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Observaciones del Director General a modo de conclusión
Gracias, Embajador Servansing.
Esta ha sido una reunión sumamente útil, y me complace enormemente haber
podido estar con todos ustedes, no sólo para escuchar sus experiencias
sobre cómo está funcionando la Ayuda para el Comercio en sus países,
sino también para oír sus sugerencias sobre el camino a seguir.
Un aspecto fundamental del diálogo que hemos mantenido es que ha ayudado
a acercar a los especialistas en comercio y los profesionales del
desarrollo para impulsar conjuntamente la iniciativa de la Ayuda para el
Comercio.
El objetivo de quienes se dedican al desarrollo agrícola es aumentar la
productividad de los agricultores para que vendan más productos
alimenticios, tanto a nivel nacional como en el extranjero. Quienes
trabajan en el desarrollo de infraestructuras desean que esos productos
alimenticios viajen por las carreteras o vías ferroviarias o a través de
los puertos y aeropuertos que han construido. Y así sucesivamente. Es
evidente que el comercio afecta a todos los sectores de la economía; no
es un sector en sí mismo y es importante ser conscientes de ello .
Este hecho también refuerza los argumentos a favor de incorporar el
comercio a las estrategias nacionales de desarrollo. En los debates que
han tenido lugar estos dos días hemos oído cómo la apertura del comercio
puede reportar beneficios económicos y sociales si está incorporado a
esas estrategias. Lo cierto es que el comercio impregna el tejido de la
sociedad mundial. Como dijo ayer el Secretario General de las Naciones
Unidas, “la creación de más capacidad comercial es esencial, porque el
comercio puede y debe formar parte de nuestros esfuerzos por estimular
una recuperación”. Como ha dicho hoy uno de ustedes: la Ayuda para el
Comercio está ahora firmemente establecida en el programa para integrar
a los países en desarrollo en el sistema de comercio.
El elemento central de este Segundo Examen ha sido el informe conjunto
de la OCDE y la OMC titulado “La Ayuda para el Comercio en síntesis -
2009”. Esta publicación muestra el comercio como prioridad de las
estrategias nacionales de desarrollo de los países asociados; el aumento
y la mayor eficacia de la Ayuda para el Comercio ofrecida por los
donantes, y la participación de nuevos asociados en la cooperación
Sur-Sur. Además, el aumento de la Ayuda para el Comercio se ha logrado
sin reducir los recursos destinados a otras prioridades de desarrollo
como la salud, la educación o el medio ambiente.
La Ayuda para el Comercio creció un 10 por ciento entre 2005 y 2007; si
se suma la ayuda concedida en condiciones comerciales por las
instituciones financieras internacionales, esa cifra casi duplica su
valor.
El mensaje que se desprende de estas reuniones es que debemos
perfeccionar nuestra vigilancia teniendo en cuenta la manera en que la
Ayuda para el Comercio funciona en conjunción con otros instrumentos
financieros, especialmente los que ofrecen las instituciones financieras
internacionales. La Ayuda para el Comercio no puede responder ni
responderá a todas las limitaciones de la oferta o de la infraestructura
económica. Hemos oído, entre otras cosas, varios ejemplos de
combinaciones de financiación mediante donaciones con otros instrumentos
de financiación.
Como dije en la ceremonia inaugural, si en 2007 la Ayuda para el
Comercio era urgente, hoy es esencial. Debemos mantener el impulso y
asegurarnos del cumplimiento de los compromisos. Esto requiere la
vigencia ininterrumpida del funcionamiento permanente del marco de
vigilancia, que nuestros colegas de la OCDE están perfeccionando
constantemente. También requiere el perfeccionamiento de la metodología
y de la presentación de informes. Es un hecho cierto que las actividades
de los asociados Sur-Sur, de las que tanto hemos oído hablar hoy, y que
están aumentando en volumen y en importancia, no se reflejan en las
cifras de la Ayuda para el Comercio facilitadas por la OCDE. Debemos
estudiar esta cuestión, ya que es difícil mejorar la coordinación, que
es lo que estamos intentando, sin mejorar la información.
Las tres sesiones en grupos reducidos celebradas esta mañana han
destacado el papel indispensable de nuestros asociados regionales.
Gracias a la labor de los donantes bilaterales, los bancos regionales de
desarrollo, las comisiones económicas regionales y las comunidades
económicas regionales, hemos podido avanzar considerablemente en la
aplicación. Sigo convencido de que necesitamos aprovechar los progresos
realizados en el fortalecimiento de la dimensión regional de la Ayuda
para el Comercio.
Esta mañana también hemos aprendido que la Ayuda para el Comercio debe
tener en cuenta características específicas, como las de los países de
ingresos medios y el tipo de financiación de la que pueden disponer; o
las de los países sin litoral, las economías pequeñas, las islas remotas
o los países que emergen de un conflicto.
Numerosas intervenciones han reforzado aún más el mensaje que nos llegó
durante el ejercicio de vigilancia, durante el cual recibimos 88
respuestas de los países en desarrollo Miembros. Los países en
desarrollo se están identificando con su propia iniciativa. En
efecto, parece que había una demanda contenida que por fin se ha
liberado. Esto significa que la Ayuda para el Comercio está madurando.
No obstante, la Ayuda para el Comercio es una empresa de largo recorrido
que debe mantenerse durante mucho tiempo. Nuestros asociados han
reaccionado bien al liderazgo asumido por la OMC. Ahora debemos
permitirles que definan su propia función en este proceso y que aumenten
su participación.
Estamos aportando coherencia a la formulación de la política
económica a escala mundial. Y esto debe hacerse a tres niveles. A
nivel nacional, mediante un diálogo constructivo entre los gobiernos y
sus asociados para el desarrollo; a nivel regional, entre las comisiones
económicas regionales y sus gobiernos miembros, por un lado, y las
instituciones financieras internacionales y los donantes, por otro; y a
nivel multilateral, manteniendo viva la atención a la Ayuda para el
Comercio en la cumbre del G-8, a la que asistiré mañana; en el G-20; en
las reuniones anuales del Banco Mundial y el FMI; en las reuniones
anuales de los bancos regionales de desarrollo, etc. Ahora que hemos
generado este impulso, debemos mantener el pie en el acelerador y
ponernos de acuerdo en la búsqueda de un destino común.
¿Y ahora qué?
En la reunión del Comité de Comercio y Desarrollo del 11 de junio,
señalé que tenemos que elaborar un marco que nos permita coordinar mejor
nuestros esfuerzos, movilizar más recursos, mejorar la identificación
política y preparar mejor el camino a seguir. A mi juicio, hay cuatro
objetivos muy claros que deberían guiar nuestra labor futura.
En primer lugar, considero que tenemos que aprovechar los progresos que
hemos realizado en el fortalecimiento de la dimensión regional de
la Ayuda para el Comercio. Recurriremos principalmente a nuestros
asociados regionales, en particular los bancos de desarrollo y los
donantes bilaterales, para que tomen la iniciativa en la elaboración de
proyectos regionales de Ayuda para el Comercio claros y con objetivos
concretos. Tenemos la oportunidad de llevar adelante este programa
gracias a la celebración en otoño de una actividad de Ayuda para el
Comercio en la CEDEAO. Procuraré encontrar oportunidades parecidas en
otras regiones. Quiero destacar también que el Banco Islámico de
Desarrollo, la CEPE y el PNUD ya han acordado una hoja de ruta con las
economías de Asia Central.
En segundo lugar, creo también necesario fomentar el papel y la
contribución del sector privado en esta iniciativa. La reunión de
ayer consagrada al sector privado nos dio muchos elementos para la
reflexión, en particular respecto del reto concreto que supone integrar
a las PYME en la iniciativa. También se subrayó la necesidad imperiosa
de combatir el acuciante problema del cambio climático, que puede ser un
problema pero también ofrecer oportunidades para la inversión. Lo mismo
puede decirse en el caso de la ayuda para el cumplimiento de las normas
internacionales, así como la mejora del acceso a la energía. Una
sugerencia que tuvo especial eco fue la de forjar asociaciones con
fundaciones privadas para aprovechar sus recursos y capacidades con el
fin de prestar Ayuda para el Comercio efectiva y adecuada. Otra
sugerencia fue que la participación de las empresas se concentrara en
sectores específicos, como el de la logística, que afecta a una amplia
gama de actividades de Ayuda para el Comercio.
En tercer lugar, deberíamos proseguir en nuestra labor de evaluación con
especial atención a la evaluación del impacto de la Ayuda para el
Comercio. La Ayuda para el Comercio debe desarrollarse como un conjunto
de mejores prácticas. Un primer paso en esa dirección es hacer un
inventario de lo que ya tenemos. El segundo, buscar marcos comunes.
También tenemos que cerciorarnos de que no sólo midamos aportaciones y
productos, sino resultados tangibles. Soy firmemente partidario de
redoblar nuestros esfuerzos, ante el incremento cada vez mayor de la
presión que deben soportar los presupuestos nacionales, para mostrar el
valor de lo que estamos haciendo con informes de resultados basados en
pruebas. Como observó ayer el Sr. Kuroda, del Banco Asiático de
Desarrollo, en 1997 se necesitaban tres días para pasar productos de
China a Tailandia a través de la RDP Lao; en 2009 cuatro horas son
suficientes. Si esto no es un ejemplo positivo de Ayuda para el
Comercio, ¿qué lo es? A fin de avanzar en este tema colaboraremos
estrechamente, como de costumbre, con nuestros asociados. La OMC
propiamente dicha no tiene ni el mandato ni la capacidad para realizar
su propia evaluación de la Ayuda para el Comercio.
Por último, creo que tenemos que seguir movilizando activamente más
recursos, y en particular empezar a mirar más allá de 2010. Hasta
2010 hemos tenido compromisos razonablemente claros de los donantes;
ahora necesitamos más claridad para el horizonte más allá de 2010. El
Japón nos ha dado motivos para el optimismo. Se ha comprometido aportar
12.000 millones de dólares a lo largo de 2009-2011, una cifra que supera
en 2.000 millones de dólares el compromiso contraído para 2006 2008. El
anuncio hecho ayer por la tarde por el Ministro Thomas de que el Reino
Unido gastará cerca de 1.000 millones de libras esterlinas anuales a lo
largo de los próximos tres años para fomentar el crecimiento y el
comercio en los países más pobres es también motivo de satisfacción. Los
Países Bajos han comunicado su compromiso de gastar por lo menos 550
millones de euros anuales en todas las categorías de Ayuda para el
Comercio. Acabo de escuchar a la delegación francesa anunciar un mínimo
de 850 millones de euros anuales a partir de 2010, lo que supera en un
50 por ciento el punto de referencia de 2002-2005. Todo ello, por
supuesto, además del cumplimiento de sus compromisos existentes. Animo a
los demás Miembros a que sigan su ejemplo. La movilización de recursos
destinados a la Ayuda para el Comercio seguirá siendo fundamental para
contribuir a que los países en desarrollo superen la crisis, entre otras
cosas mediante el fomento de asociaciones Sur-Sur de Ayuda para el
Comercio.
Se trata de algunas ideas que se han planteado en estos dos días de
debates. No son completamente nuevas, pero lo más importante ahora es
examinarlas y que pasen a formar parte del plan de trabajo de todos
ustedes. Considero que el CCD tiene un papel decisivo para garantizar la
continuidad de nuestro éxito. Pero también tenemos que escuchar los
pareceres de los asociados en el desarrollo.
Deberíamos reflexionar sobre lo dicho en este Examen Global e intentar
elaborar un plan de trabajo que nos dé orientación y nos garantice la
coherencia, y que también pueda someterse a un posible examen de la
Conferencia Ministerial a principios de diciembre.
De este modo, habremos logrado establecer un enfoque claro y un fin
común, ingredientes necesarios para mantener el impulso de la Ayuda para
el Comercio.
Quiero acabar destacando el contexto en que tiene lugar esta
Conferencia: nuestros esfuerzos por concluir la Ronda de Doha. Como dijo
ayer el Ministro de Comercio de Camboya, Cham Prasidh: “La Ayuda para el
Comercio y la Ronda de Doha son hermanos siameses. No se pueden separar
porque comparten un mismo corazón.”.
Muchas gracias.
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