BID/INTAL
Buenos Aires, Argentina, 28 de noviembre de 2000
La globalizaci髇 del regionalismo: una nueva funci髇 para el MERCOSUR en el sistema multilateral de comercio
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Renato Ruggiero
Hoy d韆, en la pol韙ica comercial internacional tiene lugar una paradoja: globalizaci髇 es una palabra que est?en boca de todos, pero los acuerdos regionales gozan de m醩 aceptaci髇 que nunca. Actualmente, hay en vigor unos 170 acuerdos regionales, la mitad de ellos concluidos despu閟 de 1990. Se est?negociando otros 70 m醩 o menos. S髄o en 羏rica, existen 13 acuerdos comerciales regionales distintos y para el a駉 2005 pr醕ticamente toda Am閞ica y la zona euromediterr醤ea participar醤 en un acuerdo regional de un tipo u otro. De hecho, pr醕ticamente todos los pa韘es de cierto peso, salvo el Jap髇 y Corea del Sur, son parte en alguno de estos acuerdos, y los dos pa韘es mencionados tienen previsto concluir en breve acuerdos preferenciales.
Esta
situaci髇 plantea importantes interrogantes respecto del
sistema mundial de comercio, que habr?que debatir. En
los a駉s noventa era creencia general que la 鷑ica
manera de dominar las complejidades de una econom韆
internacional en curso de cambio acelerado era establecer
instituciones regionales y multilaterales
complementarias; ahora bien, a ra韟 de Seattle y
de nuestra incapacidad hasta la fecha de iniciar una
nueva ronda mundial de negociaciones comerciales ,
縣a llegado el momento de poner en entredicho ese
confiado supuesto? 縎e corre peligro de que el
regionalismo se est?convirtiendo en un impedimento,
m醩 que en un elemento, de la nueva OMC? 緿e que reste
energ韆s a las negociaciones multilaterales? 緿e que
fragmente el comercio internacional? 緿e que, por
鷏timo, est?creando un nuevo des-orden internacional
caracterizado por rivalidades y marginaci髇 cada vez
mayores y por la posible formaci髇 de bloques hostiles
entre s?
Voy a serles franco: los acuerdos comerciales regionales
pueden ser una buena cosa, como ha demostrado
espectacularmente el MERCOSUR en los diez a駉s 鷏timos.
La creaci髇 de un mercado regional 鷑ico puede aumentar
la eficiencia econ髆ica. Los acuerdos comerciales
regionales, aunados a la liberalizaci髇 multilateral,
pueden adem醩 ayudar a los pa韘es en particular
a los pa韘es en desarrollo a explotar sus
ventajas comparativas, aguzar la eficiencia de sus ramas
de producci髇 y actuar de resorte para la integraci髇
en la econom韆 mundial. Tambi閚 pueden contribuir a
focalizar y reforzar su adhesi髇 pol韙ica a una
econom韆 abierta. Un beneficio lateral que observo a
diario es que este proceso adiestra a
funcionarios, y de ah?que Am閞ica del Sur cuente con
tantos embajadores de primera categor韆; tambi閚
instruye a los ciudadanos y hace participar a la
comunidad empresarial. Si hay grupos de pa韘es
como los que forman el MERCOSUR que pueden avanzar
m醩 y m醩 r醦idamente hacia la apertura y la
integraci髇, tanto mejor.
Ahora bien, 縮igue siendo aplicable esta misma l骻ica al proceso cada vez m醩 acusado de regionalismo que vemos desenvolverse a nuestro alrededor hoy en d韆? Ciertamente, cada vez es m醩 dif韈il afirmar que la libertad de comercio se facilita m醩 en vastos sistemas regionales como el ALCA o el APEC que en la OMC. El ALCA comprende a los 35 pa韘es de Am閞ica del Norte, Central y del Sur, salvo uno, con un mercado conjunto de bastante m醩 de 500 millones de personas. La ambici髇 del APEC es a鷑 mayor: abarcando ambas orillas del Oc閍no Pac韋ico e incorporando a tres de las cuatro superpotencias comerciales del mundo los Estados Unidos, el Jap髇 y China , comprende al 40 por ciento de la poblaci髇, el 54 por ciento del PIB y el 42 por ciento del comercio del mundo. Cualquiera de estas vastas agrupaciones regionales consta de pa韘es tan distintos por su magnitud, perspectivas y nivel de desarrollo como los que tenemos en la OMC, por lo que es probable que las fricciones comerciales no sean menos agudas en ellas. 緾reemos de verdad que la liberalizaci髇 de la agricultura se producir?con m醩 facilidad en un esquema que en la OMC? 縋odemos realmente dar por supuesto que las diferencias comerciales entre, por ejemplo, China y los Estados Unidos podr醤 resolverse con m醩 facilidad en el APEC que en la OMC? Como estamos hablando de unos mismos pa韘es, con los mismos intereses y las mismas sensibilidades con independencia del contexto , cabe afirmar que la superposici髇 de normas y jurisdicciones no facilita sino que dificulta a鷑 m醩 la gesti髇 de las relaciones comerciales internacionales. Ello no obstante, no me cabe duda de que el APEC es un factor positivo, sus estudios sobre facilitaci髇 del comercio y su papel de vanguardia a prop髎ito del comercio electr髇ico han sido sumamente valiosos en Ginebra. Creo que uno de los motivos por los que la regi髇 resisti?durante la crisis asi醫(yī)ica fue la adhesi髇 a la apertura de los mercados, tantas veces reiterada en las reuniones del APEC.
Hay un segundo motivo para cuestionar la nueva carrera hacia el regionalismo. Si algo pone de relieve la globalizaci髇 es, sin duda, la l骻ica de unas normas mundiales aplicables a empresas mundiales que act鷄n en un mercado mundial. Desde las telecomunicaciones a los servicios financieros, pasando por el procesamiento de datos y el comercio electr髇ico, la nueva econom韆 crea cada vez m醩 un 鷑ico espacio econ髆ico indiferente a la distancia, al tiempo y a la geograf韆. En este mundo digital, en el que Buenos Aires est?tan pr髕imo a Singapur como a Montevideo, pierde buena parte de su raz髇 de ser la idea de la preferencia y la integraci髇 regionales. 縌u?significa un acuerdo regional en el comercio electr髇ico? 縊 el acceso preferencial a Internet? Ante el laberinto de una diversidad de reglas, normas de origen y procedimientos de soluci髇 de diferencias, las empresas pueden acabar por hacer caso omiso del sistema de comercio, prefiriendo la ausencia de normas a la enmara馻da red que estamos tejiendo.
Hay una tercera raz髇 por la cual el argumento original a favor del regionalismo tiene hoy d韆 menos validez. A principios de los a駉s ochenta, los Estados Unidos, entre otros pa韘es, tomaron el camino regional por considerar que estaba tambale醤dose el antiguo sistema del GATT. Aquel mundo ya no es el actual. Las negociaciones multilaterales en la Ronda Uruguay tuvieron 閤ito, incluso un 閤ito espectacular. Hay en Ginebra una nueva Organizaci髇 Mundial del Comercio que est? dotada de un mecanismo vinculante de soluci髇 de diferencias y que es una instituci髇 permanente consagrada a propulsar la liberalizaci髇 en todo el mundo. Desde 1995 han ingresado en la OMC 12 pa韘es, aumentando el n鷐ero de sus Miembros a 140, y pronto se adherir醤 otros muchos, entre ellos, naturalmente, China, adem醩 del Taipei Chino y Lituania. Es parad骿ico que, justo cuando nos encaminamos a crear un sistema universal de comercio, un sistema al que han bregado por adherirse millones de personas, algunos gobiernos, a nivel, regional y hemisf閞ico, puedan poner imprudentemente en peligro esa universalidad. Entiendo la necesidad que sienten de adoptar decisiones, de hacer avanzar las cosas, pues las personas investidas de responsabilidad p鷅lica no van a permanecer inertes sin hacer nada. Lo s? porque cuando era Ministro, hice progresar acuerdos bilaterales y regionales al tiempo que llevaba adelante la Ronda Uruguay.
Pero no nos equivoquemos. El regionalismo entra馻 riesgos reales, cuyas consecuencias apenas empezamos a ver ahora. El peligro inmediato es que se debiliten la coherencia y la previsibilidad que brinda el multilateralismo conforme recurran los gobiernos cada vez m醩 a acuerdos regionales para cuidar sus intereses comerciales. Llama la atenci髇, por ejemplo, que el 90 por ciento del comercio del Canad?tenga lugar dentro del TLCAN y que el comercio dentro del MERCOSUR haya pasado del 9 por ciento en 1990 a m醩 del 20 por ciento en 1999. Europa est?empe馻da en ampliar su uni髇 hacia el Sur y hacia el Este, aunque la OMC de hecho ayudar?a esa expansi髇 por el costo que 閟ta entra馻r?para el presupuesto de la UE. Las dos relaciones comerciales m醩 importantes de los Estados Unidos est醤 dentro del TLCAN. Deber韆mos tener claro a d髇de pueden conducir todas estas medidas, y las correspondientes contramedidas. Como vimos en Seattle, el regionalismo puede disminuir el incentivo para avanzar multilateralmente; si no se avanza multilateralmente, los pa韘es caer醤 cada vez m醩 en brazos de los bloques regionales y, antes de que nos demos cuenta, nos encontraremos en un c韗culo vicioso cuyo resultado nadie puede realmente predecir.
El futuro m醩 ominoso ser韆 una repetici髇 de lo sucedido en los a駉s treinta y que el mundo se lanzase a la carrera a construir bloques regionales defensivos, incluso hostiles. 縀stoy exagerando? Cuando se examina el movimiento hacia el regionalismo que tiene lugar hoy en d韆, resulta dif韈il no llegar a la conclusi髇 de que algunas de las iniciativas puestas en marcha no pretenden tanto hacer progresar la eficiencia y la cooperaci髇 econ髆ica regionales como reforzar preferencias regionales, e incluso esferas regionales de influencia, en un mundo de intensa competencia por los mercados, las inversiones y la tecnolog韆. Aun en momentos en que caen los aranceles a escala mundial gracias a sucesivas rondas de liberalizaci髇 multilateral hay un laberinto de reglamentaciones, normas t閏nicas y normas de origen opuestas entre s? que podr韆n llegar a constituir los nuevos muros entre los bloques. Lo m醩 importante es la realidad de que las dos principales potencias econ髆icas del mundo, los Estados Unidos y la Uni髇 Europea, son a menudo la tracci髇 de esta competencia: sendos ejes de rueda con rayos de comercio preferencial irradiados hacia el exterior.
Esta carrera por ver qui閚 establece antes el mayor n鷐ero de 醨eas preferenciales est?obligando a quienes quedan fuera de los bloques a buscar sus propios acuerdos bilaterales y regionales. En varios pa韘es asi醫(yī)icos ya se han iniciado los debates sobre los costos que puede acarrear el quedar fuera de un bloque regional. Sin duda se est醤 celebrando debates similares en capitales de todo el mundo, comprendida 閟ta. Los horizontes del MERCOSUR ya se est醤 ensanchando a escala continental. Han concluido ustedes acuerdos de zona de libre comercio con Chile y Bolivia y est醤 negociando un acuerdo similar con el resto del Pacto Andino. Hay quienes han sugerido incluso que el MERCOSUR podr韆 servir de piedra angular de un posible Acuerdo de Libre Comercio de Am閞ica del Sur que abarcase todo el continente. Si de lo que se trata es de ampliar la liberalizaci髇 del comercio y de hacer progresar un programa compatible con la OMC, hay que aplaudir esta iniciativa. Ahora bien, si su finalidad es defensiva servir de contrapeso a un TLCAN que se expande desde el Norte , todos tendremos motivos para preocuparnos por la estabilidad del comercio hemisf閞ico.
He descrito un panorama sombr韔. Adrede. Lo he hecho porque creo que hoy d韆 existe un equilibrio inestable entre regionalismo y multilateralismo y que algunas de las tendencias recientes podr韆n llevarnos en una direcci髇 que a fin de cuentas no beneficiar韆 a nadie, y mucho menos a todos los pa韘es en desarrollo. La l骻ica del regionalismo por s?sola, sin una liberalizaci髇 multilateral complementaria, no conduce a una econom韆 mundial abierta, sino a un sistema desequilibrado de ejes y radios en el que los pa韘es ricos ocupan el centro y tienen todas las cartas y los pa韘es en desarrollo est醤 en la periferia. Nos conduce a un mundo de bloques rivales y de pol韙ica de poder, un mundo m醩 conflictivo, con m醩 incertidumbre y m醩 marginaci髇.
Debo hablar en nombre de las econom韆s peque馻s y vulnerables, de los Miembros que no tienen grandes mercados de consumidores ni grandes empresas multinacionales. S?que en la pol韙ica de la satisfacci髇 inmediata es m醩 f醕il obtener apoyo para un acuerdo de comercio preferencial o para un mercado concreto que sea mensurable y que podr韆 incluso privilegiar a una empresa o una actividad. Es m醩 f醕il y m醩 directo hacer intervenir el ego韘mo. Pero al igual que cualquier otro pa韘, o incluso m醩, los pa韘es en desarrollo tienen considerables intereses en juego en el multilateralismo. Necesitan normas mundiales m醩 estrictas, no menos rigurosas. Mercados m醩 amplios, no m醩 restringidos. Para los objetivos de desarrollo de todos los pa韘es nada mejor que una OMC fuerte y en marcha, porque a la postre es la OMC quien garantiza que impere el derecho y no la fuerza en las relaciones comerciales internacionales.
Lo fundamental es lo siguiente: si bien el regionalismo puede ser una fuerza positiva, pol韙ica y econ髆icamente, y representar un importante complemento del sistema multilateral, no puede sustituir a 閟te. Nuestros objetivos multilaterales deben ser tan ambiciosos como nuestros esfuerzos regionales, lo cual significa, sobre todo, que tenemos que impulsar con firmeza una nueva ronda, la manera m醩 segura de lograr la convergencia de los intereses regionales y multilaterales. Tambi閚 necesitamos maneras nuevas y creativas de encauzar la energ韆 de los acuerdos regionales como el MERCOSUR hacia las negociaciones multilaterales. Desde la relaci髇 entre comercio y finanzas, hasta el recalentamiento del planeta e Internet, cada vez se medir醤 m醩 los 閤itos del regionalismo por su capacidad de hacer frente a los desaf韔s mundiales. Si la meta de los diez 鷏timos a駉s consist韆 en definir el papel de ustedes en el MERCOSUR, la de los diez a駉s pr髕imos deber韆 ser definir el papel del MERCOSUR en el mundo. En el balance de la historia el MERCOSUR ha sido algo bueno, y hay que celebrarlo y reconocerlo. As?lo hago yo hoy.
Muchas gracias.