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Lo que est?ocurriendo en la OMC
NOTICIAS:  COMUNICADOS DE PRENSA 1999

PRESS/152
28 de noviembre de 1999

La cuesti髇 del trabajo: un “falso debate” que encubre un consenso b醩ico, dice ante los sindicatos el Director de la OMC Mike Moore

La pobreza, no el comercio, es la causa principal de las malas condiciones de trabajo y no debe resolverse imponiendo sanciones sino mediante la expansi髇 del comercio, dijo el 28 de noviembre a los sindicalistas el Director General de la Organizaci髇 Mundial del Comercio, Mike Moore.

Haciendo uso de la palabra en Seattle en la conferencia de la Confederaci髇 Internacional de Organizaciones Sindicales Libres (CIOSL) sobre la globalizaci髇 y los derechos de los trabajadores, el Sr. Moore advirti?que la “demonizaci髇 de la globalizaci髇” desv韆 la atenci髇 de las soluciones que necesitamos: promover el comercio para sacar de la pobreza a los trabajadores de los pa韘es en desarrollo, y corregir la falta de correspondencia que se observa en los pa韘es desarrollados entre las capacidades profesionales que exige la nueva econom韆 basada en los conocimientos y la falta de esas competencias entre numerosos trabajadores.

La conferencia de la CIOSL se celebr?en v韘peras de la Tercera Conferencia Ministerial de la OMC, que se inaugura en Seattle el 30 de noviembre.

A continuaci髇 se reproduce el texto completo del discurso.

Valoro esta oportunidad de hacer uso de la palabra. Es la segunda vez en menos de un a駉 que un Director General de la OMC ha sido invitado a hablar ante la CIOSL. Entre tanto hemos mantenido contactos e intercambios cada vez mayores a todos los niveles de nuestras organizaciones, as?como numerosas reuniones, privadas y sociales, con dirigentes y representantes de esta Confederaci髇 y de algunas de sus filiales. Esto es reflejo de nuestros intereses mutuos, y muestra la importancia de que en lo sucesivo contin鷈 nuestro di醠ogo.

Quise este cargo porque ve韆 en la OMC un medio para elevar los niveles de vida de los trabajadores de todo el mundo. Creo tambi閚 que la OMC tiene que ver fundamentalmente con la solidaridad internacional, la interdependencia y la ruptura de barreras entre los pueblos y entre las econom韆s. Prosperidad y paz: eso es para m?lo que puede traer consigo el sistema multilateral de comercio.

Nunca he visto contradicciones entre el comercio y el trabajo, porque no creo que existan. Las econom韆s abiertas, por imperfectas que sean, han brindado m醩 puestos de trabajo, m醩 oportunidades y m醩 seguridad a m醩 personas que sus alternativas. Los pa韘es que profesan la apertura y la libertad han incrementado el ingreso real de sus trabajadores, lo que a su vez ha elevado el nivel de las normas del trabajo y ha reducido la pobreza. Los pa韘es que permanecen cerrados siguen siendo m醩 pobres y subdesarrollados y contin鷄n aislados del mundo de los derechos y las libertades. Si una contribuci髇 hice a mi pa韘 fue postular que comercio significa empleo e ingreso, ingreso imponible, para solventar nuestros sue駉s de un mejor cuidado de la salud y una mejor educaci髇.

Por eso considero tan destructivos y enga駉sos el encarnizamiento y el divisionismo que caracterizan al actual debate sobre comercio y trabajo. El debate es destructivo porque, en muchos aspectos, es falso. Es destructivo porque encubre el consenso b醩ico que existe acerca de los problemas sociales con que se enfrentan todos los pa韘es en este mundo interconectado, as?como la necesidad de soluciones compartidas.

Por doquier las familias quieren lo mismo: alguien a quien amar, un puesto de trabajo, un lugar donde vivir y una esperanza.

縌ui閚 apoya el trabajo de esclavos? 縌ui閚 el trabajo en las c醨celes? 縌ui閚 desea que sus hijos vayan a las f醔ricas en vez de ir a la escuela? 縌ui閚 de nosotros es inmune a las perturbaciones sociales y econ髆icas que trae la revoluci髇 tecnol骻ica? Nadie.

La mayor韆 de los 135 Miembros de la OMC son tambi閚 miembros de la OIT. Representamos a los mismos contribuyentes, los mismos gobiernos, los mismos electores. Todos estos gobiernos tienen inter閟 en mejorar sus normas sociales y laborales. Hay una conexi髇 profunda entre la libertad econ髆ica, pol韙ica, social e industrial y el desarrollo econ髆ico. Existe incluso el argumento de que la libertad es condici髇 fundamental para el 閤ito econ髆ico.

Todos los Miembros de la OMC suscribieron en 1996 la Declaraci髇 de Singapur en la que se comprometen a respetar las normas fundamentales del trabajo y a apoyar a la OIT, afirman que el comercio contribuye a promover normas laborales de m醩 alto nivel, se oponen a la utilizaci髇 de las normas del trabajo para fines proteccionistas y convienen en que no debe cuestionarse en absoluto la ventaja comparativa de los pa韘es, en particular la de los pa韘es en desarrollo de bajos salarios. En 1998 la OIT adopt?la Declaraci髇 relativa a los principios y derechos fundamentales en el trabajo, en la que se reafirman los principios b醩icos de la libertad de asociaci髇, el derecho a la negociaci髇 colectiva, la eliminaci髇 del trabajo forzoso, la abolici髇 efectiva del trabajo infantil y la eliminaci髇 de la discriminaci髇 en las pr醕ticas de contrataci髇 y empleo. Precisamente este a駉 la OIT acord?prohibir las peores formas de trabajo infantil, reconociendo al mismo tiempo que 閟te es en gran medida funci髇 de la pobreza y que el crecimiento sostenido es la clave de la eliminaci髇 de sus formas explotadoras y nocivas.

Todos estos gobiernos son signatarios de la Declaraci髇 Universal de Derechos Humanos de las Naciones Unidas. Estos derechos no son propiedad de una organizaci髇, de una cultura ni de un pa韘, sino de todo el pueblo. Existe una presunci髇 de que estos derechos son europeos o incluso americanos. No lo son. Son derechos universales. Nadie se quej?de la globalizaci髇 cuando cay?el muro de Berl韓 o cuando se liber?Sud醘rica, ni cuando los Coroneles volvieron a los cuarteles y resurgi?la libertad. No. Los hombres y mujeres de conciencia y compromiso de todas partes, desde el frente en Polonia y Sud醘rica hasta la retaguardia en mi peque駉 y verde pa韘, y sospecho que aqu?en Seattle, marcharon manifestando su solidaridad con los pueblos oprimidos de Sud醘rica y Polonia. Eran los sindicalistas quienes como internacionalistas desplegaban su solidaridad en pro de la libertad en todas partes. 縋or qu? Porque hab韆 valores universales en juego en todas estas partes. 緿eber韆mos ahora desestimar sus necesidades de mercados y de puestos de trabajo?

Hombres y mujeres del movimiento sindical: debemos cumplir el mandato de Singapur y velar por que la OMC y el OIT mantengan una buena colaboraci髇. Mi predecesor, Renato Ruggiero, y yo hemos estado en contacto constante con el Director de la OIT. He hablado con Juan Somav韆 y le he asegurado que no quiero su puesto. 蒷 me asegura que no quiere el m韔. Ello es as? en parte, porque no hay diferencias entre nosotros con respecto a la importancia vital de promover las normas del trabajo y la necesidad de hacerlo por la persuasi髇, la asistencia positiva, la obtenci髇 de puestos de trabajo y el crecimiento, incluido el crecimiento a trav閟 del comercio. El desaf韔 no es que una organizaci髇 realice la labor de todas sino que todas las organizaciones trabajen de consuno de un modo m醩 coherente. Ll醡ense OIT, UNICEF, OMS, Banco Mundial, FMI u OMC, es necesario que aborden estos problemas con cohesi髇. Ning鷑 parlamento ni ninguna instituci髇 internacional pueden eliminar mediante la legislaci髇 todos los males de nuestro planeta o todas las desgracias, a menudo agravadas por malos gobiernos. No podemos tener aire puro en un solo pa韘, ni organizar nuestras pesquer韆s, ni siquiera administrar un sistema fiscal o una compa耥a de aviaci髇 sin la cooperaci髇 de los dem醩. Juntos, en cambio, podemos mejorar poco a poco las condiciones de los trabajadores y las familias.

No todos quienes nos critican se equivocan. Nunca hemos tenido tanto como en esta 閜oca, pero nunca nos hemos sentido tan inseguros. Una empresa anuncia un d韆 los beneficios m醩 altos, y al d韆 siguiente un millar de despidos. No podemos encontrar suficientes trabajadores capacitados en sectores como la alta tecnolog韆 y en ciudades como Seattle; empero, en otros sectores y en otras regiones los puestos de trabajo desaparecen para no volver. Aun en las econom韆s m醩 din醡icas, como la de los Estados Unidos, vemos que amplios sectores de la fuerza de trabajo pierden terreno o se enfrentan al desempleo. La productividad se desconecta del empleo; el crecimiento, de la redistribuci髇. La brecha se ensancha, tanto dentro de los pa韘es como entre ellos.

La gente quiere respuestas y una respuesta que o韒os con insistencia consiste en echar la culpa al comercio y a la globalizaci髇. El t閞mino “globalismo” se est?convirtiendo en una forma abreviada para referirnos a todo aquello que no nos gusta del mundo tal como est? De la tecnolog韆. Del temor de que los trabajadores extranjeros nos quiten nuestros puestos de trabajo. De los pa韘es que no respetan las reglas del juego. O de los tratados, normas y acuerdos que limitan la libertad de acci髇 de nuestros propios pa韘es. Esto es comprensible. Desde la revoluci髇 agraria hasta la revoluci髇 de la informaci髇 -pasando por la revoluci髇 industrial- cada gran per韔do hist髍ico de transformaci髇 econ髆ica ha sido acompa馻do por la incertidumbre con respecto al futuro, la decepci髇 frente a nuestros l韉eres y la reacci髇 ante el cambio. El actual movimiento de cambio econ髆ico no constituye una excepci髇. Al comenzar el siglo, en mi pa韘 el 80 por ciento de la poblaci髇 trabajaba la tierra; ahora lo hace menos del 10 por ciento, pero producimos muchas m醩 fibras y alimentos. En la era de la informaci髇, si todo lo que uno tiene para vender es un par de manos, sus posibilidades para el futuro ser醤 limitadas.

Esta reacci髇 ante la globalizaci髇 entra馻 peligros que desatendemos a nuestro propio riesgo. Es verdad que los beneficios de la econom韆 mundial no est醤 distribuidos equitativamente, que nunca se gastar?lo suficiente en educaci髇 para la salud o en los ancianos. Est?bien que los gobiernos soberanos tengan esta responsabilidad en cuanto a las prioridades para los gastos, pero no se ayuda a los m醩 vulnerables obstruyendo el comercio, restringiendo la inversi髇 y haciendo m醩 pobres a las econom韆s. Consideremos las estad韘ticas: en los Estados Unidos, durante los 鷏timos seis a駉s, las exportaciones han aumentado en un 51 por ciento, y ello ha representado m醩 de un cuarto de crecimiento econ髆ico. El comercio ha aportado casi 20 millones de nuevos puestos de trabajo -puestos cuya remuneraci髇 es en promedio 25 por ciento superior a la de los puestos no relacionados con el comercio-. Estas cifras indican que el comercio es el aliado de los trabajadores, no su enemigo.

Lo que es cierto para las econom韆s avanzadas tambi閚 lo es para las econom韆s en desarrollo. La imposici髇 de sanciones comerciales -que empobrecen a鷑 m醩 a los pa韘es en desarrollo- no impedir?que se haga trabajar a los ni駉s. Ni elevar?el nivel de vida de sus familias. Todo lo contrario. La pobreza, no el comercio, es la causa principal de las condiciones de trabajo inaceptables y de la degradaci髇 del medio ambiente. Y la respuesta a la pobreza es m醩 comercio y m醩 actividad econ髆ica, no menos. La OCDE ha llegado a la conclusi髇 de que una nueva ronda de liberalizaci髇 de los aranceles podr韆 impulsar la producci髇 econ髆ica mundial en un 3 por ciento
-es decir en m醩 de 1,2 billones de d髄ares- y los pa韘es en desarrollo ser韆n los m醩 beneficiados. El PNB de la India aumentar韆 en un 9,6 por ciento, el de la China, en un 5,5 por ciento, el de la regi髇 de 羏rica al Sur del S醜ara, en un 3,7 por ciento. Y a medida que mejoran las condiciones de vida, tambi閚 mejoran la educaci髇, la salud, el medio ambiente y las normas del trabajo. En las sociedades democr醫icas y abiertas, el pueblo exige m醩. La innovaci髇 necesita libertad para prosperar, y en las econom韆s cerradas perecen tanto la esperanza como el crecimiento.

El otro peligro que encierra la demonizaci髇 de la globalizaci髇 es que desv韆 la atenci髇 de las soluciones que necesitamos. El principal problema que enfrentan los trabajadores de los Estados Unidos y de otros pa韘es no es la competencia extranjera. Es la falta de correspondencia entre las capacidades profesionales que exige una nueva econom韆 basada en los conocimientos y las capacidades que muchos trabajadores actualmente ofrecen al mercado. Necesitamos preparar a nuestros ni駉s -y sus padres- para afrontar el futuro, a trav閟 de la educaci髇, la capacitaci髇 y la asistencia para el reajuste. Los pa韘es en desarrollo necesitan recibir m醩 asistencia t閏nica, m醩 ayuda a trav閟 de la creaci髇 de capacidades, y un mayor acceso a nuestros mercados. La lucha por proteger el statu quo podr韆 brindar un refugio temporal. El proteccionismo puede salvar a corto plazo algunos puestos de trabajo, sacrificando la inversi髇 en nuevos puestos de trabajo para terminar sin los nuevos ni los viejos. 縌ui閚 desea mantener el statu quo en la medicina cuando sus hijos est醤 enfermos? El statu quo es solamente el compromiso con el pasado.

Tambi閚 hay un lado m醩 obscuro en esa reacci髇 contra la globalizaci髇. Para algunos, los ataques contra la apertura econ髆ica forman parte de un asalto m醩 amplio contra el internacionalismo: contra los extranjeros y la inmigraci髇, o contra un mundo m醩 pluralista e integrado. La anti-globalizaci髇 se convierte en el 鷏timo cap韙ulo del antiguo llamamiento al separatismo, el tribalismo y el racismo, la visi髇 de un mundo de "ellos" contra “nosotros”. Cuando yo era joven la palabra internacionalismo era una palabra noble. Tambi閚 era una palabra que ten韆 un significado real para los trabajadores. Ten韆n un contenido muy emotivo para nosotros las antiguas canciones sobre la solidaridad internacional y la hermandad de todos los hombres. Pero ahora, la idea de internacionalismo se ha convertido en algo que hay que temer o atacar. Me preocupa que muchos de aquellos que sinceramente quieren un mundo mejor y m醩 justo se encuentren ahora alineados con quienes est醤 contra el internacionalismo en todas sus formas. Presumo que globalizaci髇 es el 鷏timo “ismo” que hay que odiar.

S? que ustedes luchar醤 siempre por los intereses de los trabajadores. Los gobiernos vienen y van pero el mundo del trabajo sigue adelante. Greenpeace promover?los intereses del medio ambiente y la C醡ara de Comercio Internacional promover?los intereses de las empresas. 縔 por qu?no har韆n ustedes otro tanto? Es su obligaci髇. En esto consiste la democracia.

Pertenezco a la primera generaci髇 de neozelandeses que no tuvieron que combatir en una guerra mundial. Sabemos que la gran depresi髇 caus?el colapso del sistema mundial de comercio porque los proteccionistas triunfaron entonces con los mismos argumentos que usan hoy. De esa depresi髇 vinieron la guerra y las tiran韆s gemelas de nuestra era, el fascismo y el marxismo. Y las primeras personas que 閟tas encarcelaron fueron los sindicalistas democr醫icos. Si aprendimos algo de la primera mitad destructora de este siglo, es que la integraci髇 llev? al crecimiento econ髆ico, a la interdependencia y a valores comunes compartidos que, a su vez, constituyen los ladrillos para edificar la paz. Necesitamos volver a inventar los ideales de nuestros padres, de internacionalismo y solidaridad para una nueva era de globalizaci髇, y ayudar a construir un consenso nuevo y equitativo en torno al comercio y al trabajo para el pueblo trabajador de todo el mundo. El nuevo siglo debe ser un siglo de persuasi髇 y no de coerci髇, con un compromiso contra韉o a trav閟 de normas y acuerdos multilaterales que nos permitan solucionar equitativamente nuestras diferencias, sobre la base del derecho, y ese es el mandato de la OMC. No es perfecto, puede ser mejorado, pero el mundo ser韆 m醩 inestable y m醩 peligroso sin 閘.

Muchas gracias.