyos orígenes son ajenos a la esfera comercial”.
En la economía mundial interconectada de hoy, esta idea sigue siendo más pertinente que nunca. Si se quieren resolver los persistentes desequilibrios comerciales será necesario lograr coherencia entre los diferentes sectores de políticas, así como una cooperación más profunda entre las instituciones que tienen mandatos complementarios e intereses comunes en la estabilidad económica mundial.
1. Este blog ha sido elaborado bajo la responsabilidad de la Secretaría de la OMC. No refleja necesariamente las posiciones u opiniones de los Miembros de la OMC y se entiende sin perjuicio de sus derechos y obligaciones en el marco de los Acuerdos de la OMC. Las opiniones expresadas y los argumentos empleados en él no tienen por objeto ofrecer ninguna interpretación autorizada o jurídica de las disposiciones de los Acuerdos de la OMC y en ningún caso habrá de interpretarse o entenderse que tienen repercusión jurídica alguna. Los términos y las ilustraciones utilizados en la presente publicación no constituyen ni implican la expresión de opinión alguna por parte de la Secretaría de la OMC respecto de la condición jurídica o las fronteras de ningún territorio.