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Lo que est?ocurriendo en la OMC

NOTICIAS:  COMUNICADOS DE PRENSA 1995

PRESS/24
13 de octubre de 1995

El multilateralismo es un elemento fundamental de la estrategia impulsada por los Estados Unidos en pro de la estabilidad y la prosperidad mundiales, afirma el Director de la OMC

“No hay en absoluto oposici錕絥 entre una defensa resuelta del inter錕絪 estadounidense y la existencia de un sistema multilateral abierto”.

“En la esfera de las relaciones comerciales internacionales, la caracter錕絪tica fundamental y distintiva de la estrategia impulsada por los Estados Unidos para garantizar la estabilidad y la prosperidad ha sido el multilateralismo”, sostuvo hoy (14 de octubre) el Sr. Renato Ruggiero, Director General de la OMC, al dirigirse al American Business Council en Williamsburg, Virginia, Estados Unidos de Am錕絩ica.

Haciendo uso de la palabra ante un p錕絙lico compuesto por la dirigencia empresarial estadounidense, el Sr. Ruggiero puso de relieve cu錕絥 importante ha sido la visi錕絥 y el liderazgo de los Estados Unidos, primero en el marco del GATT de posguerra y ahora en el de la flamante OMC, para conseguir que la piedra angular del sistema internacional de comercio est錕?constituida por el principio del multilateralismo que es la no discriminaci錕絥, o principio de la naci錕絥 m錕絪 favorecida (NMF). Dio seis razones por las que los gobiernos se han atenido al principio NMF y por las que es “esencial resistirse al se錕絬elo de las aparentes ventajas a corto plazo del bilateralismo”, e hizo hincapi錕?en que “no hay en absoluto oposici錕絥 entre una defensa resuelta del inter錕絪 estadounidense y la existencia de un sistema multilateral abierto”.

Adjunto figura el texto completo del discurso del Sr. Ruggiero.

El sistema multilateral de comercio: visi錕絥 de los Estados Unidos y liderazgo de los Estados Unidos


Alocuci錕絥 pronunciada por el Sr. Renato Ruggiero Director General de la Organizaci錕絥 Mundial del Comercio ante el BUSINESS COUNCIL
Williamsburg, Virginia, 14 de octubre de 1995

Es para m錕?un honor estar hoy aqu錕?y poder hacer algunos breves comentarios sobre el tema de la Organizaci錕絥 Mundial del Comercio ante un p錕絙lico de personalidades tan connotadas. Pienso que ser錕絘 dif錕絚il encontrar en cualquier otro lugar del mundo una concentraci錕絥 de poder decisorio en materia de comercio que pueda equipararse a la que tengo al frente en estos momentos. Las decisiones que ustedes adoptan en la conducci錕絥 de sus operaciones en cuanto puntuales de la actividad empresarial estadounidense, y la influencia que ejercen sobre las decisiones pol錕絫icas en el mundo entero, tienen para todos nosotros una enorme gravitaci錕絥. Esto hace que sea particularmente consciente de la oportunidad que se me brinda de tomar parte en sus deliberaciones.

Cuando hace m錕絪 de cuatro decenios tanto Europa como el Jap錕絥 y muchas otras naciones se estaban recuperando todav錕絘 de los estragos causados por la conflagraci錕絥 mundial, los Estados Unidos ya hab錕絘n articulado y plasmado una visi錕絥 del nuevo orden mundial. 錕絪e es el orden mundial del que se han beneficiado tanto tantas naciones a lo largo de los a錕給s. 錕絪e es el orden mundial en que ha sido dable asentar la econom錕絘 planetaria de la actualidad. El colapso del comunismo sovi錕絫ico -y la reforma econ錕絤ica emprendida en muchos pa錕絪es en desarrollo- han hecho m錕絪 pr錕絰ima la visi錕絥 estadounidense de una comunidad de Estados democr錕絫icos que cultiven la coexistencia pac錕絝ica, respeten los derechos individuales y se funden en un sistema econ錕絤ico basado en el mercado que eleva el nivel de vida de la poblaci錕絥, preserva sus oportunidades y recompensa el esfuerzo. El reto que se plantea ahora es el de saber aprovechar esta oportunidad hist錕絩ica para terminar de edificar un sistema econ錕絤ico aut錕絥ticamente mundial que se apoye en el libre comercio y en principios econ錕絤icos liberales. A mi juicio, nos encontramos precisamente en una 錕絧oca en que el empe錕給 por concretar esa visi錕絥 primigenia estadounidense resulta m錕絪 crucial que nunca para la paz y la estabilidad del mundo.

En la esfera de las relaciones comerciales internacionales, la caracter錕絪tica fundamental y distintiva de la estrategia impulsada por los Estados Unidos para garantizar la estabilidad y la prosperidad ha sido el multilateralismo. 錕絪te, o sea la no discriminaci錕絥, representa la piedra angular del sistema de comercio encarnado en la posguerra por el GATT, y por la OMC el d錕絘 de hoy. 錕絪e es el principio por el que se han regido los gobiernos miembros en el curso de ocho rondas de negociaciones comerciales multilaterales. Como consecuencia de esos esfuerzos de negociaci錕絥, los aranceles de los pa錕絪es desarrollados sobre productos industriales han disminuido de m錕絪 del 40 por ciento a menos del 5 por ciento. Y a medida que se reduc錕絘n los aranceles, los negociadores se iban centrando cada vez m錕絪 en los obst錕絚ulos no arancelarios al comercio. La Ronda Uruguay ha llevado al sistema multilateral de comercio a territorios v錕絩genes, al ampliar su alcance al comercio de servicios y a la protecci錕絥 de los derechos de propiedad intelectual. Ha servido adem錕絪 para acrecentar la liberalizaci錕絥 y fortalecer las disciplinas en muchos sectores de inter錕絪 tradicional. La nueva Organizaci錕絥 Mundial del Comercio, creada por la Ronda Uruguay, ha establecido un sistema reforzado de soluci錕絥 de diferencias, el cual, sin que ello comporte el m錕絪 m錕絥imo menoscabo de la soberan錕絘 nacional, pondr錕?a disposici錕絥 de los gobiernos un recurso eficaz en todos aquellos casos en que consideren que sus interlocutores comerciales no est錕絥 cumpliendo los compromisos contractuales por 錕絪tos contra錕絛os.

La Ronda Uruguay constituy錕?un esfuerzo concertado en pos de la actualizaci錕絥 del sistema multilateral de comercio y de un incremento de su eficacia en cuanto 錕絩bitro de las relaciones econ錕絤icas entre los pa錕絪es, cuya intensidad, complejidad y amplitud jam錕絪 tuvieron en el pasado la magnitud que hoy las caracteriza. Como era de preverse, los Estados Unidos fueron, una vez m錕絪, el primer centro de impulsi錕絥 de la Ronda Uruguay y de la extensi錕絥 del temario de la misma. En la OMC, al igual que en el GATT, no cabe que se haga nada importante sin el respaldo estadounidense.

Es ya patente que otras cuestiones que afectan al intercambio internacional de bienes y servicios reclaman la atenci錕絥 de los gobiernos. Entre ellas mencionar錕? de manera particular, las normas en materia de inversiones. Aunque en el Acuerdo relativo al sector de los servicios se aborda la cuesti錕絥 de las inversiones en dicho sector, quedan todav錕絘 por elaborar normas de amplia base tendentes a asegurar para la inversi錕絥 internacional lo que se consigui錕?en el GATT con respecto a las mercanc錕絘s. Es tambi錕絥 probable que haya cabida para ocuparse de la pol錕絫ica en materia de competencia, evocada tan s錕絣o en t錕絩minos m錕絪 bien generales en el caso de los servicios y de la propiedad intelectual.

He mencionado esos temas nuevos para subrayar as錕?la constante pertinencia del sistema multilateral de comercio de cara a las necesidades de la econom錕絘 mundial. Es indudable que se precisa una actualizaci錕絥 continua del sistema para que 錕絪te se corresponda con el car錕絚ter cada vez m錕絪 planetario de la econom錕絘 mundial. El comercio internacional ha pasado a ocupar un lugar bastante m錕絪 importante en el contexto de pr錕絚ticamente todas las econom錕絘s nacionales. Si la producci錕絥 mundial se ha multiplicado casi seis veces en t錕絩minos reales desde 1950, el comercio mundial se ha multiplicado por trece. En los Estados Unidos, las exportaciones representaban tan s錕絣o el 5 por ciento de la renta nacional en 1960; a comienzos de los a錕給s noventa, la parte de las exportaciones en el PIB ascend錕絘 a m錕絪 del doble. Lamentablemente carecemos de estad錕絪ticas fiables acerca del comercio internacional de servicios, pero sabemos que el comercio de 錕絪tos registra una expansi錕絥 incluso m錕絪 r錕絧ida que la del comercio de mercanc錕絘s y totaliza actualmente alrededor del 20 por ciento de las corrientes comerciales internacionales. Ese 20 por ciento abarca 錕絥icamente el comercio transfronterizo, pero no en cambio las transacciones de los proveedores extranjeros de servicios en el seno de las econom錕絘s nacionales, que el Acuerdo General sobre el Comercio de Servicios incluye igualmente.

Al tiempo que crece la importancia del comercio, tambi錕絥 crece la contribuci錕絥 de 錕絪te a la creaci錕絥 y el mantenimiento de puestos de trabajo. En los Estados Unidos m錕絪 de siete millones de empleos dependen de las exportaciones de mercanc錕絘s. Del n錕絤ero total de puestos de trabajo creados en los Estados Unidos en m錕絪 o menos los diez 錕絣timos a錕給s, aproximadamente una tercera parte procede del incremento de las exportaciones de mercanc錕絘s, y de la actividad de exportaci錕絥 pr錕絚ticamente todos los nuevos empleos en el sector manufacturero. Si dispusi錕絩amos de estad錕絪ticas en lo que respecta a los servicios, esas cifras ser錕絘n incluso m錕絪 impresionantes.

Las corrientes internacionales de inversiones tambi錕絥 han aumentado espectacularmente en los 錕絣timos a錕給s. La inversi錕絥 extranjera directa para todos los pa錕絪es en conjunto totaliz錕?anualmente por t錕絩mino medio 50.000 millones de d錕絣ares EE.UU. en el curso de la primera mitad de los a錕給s ochenta, y en 1993 se elevaba ya a 194.000 millones de d錕絣ares EE.UU. Hubo una 錕絧oca en que los empresarios con actividades internacionales sol錕絘n enfocar el comercio y la inversi錕絥 como medios sustitutivos de asegurarse el acceso a mercados extranjeros. Hoy en d錕絘 las empresas tienen necesidad a menudo de estar en condiciones tanto de invertir como de comerciar para llevar adelante sus negocios -錕絪te es un aspecto importante de la actividad econ錕絤ica a escala mundial, y el 錕絰ito a tal respecto est錕?supeditado a la existencia de reg錕絤enes abiertos y previsibles en materia de comercio e inversi錕絥.

El n錕絤ero de pa錕絪es que participan activamente en el sistema internacional de comercio no ha cesado de progresar. En 1948 el GATT contaba con 23 miembros; en la OMC hay hoy 109 pa錕絪es miembros y el n錕絤ero de 錕絪tos se est錕?acrecentando con celeridad. Entre los pa錕絪es que negocian su eventual ingreso en la OMC figuran China, Rusia y muchas antiguas rep錕絙licas sovi錕絫icas. Esas negociaciones deben garantizar que los nuevos miembros satisfagan los requisitos prescritos para formar parte de la OMC; es sin duda innegable que todos deben acatar sus normas. Pero es igualmente innegable que la exclusi錕絥 de un pa錕絪 como China no aporta una base s錕絣ida a largo plazo para el sistema multilateral de comercio, ni tampoco, seg錕絥 mi parecer, para la estabilidad pol錕絫ica mundial.

Poca necesidad puede haber de exaltar en un foro como 錕絪te las ventajas que depara el intercambio internacional, pero s錕?quisiera explicar someramente por qu錕?atribuyo tanta importancia al mantenimiento del principio de no discriminaci錕絥, o de la naci錕絥 m錕絪 favorecida, en cuanto eje de las relaciones internacionales en la esfera del comercio y la inversi錕絥. No cabe duda de que el sistema internacional de comercio est錕?construido sobre varios planos: hay un plano que se presta a los enfoques bilaterales, uno m錕絪 amplio de alcance regional y, luego, el plano multilateral. No ser錕絘 realista -e incluso ser錕絘 equivocado- postular que las relaciones comerciales deben abordarse exclusivamente en el plano multilateral. Pero ser錕絘 igualmente equivocado considerar que los enfoques bilaterales o regionales constituyen una alternativa al sistema multilateral. No hay, ni debe haber, oposici錕絥 alguna entre esos tres estratos, sino m錕絪 bien una complementariedad natural entre ellos, bajo la primac錕絘 del sistema multilateral regido por normas. Perm錕絫anme dar seis razones por las que -tomando en consideraci錕絥 la existencia de los dem錕絪 estratos- un enfoque multilateral resulta esencial para que las naciones puedan beneficiarse plenamente de la especializaci錕絥 internacional.

En primer lugar, las pol錕絫icas comerciales no discriminatorias dan a los hombres de negocios la oportunidad de comprar y vender en las mejores condiciones posibles, libres de toda distorsi錕絥 de origen gubernamental en lo que concierne a las decisiones en materia de fuentes de abastecimiento. El principio NMF es pues uno de eficiencia, tanto en la medida en que garantiza el acceso a suministros de bajo costo como en la medida en que da a los productores la posibilidad de realizar ventas en mercados extranjeros sin tener que encontrarse por efecto de alguna pol錕絫ica en una situaci錕絥 de desventaja relativa frente a otros proveedores. En segundo lugar, dado un mundo de reg錕絤enes comerciales diferenciados y discriminatorios, la complejidad de todo negocio m錕絪 all錕?de una frontera y el tiempo que 錕絪te exigir錕?ser錕絥 mayores, lo que elevar錕?los costos y socavar錕?la competitividad. El trato NMF reduce pues, adem錕絪, el costo de las transacciones.

La tercera raz錕絥 en favor del mantenimiento del principio NMF viene determinada por la importancia de asegurarse de que las econom錕絘s en desarrollo y en transici錕絥 permanezcan dentro del marco del sistema. Un cambio notable que data de hace relativamente poco es la aceptaci錕絥 generalizada por esos pa錕絪es de pol錕絫icas basadas en el mercado. Ellos han reconocido las ventajas de un sistema internacional de comercio abierto, cuyos beneficios les interesa compartir. En el curso del 錕絣timo decenio m錕絪 de 70 pa錕絪es en desarrollo han puesto en marcha iniciativas multilaterales de liberalizaci錕絥 del comercio. No dejar錕絘 de ser ir錕絥ico, am錕絥 de oneroso, que esos pa錕絪es se pusieran bajo la advocaci錕絥 del sistema internacional de comercio precisamente cuando los principales protagonistas del mismo estar錕絘n empezando a adoptar un enfoque discriminatorio y excluyente.

En cuarto lugar, la discriminaci錕絥 inherente a toda relaci錕絥 comercial basada en la reciprocidad supondr錕?necesariamente que las relaciones econ錕絤icas queden definidas, fundamentalmente cuando no exclusivamente, en t錕絩minos bilaterales. Esto crear錕?a su vez v錕絥culos inextricables entre los intereses econ錕絤icos y la din錕絤ica pol錕絫ica -en otras palabras, el bilateralismo entra錕絘 una politizaci錕絥 del comercio. Las relaciones de poder pasar錕絥 en la negociaci錕絥 por delante de las regidas por normas. Los resultados de ella dejar錕絥 de depender de los propios intereses mutuos, ya que los pa錕絪es terminar錕絥 por actuar en funci錕絥 de lo que estar錕絥 forzados a hacer y no de lo que considerar錕絥 錕絫il desde el punto de vista del respectivo inter錕絪 nacional. El compromiso en pro de la cooperaci錕絥 internacional se debilitar錕?y la estabilidad de los acuerdos internacionales ser錕?menor. No habr錕?ya un sistema, s錕絣o arreglos bilaterales ad hoc, a menudo ef錕絤eros.

En quinto lugar, la posibilidad de extraer de los interlocutores comerciales compromisos de acceso a los mercados sobre la base de la amenaza de proceder en caso contrario a una exclusi錕絥 de sus productos, aunque pueda parecer tentadora en determinadas circunstancias, obliga de hecho a jugar una partida peligrosa. Es perfectamente posible que otros pa錕絪es sigan ese ejemplo, dado lo cual sus consecuencias ser錕絥 inciertas. La existencia de innumerables combinaciones de interlocutores comerciales encerrados en pujas dominadas por la reciprocidad debiera ser sin lugar a dudas una perspectiva capaz de hacer vacilar hasta a los m錕絪 f錕絩reos esc錕絧ticos con que tropieza la causa del multilateralismo. 錕紺u錕絣es ser錕絘n en nuestro actual mundo interdependiente las consecuencias de una situaci錕絥 como 錕絪a en lo que respecta a renta y crecimiento, para no mencionar las que tendr錕絘 en lo que respecta al desarrollo de la actividad empresarial? Una vez m錕絪, la amenaza de trastornos y de una costosa desorganizaci錕絥 de las relaciones econ錕絤icas internacionales regulares proceder錕絘 de la ausencia de normas claras y previsibles para la conducci錕絥 de las relaciones comerciales internacionales.

Por 錕絣timo, un elemento valioso del sistema de la OMC, a menudo inexistente o ineficaz en el 錕絤bito de los acuerdos bilaterales, es la soluci錕絥 imparcial de las diferencias. En el caso de los acuerdos bilaterales fundados en la reciprocidad, con excesiva frecuencia no hay forma de garantizar su observancia. A falta de un sistema estructurado de soluci錕絥 de diferencias, de incontestable legitimidad, los desacuerdos resultantes de arreglos bilaterales pueden dar lugar a un grave deterioro de las relaciones comerciales m錕絪 amplias, sin hablar de las de car錕絚ter pol錕絫ico.

Esas son las seis principales razones por las que los gobiernos se han atenido al principio NMF a lo largo del per錕給do de posguerra y por las que es esencial resistirse al se錕絬elo de las aparentes ventajas a corto plazo del bilateralismo.

Durante el breve tiempo que ha transcurrido desde que empec錕?a ejercer el cargo de Director General de la OMC, se han emprendido en 錕絪ta varias negociaciones relativas al sector de los servicios. A mi juicio, dos de ellas -sobre los servicios financieros y sobre las telecomunicaciones b錕絪icas- tienen particular importancia para el contexto en que se desarrollan las actividades empresariales internacionales. Se trata de negociaciones particularmente ilustrativas de los desaf錕給s que tiene ante s錕?el sistema multilateral de comercio, as錕?como del margen a su disposici錕絥 para hacer una aportaci錕絥 valiosa al aumento de la prosperidad. El acceso a servicios financieros y de telecomunicaciones eficaces y de poco costo constituye sin duda una condici錕絥 previa de la competitividad internacional para pr錕絚ticamente todos los sectores.

Las negociaciones relativas a las telecomunicaciones b錕絪icas deber錕絥 quedar concluidas a finales de abril del pr錕絰imo a錕給. Si culminan con 錕絰ito, traer錕絥 aparejadas nuevas oportunidades importantes en materia de comercio e inversi錕絥. Esas negociaciones coinciden con una tendencia a la liberalizaci錕絥 de dicha rama, que puede atribuirse tanto a las presiones de las industrias usuarias como al r錕絧ido avance tecnol錕絞ico. Pero hay una resistencia denodada a la supresi錕絥 de los mecanismos de suministro monopolista en muchos pa錕絪es, y la realizaci錕絥 de una acci錕絥 multilateral concertada ofrece las mejores posibilidades de conseguir resultados de vasto alcance. En caso de que las negociaciones finalicen con 錕絰ito, las empresas de explotaci錕絥 de las telecomunicaciones deber錕絘n quedar en condiciones de brindar una amplia gama de servicios a precios competitivos, tanto en el mercado nacional como en el internacional. Los Estados Unidos ocupan una posici錕絥 de vanguardia en esa esfera de negociaci錕絥, en cuanto pa錕絪 dotado de uno de los mercados de telecomunicaciones m錕絪 liberal y de costo m錕絪 bajo del mundo. Es de esperar que su compromiso en favor de un aut錕絥tico resultado multilateral siga careciendo de toda ambig錕絜dad. Se precisa un resultado decisivo en las negociaciones de la OMC para poder hacer realidad la visi錕絥 de una Sociedad Planetaria de la Informaci錕絥.

Para terminar, desear錕絘 insistir en que, para m錕? no hay en absoluto oposici錕絥 entre una defensa resuelta del inter錕絪 estadounidense y la existencia de un sistema multilateral abierto. Antes bien, ese sistema se ha ensayado ya y se ha constatado que es positivo, tanto para favorecer la prosperidad estadounidense como para defender los derechos estadounidenses con sujeci錕絥 a sus normas. Se trata de un sistema m錕絪 capaz ahora que nunca de satisfacer ese objetivo fundamental de los Estados Unidos que es el imperio de la ley en el comercio internacional. Ser錕絘 tr錕絞ico permitir que posturas estrechamente centradas en la reciprocidad, y las aparentes virtudes de ventajas sectoriales inmediatas conseguidas sobre la base de arreglos discriminatorios, pongan en peligro la continuidad y la estabilidad del sistema internacional de comercio. Esto no redundar錕絘 en provecho de ning錕絥 pa錕絪.