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Lo que est?ocurriendo en la OMC

NOTICIAS:  COMUNICADOS DE PRENSA 1995

PRESS/25
16 de octubre de 1995

La complejidad cada vez mayor de las relaciones econ錕絤icas internacionales exige la ampliaci錕絥 y la consolidaci錕絥 del sistema multilateral de comercio, dice el Director General de la OMC

“Las premisas pol錕絫icas, largo tiempo vigentes, de la guerra fr錕絘 han perdido su validez y las relaciones Norte-Sur, tantas veces dominadas en el pasado por una innecesaria polarizaci錕絥, que se reflejaba en un verdadero di錕絣ogo de sordos, han cambiado de modo irrevocable”, dijo hoy el Director General de la OMC, Sr. Renato Ruggiero, en el marco de las conferencias Paul-Henri Spaak, de la Universidad de Harvard, Boston (Estados Unidos).

“Desde la perspectiva del sistema multilateral de comercio, nos encontramos ahora ante la doble tarea de ampliar geogr錕絝icamente el alcance del sistema para hacerlo realmente mundial, y de asegurarnos de que sigue siendo efectivo en una situaci錕絥 de creciente complejidad en las relaciones econ錕絤icas internacionales”.

En una sugerente conferencia, el Sr. Ruggiero esboz錕?los aspectos m錕絪 apremiantes del programa que, actualmente y para un futuro previsible, tiene ante s錕?el sistema multilateral de comercio, poniendo de relieve que la OMC, ahora que se est錕?convirtiendo en una instituci錕絥 m錕絪 amplia y de m錕絪 vastos cometidos, tiene que atender a una diversidad a錕絥 mayor de intereses.

Un objetivo fundamental era incluir a China, Rusia y otras econom錕絘s en transici錕絥 dentro del sistema multilateral de comercio, en condiciones que contribuyan al proceso de reforma de cada una de esas econom錕絘s, pero que adem錕絪 mantengan plenamente la integridad del sistema. Muchos pa錕絪es en desarrollo hab錕絘n “dejado de lado la antigua separaci錕絥 entre el Norte y el Sur” y hab錕絘n “depositado su fe en el sistema de comercio de la OMC, que les ofrece continuidad, estabilidad y oportunidades comerciales para el futuro”, adoptando una pol錕絫ica comercial cada vez m錕絪 liberalizada y confiando cada vez m錕絪 en la competencia internacional para la obtenci錕絥 de ingresos y el fomento de su crecimiento. Es cierto que, en relaci錕絥 con los pa錕絪es en desarrollo de escasos ingresos que evidentemente no se est錕絥 beneficiando como debieran de la creciente prosperidad mundial, la OMC ha de asumir una responsabilidad compartida. Y tiene que conseguir, adem錕絪, que esos pa錕絪es puedan diversificar la producci錕絥 que ellos destinan a la exportaci錕絥 y ampliar sobre una base competitiva el acceso de esos productos a los mercados de otros pa錕絪es.

El Sr. Ruggiero destac錕?la necesidad de que la memorable creaci錕絥 de la OMC diera lugar a la aparici錕絥 de un sistema robusto, y continuamente en evoluci錕絥, como la econom錕絘 mundial que ha de sustentar. Su credibilidad depende del fiel cumplimiento por los gobiernos miembros de las normas, disciplinas y compromisos de apertura del mercado resultantes de la Ronda Uruguay y de la ejecuci錕絥 eficaz del mandato derivado de la propia Ronda, de celebrar nuevas negociaciones, especialmente en el sector del comercio de servicios.

El Sr. Ruggiero continu錕?describiendo las cuestiones que posiblemente habr錕絘 que abordar en el nuevo programa impuesto por el m錕絪 amplio proceso geopol錕絫ico de integraci錕絥 econ錕絤ica mundial, cuestiones entre las que figuraban las de las relaciones entre el comercio y el medio ambiente, las normas comerciales y sociales, los principios de reciprocidad y de naci錕絥 m錕絪 favorecida, el crecimiento del regionalismo y el sistema multilateral de comercio, y la relaci錕絥 entre las inversiones y una pol錕絫ica de competencia. “Los retos ante los que se encuentra el sistema multilateral de comercio”, dijo el Sr. Ruggiero, “rebasan los l錕絤ites de los problemas comerciales tal y como ven錕絘n defini錕絥dose hasta ahora. La confluencia de los acontecimientos pol錕絫icos y econ錕絤icos de los 錕絣timos a錕給s nos sit錕絘 en el umbral de una oportunidad hist錕絩ica de establecer un sistema realmente mundial para el desarrollo eficaz de las relaciones econ錕絤icas internacionales”.

Se adjunta el texto 錕絥tegro del discurso del Sr. Ruggiero.

Nota para los editores:

Paul-Henri Spaak (1899-1972) fue el principal pol錕絫ico de B錕絣gica en los decenios que siguieron a la segunda guerra mundial y uno de los pioneros de la cooperaci錕絥 europea. Desempe錕斤拷 un importante papel en la creaci錕絥 de la Comunidad Econ錕絤ica Europea y de la Organizaci錕絥 del Tratado del Atl錕絥tico Norte.

Un reto mundial : oportunidades y opciones que se ofrecen en el sistema multilateral de comercio


Decimocuarta Conferencia Paul-Henri Spaak por Renato Ruggiero
Director General de la Organizaci錕絥 Mundial del Comercio
Universidad de Harvard, 16 de octubre de 1995

I

Es para m錕? un placer estar hoy aqu錕?para pronunciar la decimocuarta conferencia Paul-Henri Spaak y honrar de ese modo la memoria de un gran visionario y pol錕絫ico europeo. Spaak consagr錕?su vida a la causa de la cooperaci錕絥 internacional, aportando a ella su m錕絰ima contribuci錕絥 en un momento en que los dirigentes de todo el mundo trataban de redefinir el orden mundial, a ra錕絲 del conflicto armado m錕絪 generalizado de toda la historia de la humanidad. Nada m錕絪 l錕絞ico que el que Paul-Henri Spaak, que era un paneuropeo comprometido, fuera al mismo tiempo ferviente partidario de la solidaridad atl錕絥tica: se trataba, despu錕絪 de todo, de piezas complementarias de un mismo rompecabezas. Pero tampoco hoy, en este mundo extraordinariamente interdependiente, creo yo que podamos hablar de cooperaci錕絥 internacional sin adoptar una visi錕絥 global de las cosas. Tal es la raz錕絥 por la que ahora voy a referirme a la cooperaci錕絥 internacional en su sentido m錕絪 amplio, y estoy seguro de que no les sorprender錕?que insista sobre todo en la importancia fundamental del sistema multilateral de comercio para el crecimiento y la estabilidad internacionales. Me gustar錕絘 transmitirles a ustedes el sentido de un sistema que est錕?continuamente en evoluci錕絥, justamente como la econom錕絘 mundial a la que sirve de respaldo. Perm錕絫aseme empezar por donde empez錕?Spaak en su lucha por la reconstrucci錕絥 de un mundo mejor, despu錕絪 de 1945. Y espero poder mostrarles, a medida que vayamos avanzando, que los problemas y las oportunidades ante los que hoy nos encontramos son en cierto modo comparables a los que se plantearon a los fundadores de nuestro sistema. Su visi錕絥 es algo que tenemos urgente necesidad de hacer hoy nuestra.

Con las lecciones de un nacionalismo destructor y de una pol錕絫ica econ錕絤ica introvertida, recientes todav錕絘 en las mentes de todos, los arreglos internacionales de comercio de la posguerra estaban concebidos para crear entre todas las naciones una interdependencia econ錕絤ica mutua que contribuyera a salvaguardar la paz y la seguridad. El comercio hab錕絘 de desempe錕絘r una funci錕絥 central en la consolidaci錕絥 de las relaciones entre las naciones y en el afianzamiento de la armon錕絘 internacional. A partir de sus comienzos, en gran parte inspirados por los Estados Unidos y de orientaci錕絥 trasatl錕絥tica, el sistema comercial del GATT ha aportado, en un 錕絤bito cada vez m錕絪 amplio, una contribuci錕絥 vital a la paz y la prosperidad en el curso de los 錕絣timos 50 a錕給s.

Las bases del sistema estaban profundamente enraizadas en el principio de no discriminaci錕絥 y pon錕絘n de relieve una s錕絣ida relaci錕絥 contractual reglamentada entre sus miembros. Estos dos elementos fueron la fuente del 錕絰ito del GATT, 錕絰ito que se refleja en el hecho de que el comercio internacional se multiplicara por 13 desde 1950. Cada vez son m錕絪 las oportunidades econ錕絤icas que se basan en el intercambio internacional. En los Estados Unidos, por ejemplo, las exportaciones no representaban m錕絪 que el 5 por ciento del ingreso nacional en 1960, pero en los primeros a錕給s del decenio de 1990 el porcentaje de las exportaciones en el PIB se hab錕絘 duplicado con creces. Desgraciadamente, no disponemos de buenas estad錕絪ticas sobre el comercio internacional de servicios, pero sabemos que el comercio de servicios se est錕?ampliando a un ritmo todav錕絘 m錕絪 r錕絧ido que el de mercanc錕絘s y representa ahora el 20 por ciento aproximadamente de las corrientes comerciales internacionales.

A medida que aumenta la importancia del comercio, aumenta la contribuci錕絥 de 錕絪te a la creaci錕絥 y el mantenimiento de empleos. S錕絣o en los Estados Unidos, m錕絪 de 7 millones de empleos dependen de las exportaciones de mercanc錕絘s. Alrededor de la tercera parte de todos los puestos de trabajo creados en los Estados Unidos en el curso de los 錕絣timos diez a錕給s tienen su origen en el aumento de las exportaciones de productos, y pr錕絚ticamente todos los nuevos empleos relacionados con las manufacturas deben su existencia a las actividades de exportaci錕絥. Si dispusi錕絩amos de cifras sobre los servicios, el resultado ser錕絘 todav錕絘 m錕絪 impresionante.

Tambi錕絥 el flujo de las inversiones internacionales se ha desarrollado espectacularmente en los 錕絣timos a錕給s. La afluencia de inversiones extranjeras directas a todos los pa錕絪es ascendi錕?por t錕絩mino medio a 50.000 millones de d錕絣ares EE.UU. al a錕給 durante la primera mitad del decenio de 1980, y se ha elevado a 194.000 millones en 1993. Hubo un momento en que las empresas internacionales tend錕絘n a ver el comercio y las inversiones como uno de los medios que pod錕絘n garantizarles el acceso a los mercados extranjeros. Hoy, las empresas tienen que ser capaces tanto de invertir como de comerciar a escala mundial, y para ello dependen de unos reg錕絤enes abiertos y previsibles de comercio e inversi錕絥.

El GATT presidi錕?ocho rondas de negociaciones comerciales multilaterales. En el curso de ellas, fue rebajando los aranceles aduaneros hasta reducirlos al promedio actual de menos del 4 por ciento, una d錕絚ima parte de los que se aplicaban en el per錕給do inmediatamente posterior a la guerra. Al reducirse los aranceles, han pasado a primer plano otras medidas restrictivas del comercio. En las 錕絣timas rondas de negociaciones del GATT se ha dado por eso m錕絪 importancia a los obst錕絚ulos no arancelarios al comercio, cre錕絥dose un conjunto cada vez m錕絪 amplio y complejo de derechos y obligaciones. Al mismo tiempo, los negociadores se han aventurado en nuevos terrenos de pol錕絫ica general, ajenos a los puramente relacionados con el comercio de mercanc錕絘s, con objeto de lograr que el sistema re錕絥a las condiciones necesarias para cumplir la tarea de ordenar las relaciones econ錕絤icas internacionales en el mundo de hoy.

La Ronda Uruguay, recientemente terminada, constituye el ejemplo m錕絪 claro de c錕絤o nuestro programa se ha ido ampliando para responder a las necesidades de cada momento. La Ronda Uruguay transform錕?al GATT en la Organizaci錕絥 Mundial del Comercio, asentando el sistema del comercio sobre bases institucionales coherentes y s錕絣idas. Y creando, por ejemplo, un nuevo procedimiento integrado de soluci錕絥 de controversias, que garantiza una soluci錕絥 r錕絧ida, objetiva y neutral de las diferencias comerciales que puedan plantearse entre los gobiernos. La Ronda consigui錕?tambi錕絥 importantes progresos en sectores, como los de la agricultura y los textiles, en los que m錕絪 han perdurado las pol錕絫icas proteccionistas, e introdujo una disciplina m錕絪 estricta en materia de subvenciones, comercio de Estado, normas t錕絚nicas y procedimientos de obtenci錕絥 de licencias, para no citar m錕絪 que algunos ejemplos. La Ronda Uruguay fue adem錕絪 la primera en la que se trat錕?del comercio de servicios y de la protecci錕絥 de los derechos de propiedad intelectual. Este compromiso, que a錕絥 se mantiene, con la liberalizaci錕絥 del comercio y el mejoramiento de la competencia constituye una contribuci錕絥 esencial de unos gobiernos con visi錕絥 de futuro a unas actividades econ錕絤icas globalizadas.

    La globalizaci錕絥, que para m錕?significa una multiplicidad de relaciones econ錕絤icas mutuamente complementarias entre las econom錕絘s nacionales, es una consecuencia natural de los progresos tecnol錕絞icos que se han registrado en las comunicaciones y los transportes. La globalizaci錕絥 se ha visto adem錕絪 fomentada por el entorno favorable que para ella han creado las reglas y los compromisos de acceso al mercado, del sistema multilateral. De ese modo, el apoyo de los gobiernos y la moderna tecnolog錕絘 han inducido a empresas y empresarios a operar -como la mayor錕絘 de ellos deseaban, naturalmente- a trav錕絪 de las fronteras, de un modo que hubiera sido muy dif錕絚il hace 20 錕?30 a錕給s. La realidad de la integraci錕絥 global (o lo que es lo mismo, mundial) se refleja claramente en la forma en que el aumento del comercio ha rebasado a錕給 tras a錕給 al aumento de la producci錕絥: cada 10 por ciento de aumento de la producci錕絥 ha ido acompa錕絘do de un 16 por ciento de aumento del comercio mundial. Y esta tendencia se est錕?acelerando: el a錕給 pasado, el aumento del comercio mundial casi triplic錕?el de la producci錕絥. Este incremento de la proporci錕絥 entre el comercio y la producci錕絥 mundiales no s錕絣o indica la creciente interdependencia entre las naciones, sino que, al poner de relieve el hecho de que el comercio internacional ha dado constantemente m錕絪 pruebas de dinamismo que la producci錕絥 en el per錕給do de la posguerra, destaca el papel central del comercio internacional en el crecimiento econ錕絤ico de ese per錕給do.

No faltan, por supuesto, aquellos a los que les gustar錕絘 retrasar el reloj para hacer desaparecer la interdependencia de los pa錕絪es, pero nadie puede interrumpir el curso de la historia. La interdependencia ha contribuido de manera incre錕絙le al aumento de los ingresos y al fomento de la paz entre las naciones, y no puede por menos de perdurar ... y de hacerse cada vez mayor. El reto al que ahora hemos de responder es el de conseguir que esa interdependencia sea cada vez m錕絪 beneficiosa y que sus beneficios se extiendan a todas las naciones.

Es un reto formidable, lo reconozco. Pero recientes acontecimientos nos han ofrecido tambi錕絥 una oportunidad hist錕絩ica, una posibilidad de definir algo distinto y duradero en las relaciones internacionales. Las premisas pol錕絫icas tanto tiempo vigentes y previsibles de la guerra fr錕絘 han dejado de tener curso. Tambi錕絥 han cambiado irrevocablemente las relaciones Norte-Sur, tantas veces dominadas en el pasado por una polarizaci錕絥 innecesaria y un di錕絣ogo de sordos. Mientras que el colapso del comunismo qued錕? vivamente simbolizado por el derrumbamiento del Muro de Berl錕絥, nada se錕絘l錕? an錕絣ogamente a la atenci錕絥 del mundo los cambios que han tenido lugar en las relaciones entre los pa錕絪es desarrollados y en desarrollo. Alg錕絥 d錕絘, sin embargo, veremos c錕絤o esos cambios han sido igualmente transcendentes.

II

Desde la perspectiva del sistema multilateral de comercio, 錕絨u錕?significa, pues, todo esto? Nos encontramos ahora ante una doble tarea. Tenemos que ampliar el 錕絤bito geogr錕絝ico del sistema para hacerlo realmente mundial, y tenemos al mismo tiempo que asegurarnos de que sigue siendo efectivo en una situaci錕絥 de creciente complejidad en las relaciones econ錕絤icas internacionales. Todos ustedes tendr錕絥 conciencia del incesante debate que viene desarroll錕絥dose en el marco de la Uni錕絥 Europea sobre las opciones que se plantean entre la extensi錕絥 geogr錕絝ica de la Uni錕絥 y la consolidaci錕絥 de sus disposiciones sustantivas. Es 錕絪te un debate pol錕絫icamente comprometido, dado que ampliaci錕絥 y consolidaci錕絥 son muchas veces consideradas como soluciones mutuamente excluyentes. Para el sistema multilateral de comercio, sin embargo, eso no es cierto. Y precisamente porque la OMC aspira a ser una entidad realmente mundial y comercialmente significativa, tenemos que avanzar simult錕絥eamente en ambos frentes.

Por lo que se refiere a la ampliaci錕絥 geogr錕絝ica, tenemos que resolver una serie de cuestiones. Primero, los 12 o m錕絪 Estados creados como consecuencia del colapso de la Uni錕絥 Sovi錕絫ica aspiran, o aspirar錕絥 en breve, a formar parte de la OMC. El procedimiento de adhesi錕絥 de Rusia est錕?ya en curso, como los est錕絥 los de otros antiguos pa錕絪es de la desaparecida Uni錕絥 Sovi錕絫ica, como los Estados B錕絣ticos, Ucrania y Armenia. De las relaciones entre China y el GATT se ha venido tratando desde hace unos diez a錕給s. Y la entrada de China, Rusia y otras econom錕絘s en transici錕絥 en la OMC, en calidad de participantes de pleno derecho, es uno de nuestros objetivos fundamentales para los pr錕絰imos meses y a錕給s.

En otros tiempos se permiti錕?el ingreso en el GATT de econom錕絘s de planificaci錕絥 centralizada, como Polonia, Rumania y Hungr錕絘, que no hab錕絘n emprendido todav錕絘 ning錕絥 esfuerzo serio de reforma econ錕絤ica. Para esos casos se prepararon protocolos especiales de adhesi錕絥, en los que se reconoc錕絘 la falta de oportunidades comerciales derivadas de las fuerzas del mercado, falta que se trataba de suplir mediante compromisos de ampliaci錕絥 de las importaciones, que permit錕絘n en todo caso la supervivencia de arreglos comerciales discriminatorios. Pero las razones de conveniencia pol錕絫ica y la limitada importancia econ錕絤ica de esos arreglos no tienen ya vigencia en la OMC de hoy. Las econom錕絘s en transici錕絥 est錕絥 comprometidas en espectaculares y dif錕絚iles transformaciones econ錕絤icas para la introducci錕絥 de un sistema basado en el mercado. Las condiciones de su eventual adhesi錕絥 a la OMC tienen que contribuir al proceso de reforma, y tienen que ser realistas. Ahora bien, el simple tama錕給 y la potencia econ錕絤ica de algunos de esos pa錕絪es exige tambi錕絥 que las condiciones de adhesi錕絥 respalden plenamente la integridad del sistema de comercio de la OMC. La coherencia del sistema no puede sacrificarse en aras de la universalidad ..., aunque 錕絪ta sea la meta final; porque un sistema de comercio mundial que excluya a una gran parte de la poblaci錕絥 del mundo es una contradicci錕絥.

La otra revoluci錕絥 geopol錕絫ica en el sistema de comercio es el gran avance que se ha registrado en la participaci錕絥 de los pa錕絪es en desarrollo. En el curso del 錕絣timo decenio han sido docenas los pa錕絪es en desarrollo que han adoptado una pol錕絫ica de comercio m錕絪 liberal y han confiado en mayor medida en la competencia internacional para la obtenci錕絥 de ingresos y el crecimiento. Durante los 錕絣timos diez a錕給s, m錕絪 de 70 pa錕絪es en desarrollo han adoptado medidas unilaterales de liberalizaci錕絥. Este proceso ha terminado con la antigua divisi錕絥 Norte-Sur. Muchos pa錕絪es de niveles totalmente distintos de ingresos y desarrollo han depositado su fe en el sistema de comercio de la OMC, que les ofrece continuidad, estabilidad y oportunidades comerciales para el futuro. No significa esto que los intereses y las prioridades de todos los pa錕絪es sean id錕絥ticos. Porque si bien parte de la funci錕絥 de la OMC es definir, siempre que sea posible, la comunidad de intereses, y fomentar una acci錕絥 conjunta, los pa錕絪es no pueden ser obligados a aceptar esa situaci錕絥, sino que tienen que ser convencidos del inter錕絪 que tiene para cada uno de ellos. De aqu錕?que, a medida que la OMC ampl錕絘 su 錕絤bito geogr錕絝ico y de actividad, tiene que compaginar una gama cada vez mayor de intereses. Esa tarea puede ser ahora m錕絪 dif錕絚il que en el mundo m錕絪 sencillo de antes, que estaba dominado por unos cuantos pa錕絪es, del mismo modo de pensar; pero tenemos que conseguirlo, y los resultados no ser錕絥 menos satisfactorios.

No obstante, como ya he dicho, entre los distintos pa錕絪es en desarrollo miembros de la OMC los intereses no son siempre los mismos. Mientras que muchos de ellos siguen creciendo y moderniz錕絥dose, y creando suficiente riqueza para que sus habitantes vivan cada vez mejor, algunos pa錕絪es en desarrollo de escasos ingresos es evidente que no participan de la creciente prosperidad global. Ninguna sociedad puede participar realmente de las oportunidades de un mercado mundial si muchos de sus ciudadanos carecen de lo necesario para vivir. Nosotros compartimos la responsabilidad de ofrecer a esos pa錕絪es las condiciones necesarias para salir de la situaci錕絥 en que se encuentran. Por lo que se refiere al sistema de comercio, tenemos que hacer cuanto podamos para que los pa錕絪es en desarrollo de bajos ingresos puedan diversificar su producci錕絥 destinada a la exportaci錕絥, y ampliar sobre una base competitiva los mercados de sus exportaciones. En la OMC estamos preparando un programa especial para 錕絝rica, en particular, cuyo objeto es ayudar a los gobiernos a aprovechar mejor las oportunidades de comercio internacional e inversiones extranjeras. Es 錕絪te un modesto esfuerzo que tiene que completarse, especialmente en colaboraci錕絥 con otras instituciones econ錕絤icas multilaterales.

III

Hasta aqu錕? por lo que se refiere a la tarea con que nos encontramos para hacer el sistema de comercio de la OMC verdaderamente universal desde un punto de vista geogr錕絝ico. 錕絈u錕?podemos decir acerca de la consolidaci錕絥 del sistema? Insistiendo en la liberalizaci錕絥, abriendo caminos en sectores del comercio en los que el proteccionismo llevaba mucho tiempo atrincherado, y abordando sin temor aspectos totalmente nuevos pero muy importantes del comercio, la Ronda Uruguay hizo una se錕絘lada contribuci錕絥 a las relaciones comerciales internacionales. La creaci錕絥 de la OMC constituy錕?un verdadero hito en ese proceso. Pero despu錕絪 de cada parto, es necesario ocuparse del ni錕給. Y a este respecto yo veo tres tareas esenciales de las que habr錕?de ocuparse nuestra nueva instituci錕絥 en los pr錕絰imos a錕給s. La primera es consolidar lo que ya hemos hecho. La segunda, concretar el programa de negociaciones previstas, que est錕?esencialmente constituido por cuestiones que quedaron pendientes en la Ronda. La tercera, hacer frente a los nuevos desaf錕給s que ya se perfilan en el horizonte. Perm錕絫aseme decir algunas palabras acerca de cada una de esas tareas.

  • Primero, consolidaci錕絥, o aplicaci錕絥. La mera enumeraci錕絥 de los temas que se trataron en la Ronda Uruguay resulta abrumadora, incluso para los m錕絪 audaces. Los textos que de ella salieron comprenden no menos de 19 acuerdos, 24 decisiones, 8 entendimientos y 3 declaraciones. Algunos de esos textos son evidentemente m錕絪 importantes que otros, pero todos juntos representan cerca de 500 p錕絞inas de documentos cuidadosamente elaborados y repletos de compromisos. (Quiz錕絪 no debiera referirme a las otras 24.000 p錕絞inas de compromisos espec錕絝icos de acceso al mercado.) Para algunos pa錕絪es, algunos de esos compromisos coincidir錕絥 con la pol錕絫ica que ya aplican. En otros casos, sin embargo, se impone el cambio. Y de todos los Miembros de la OMC se requiere un esfuerzo concertado para consolidar los resultados de la Ronda Uruguay y garantizar su pleno cumplimiento. Una cuesti錕絥 sobre la que cabe opinar es la de la posible aceleraci錕絥 del escalonamiento concertado para algunos de esos compromisos. Yo, por mi parte, no veo por qu錕?los beneficios de la liberalizaci錕絥 deber錕絘n retrasarse en ning錕絥 pa錕絪 un d錕絘 m錕絪 de lo absolutamente necesario. Incluso en su forma actual, los compromisos requieren d錕絘 a d錕絘 un trabajo seguido y continuo tanto por parte de los gobiernos como por parte de la OMC. Es 錕絪ta una actividad que raras veces se refleja en los titulares de los medios de comunicaci錕絥, pero que es esencial para un adecuado funcionamiento del sistema.
  • No obstante, nuestra mayor prioridad a corto plazo es asegurarnos de que el nuevo sistema de soluci錕絥 de diferencias resulta legal y pol錕絫icamente fiable. Cuando se susciten dificultades y desacuerdos, podr錕絥 invocarse las disposiciones de la OMC en materia de consultas, conciliaci錕絥 y soluci錕絥 de diferencias. La aceptaci錕絥 de los procedimientos de soluci錕絥 de diferencias y de sus conclusiones es tan importante como el respeto de las normas. Con s錕絣o nueve meses de experiencia, creo que podemos sentirnos alentados ante el funcionamiento del nuevo sistema. En primer lugar, los gobiernos est錕絥 utiliz錕絥dolo de una forma que demuestra una fe considerable en la OMC. En este per錕給do son alrededor de 20 los casos que se han sometido a la consideraci錕絥 del 錕絩gano de Soluci錕絥 de Diferencias, muchos m錕絪 que en cualquiera de los 47 a錕給s de existencia del GATT. En segundo lugar, la rapidez del procedimiento autom錕絫ico, unida al conocimiento de que, a su terminaci錕絥, la decisi錕絥 es ejecutoria, parece estar aproximando las voluntades y fomentando una r錕絧ida soluci錕絥 de las diferencias mediante el proceso inicial de consultas; uno de esos casos es la reciente controversia entre los Estados Unidos y el Jap錕絥 en relaci錕絥 con los autom錕絭iles y sus repuestos. Porque adem錕絪, de eso es de lo que se trata: de resolver r錕絧idamente las controversias comerciales, no, primordialmente, de crear jurisprudencia. Muchas diferencias se llevar錕絥, por supuesto, hasta el final, y no tengo la menor duda de que dar錕絥 lugar a decisiones objetivas, claras y motivadas, que merecer錕絥 la confianza de los gobiernos y de los legisladores de todos los pa錕絪es. Nadie tiene por qu錕?temer conclusiones arbitrarias o falta de neutralidad por parte de los grupos especiales de soluci錕絥 de diferencias de la OMC o del nuevo 錕絩gano Permanente de Apelaci錕絥.
  • Para todos los pa錕絪es, se han establecido nuevas obligaciones detalladas en materia de notificaci錕絥 de pol錕絫icas y medidas, de modo que las partes en el comercio puedan estar seguras de tener pleno conocimiento de las pol錕絫icas de sus interlocutores. La transparencia es un ingrediente esencial para fomentar la confianza mutua y promover el respeto de las normas. De hecho, uno de los resultados de la Ronda Uruguay fue la creaci錕絥 de un mecanismo de examen de las pol錕絫icas comerciales, con arreglo al cual la pol錕絫ica comercial de cada Miembro de la OMC es, siguiendo un sistema de rotaci錕絥, objeto de un detenido examen multilateral. Estos ex錕絤enes, que ofrecen a los pa錕絪es la oportunidad de mantener un intercambio de opiniones franco y no litigioso sobre sus pol錕絫icas respectivas, constituyen una valiosa contribuci錕絥 a la transparencia y ayudan a mejorar el conocimiento de las cuestiones de pol錕絫ica general por parte de todos los interlocutores comerciales.
  • En anteriores negociaciones multilaterales de comercio, las cuestiones pendientes tend錕絘n a reflejar la imposibilidad de llegar a un acuerdo sobre cuestiones bastante fundamentales, como la de abordar o no abordar los problemas del sector de la agricultura o de los textiles, o la de reformar las normas sobre medidas de salvaguardias. Apenas fue 錕絪te el caso en la Ronda Uruguay. No obstante, al terminar las negociaciones en 1993, era evidente que se hubiera necesitado m錕絪 tiempo en algunos sectores clave. Esa necesidad se hizo m錕絪 patente en el sector de los servicios, en el que ya, despu錕絪 de la Ronda Uruguay, hemos mantenido negociaciones sobre el comercio de servicios financieros y el movimiento de personas naturales, y estamos negociando ahora sobre los servicios b錕絪icos de telecomunicaciones y transporte mar錕絫imo. Es cierto que no hemos conseguido todo lo que hubi錕絩amos deseado en las negociaciones sobre los servicios financieros y las personas naturales, pero hicimos progresos. En los servicios financieros, en particular, unos 30 pa錕絪es asumieron valiosos compromisos adicionales sobre apertura de los mercados.
  • A finales de abril del a錕給 pr錕絰imo se terminar錕絥 las negociaciones sobre las telecomunicaciones b錕絪icas, que crear錕絥 nuevas e importantes oportunidades de comercio e inversi錕絥. Las negociaciones coinciden con las tendencias que se aprecian en la industria a una mayor liberalizaci錕絥, tanto debido a las presiones provenientes de los fabricantes de los productos de uso como al r錕絧ido desarrollo tecnol錕絞ico. Existe, sin embargo, resistencia a la erradicaci錕絥 de los arreglos monopol錕絪ticos de la oferta en muchos pa錕絪es, y una acci錕絥 multilateral concertada es la que m錕絪 probabilidades ofrece de conseguir buenos resultados. El 錕絰ito de esas negociaciones significar錕?que los operadores de telecomunicaciones podr錕絥 ofrecer, tanto en los mercados nacionales como en los internacionales, una amplia gama de servicios a precios competitivos. En la vanguardia de esas negociaciones se encuentran los Estados Unidos, con uno de los mercados de telecomunicaciones m錕絪 liberales y m錕絪 econ錕絤icos del mundo. Tal es la raz錕絥 por la que su inter錕絪 por un resultado genuinamente multilateral tiene una importancia esencial. Necesitamos que las negociaciones de la OMC desemboquen en unos firmes resultados que conviertan en realidad la visi錕絥 de la Sociedad Global de la Informaci錕絥, con todo lo que eso significa de revitalizaci錕絥 de las econom錕絘s, transformaci錕絥 de nuestras sociedades y posibilidades de acci錕絥 de las personas.
  • Las negociaciones sobre servicios de transporte mar錕絫imo, por su parte, se refieren a uno de los medios m錕絪 antiguos de comunicaci錕絥 entre los pueblos, medio que sigue siendo de fundamental importancia para el comercio de mercanc錕絘s. Las prodigiosas mejoras registradas en los 錕絣timos a錕給s en la tecnolog錕絘 de la navegaci錕絥 tienen que completarse con mejoras en el entorno de la pol錕絫ica general en que navegan esos buques. Tambi錕絥 son 錕絪tas negociaciones que se caracterizan por la contundencia con que se mantienen algunas posiciones, pero es esencial que no olvidemos que son tan v錕絣idas e importantes como las negociaciones en otros sectores.
  • Otra parte de las cuestiones pendientes de la Ronda Uruguay es el programa de futuros trabajos, derivado de sus conclusiones. A este respecto hay que tener en cuenta varios elementos. Los Miembros de la OMC han establecido ya un mandato para iniciar otra ronda de negociaciones sobre el comercio de servicios que permita conseguir gradualmente niveles m錕絪 elevados de liberalizaci錕絥. La primera de esas negociaciones deber錕絘 empezar dentro de un plazo de cinco a錕給s. An錕絣ogamente, en lo que respecta a la agricultura, los Miembros se han comprometido a iniciar negociaciones destinadas a reducir a錕絥 m錕絪 el apoyo y la protecci錕絥 que actualmente se presta a ese sector. El plazo fijado para esas negociaciones es el mismo que en el caso de los servicios. Estos compromisos y otros que se han asumido en el marco del Acuerdo de la OMC reflejan claramente el reconocimiento de la necesidad de una liberalizaci錕絥 continua y creciente del comercio, de una serie de esfuerzos cooperativos en el 錕絤bito mundial que sirvan de base a un sistema multilateral efectivo.

Est錕? tambi錕絥 el llamado “nuevo programa”, es decir, aquellos temas, que a medida que contin錕絘 el proceso de integraci錕絥 econ錕絤ica global, aparecen naturalmente como probables puntos del programa de trabajo de la OMC para el futuro.

  • Uno de esos “nuevos temas”, que ya est錕?en el programa de trabajo de la OMC, es la relaci錕絥 entre comercio y medio ambiente. En el fondo de la cuesti錕絥 est錕?el problema de c錕絤o relacionar el sistema multilateral de comercio basado en normas, la continua liberalizaci錕絥 de los intercambios comerciales y el desarrollo ulterior de la econom錕絘 mundial con las preocupaciones y objetivos ambientales. Es posible prever circunstancias en las que el comercio, a falta de una buena pol錕絫ica ambiental, pueda causar da錕給s en el medio ambiente -o, por el contrario, casos en los que las reglamentaciones ambientales puedan perjudicar al leg錕絫imo comercio. En tales circunstancias, sin embargo, hay que ponderar cuidadosamente si es la pol錕絫ica comercial o, por el contrario, la pol錕絫ica ambiental la que ha de ajustarse. Tampoco es dif錕絚il entender c錕絤o acuerdos ambientales internacionales mal concebidos pueden perturbar innecesariamente el comercio y reducir los ingresos, e incluso poner en peligro la reforma y el mejoramiento del medio ambiente. Al mismo tiempo, es igualmente importante reconocer las circunstancias en las que, gracias a su fomento de la eficiencia y a una mejor asignaci錕絥 de recursos escasos, la liberalizaci錕絥 comercial puede contribuir a la mejora del medio ambiente. Yo conf錕給 en que la labor que a este respecto estamos realizando en la OMC contribuya a un mejor conocimiento de las cuestiones y ayude a los gobiernos a desarrollar una pol錕絫ica m錕絪 coherente en esta esfera.
  • Comercio e inversi錕絥 es tambi錕絥 un tema que l錕絞icamente deber錕?incluirse en el nuevo programa, ya que una de las consecuencias de la globalizaci錕絥 es reducir las distinciones entre las distintas formas de acceso al mercado. En el marco del GATT, sol錕絘mos enfocar ese acceso al mercado simplemente en t錕絩minos de medidas arancelarias y no arancelarias. Reducir los aranceles y eliminar otros de los obst錕絚ulos que en frontera se oponen al comercio era la receta para la liberalizaci錕絥. Totalmente distinta era la cuesti錕絥 de las inversiones extranjeras. De hecho, los pa錕絪es sol錕絘n considerar los aranceles y otras barreras al comercio como mecanismos convenientes para atraer esas inversiones. La protecci錕絥 del mercado interno ofrec錕絘 interesantes beneficios a los inversionistas extranjeros. 錕絪a era la esencia de la estrategia del desarrollo basada en la sustituci錕絥 de las importaciones, estrategia en gran medida equivocada y que ahora est錕?ya desacreditada. En el mundo actual de las empresas internacionales, comercio e inversi錕絥 son cada vez m錕絪 considerados, no como rec錕絧rocamente sustituibles, sino como complementarios. Ahora es posible que partes distintas de una misma empresa comercial de base internacional est錕絥 localizadas en distintos pa錕絪es. Cada vez m錕絪, las empresas comercian para invertir, e invierten para comerciar. La OMC no puede permitirse prestar 錕絥icamente atenci錕絥 a la parte comercial de la ecuaci錕絥: eso equivaldr錕絘 a negar la realidad de las modernas pr錕絚ticas comerciales globales.
  • No es simple coincidencia que las inversiones extranjeras directas se hayan cuadruplicado en el mundo, para elevarse a casi 200.000 millones de d錕絣ares EE.UU. al a錕給, en los diez a錕給s anteriores a 1993. De hecho, la importancia de las inversiones se reconoci錕?en el Acuerdo General sobre el Comercio de Servicios, negociado en la Ronda Uruguay, en el que las inversiones, o la presencia comercial, fueron una de las cuatro formas de prestaci錕絥 de servicios en relaci錕絥 con las cuales los Miembros de la OMC aceptaron compromisos de acceso al mercado. Yo creo, sin embargo, que necesitamos un enfoque m錕絪 amplio, o m錕絪 horizontal, de las normas internacionales sobre la inversi錕絥. Esas normas deber錕絘n basarse en los principios de no discriminaci錕絥 y trato nacional de la OMC, y crear unas condiciones propicias para el desarrollo y la garant錕絘 de las inversiones extranjeras, ya sea en bienes o en servicios. La OCDE ha empezado ya a trabajar en ese sentido, pero yo creo que los gobiernos reconocer錕絥 tambi錕絥 cada vez m錕絪 la necesidad de ocuparse de las inversiones en un 錕絤bito m錕絪 global. Sobre todo porque los pa錕絪es en desarrollo son no s錕絣o los destinatarios de una proporci錕絥 cada vez mayor de las inversiones internacionales, sino adem錕絪 inversionistas ellos mismos, de importancia creciente, en otros pa錕絪es. Me permito hacer notar que el Acuerdo de la Ronda Uruguay sobre las Medidas en materia de Inversiones relacionadas con el Comercio prev錕?que los Miembros proceder錕絥 en un plazo de cinco a錕給s a un examen para la formulaci錕絥 de nuevas disposiciones sobre la pol錕絫ica de inversiones.
  • El mismo mandato encontramos en lo referente a la pol錕絫ica de la competencia, que tambi錕絥 tendremos que examinar como posible tema de consideraci錕絥 ulterior. Es verdad que lo que hemos hecho en el GATT y en la OMC en el curso de 50 a錕給s de promoci錕絥 de la liberalizaci錕絥 del comercio es precisamente fomentar la competencia. Pero si hemos conseguido que las normas sobre la competencia entre los pa錕絪es funcionen eficazmente, ese mismo 錕絰ito nos obliga a ir m錕絪 all錕?y a considerar c錕絤o el comportamiento de las empresas puede contribuir a perturbar la competencia internacional. Tenemos que ver si hay sectores en los que, para complementar las normas que muchos gobiernos tienen ya en su legislaci錕絥, se necesitan reglas expl錕絚itas sobre la competencia, o entendimientos espec錕絝icos, de car錕絚ter internacional. No me cabe la menor duda de que las reglas sobre la competencia son esenciales para un funcionamiento adecuado de los mercados, pero lo que ahora tenemos que aclarar es la mejor forma de promover, tanto en la esfera nacional como en la internacional, esas disciplinas.
  • Algunos Miembros de la OMC desear錕絘n que en el nuevo programa se incluyera tambi錕絥 un tema sobre comercio y normas sociales. Es 錕絪ta, sin embargo, una cuesti錕絥 muy controvertida que, por falta de consenso, no es posible incluir en el programa de la OMC.

Es evidente que lo que necesitamos, ante todo y sobre todo, es un esfuerzo de gran amplitud que permita ver con cierta claridad las muchas y complejas cuestiones que abarca este tema.

El primer punto que necesita aclaraci錕絥 es la naturaleza de la cuesti錕絥: 錕絥os referimos a la ventaja comparativa que ofrecen a los pa錕絪es en desarrollo sus niveles de sueldos m錕絪 bajos, como se mantiene algunas veces, o hablamos de derechos humanos o de normas laborales? Porque es realmente importante aclarar los t錕絩minos del debate en su relaci錕絥 con el comercio.

En segundo lugar habr錕絘 que determinar cu錕絣es son los puntos esenciales en relaci錕絥 con el comercio: cuando hablamos, por ejemplo, del trabajo de los ni錕給s, o de los derechos sindicales, 錕絣o hacemos en t錕絩minos de normas laborales, o en t錕絩minos de derechos humanos?

錕絪tas son s錕絣o algunas de las condiciones previas para el inicio de una discusi錕絥 sobre la utilidad que de hecho pueda tener un debate sobre estas cuestiones.

Afortunadamente, no partimos de cero. El debate sobre este tema empez錕?de hecho en la Conferencia de la Paz de Versalles, y algunos de los principios en juego se han reflejado desde un principio en el art錕絚ulo XX del Acuerdo General. En las Naciones Unidas, en la OCDE, en la OIT y en las administraciones nacionales, el debate ha progresado asimismo y ha dado incluso lugar a la adopci錕絥 de medidas pr錕絚ticas. A este respecto, he de referirme en particular a los recientes trabajos de la OIT para la identificaci錕絥 de algunos principios que podr錕絘n ser importantes para cualquier examen del tema en la OMC. Estos principios se han presentado como “valores compartidos”, sin que contra ellos hayan formulado la menor objeci錕絥 los miembros de la OIT.

Uno de esos principios es el de que el crecimiento y el desarrollo econ錕絤icos y sociales son en gran medida interdependientes. Cuando la situaci錕絥 econ錕絤ica es desfavorable, la situaci錕絥 social tiene muchas probabilidades de serlo igualmente. Y, viceversa, donde hay crecimiento econ錕絤ico, es tambi錕絥 m錕絪 probable que haya desarrollo social.

Aunque nadie deber錕絘 discutir el leg錕絫imo derecho de los pa錕絪es en desarrollo a utilizar la ventaja comparativa de su menor nivel de costos, y nadie deber錕絘 utilizar los derechos humanos y la cuesti錕絥 de las normas nacionales como excusa para un proteccionismo encubierto, ning錕絥 pa錕絪 deber錕絘 negar deliberadamente los derechos de los trabajadores, ni tratar de obtener unos costos artificialmente bajos recurriendo al trabajo forzado, la discriminaci錕絥 contra las mujeres, la explotaci錕絥 de los ni錕給s u otros abusos an錕絣ogos.

No deber錕絘mos en modo alguno permitir que este debate reavive la divisi錕絥 entre el Norte y el Sur. El di錕絣ogo es la mejor forma de encontrar procedimientos para mejorar la observancia de las normas laborales.

Finalmente, la OIT ha reconocido la necesidad de mejorar sus medios de acci錕絥 en esta esfera.

Quer錕絘 subrayar estos puntos, expuestos por la presidencia del Grupo de Trabajo de la OIT sobre las Dimensiones Sociales de la Liberalizaci錕絥 del Comercio Internacional a principios de este a錕給, porque yo creo que sobre la base de esos valores compartidos existe la posibilidad de establecer el punto de partida para un debate sobre la cuesti錕絥. Creo tambi錕絥 que, para convencer a los pa錕絪es en desarrollo de que en el debate no se ha introducido ninguna consideraci錕絥 de tipo proteccionista, es esencial demostrar que para paliar los problemas se est錕絥 adoptando todas las medidas posibles con excepci錕絥 de las sanciones comerciales. Ejemplo de ello es el memor錕絥dum de entendimiento sobre la eliminaci錕絥 del trabajo de los ni錕給s en la industria de las prendas de vestir de Bangladesh, memor錕絥dum que fue firmado en julio de este a錕給 por la industria, la OIT y el UNICEF, con el apoyo de los Gobiernos de Bangladesh y los Estados Unidos. Este enfoque conjunto combina las restricciones sobre el trabajo de los ni錕給s con el mejoramiento de las oportunidades de educaci錕絥 de los mismos. Es un enfoque bien orientado y constructivo de un problema espec錕絝ico, que como tal creo que representa para nosotros un modelo 錕絫il para futuros esfuerzos. Restringir en cambio, simplemente las importaciones de prendas de vestir de las industrias de que se trata habr錕絘 empeorado seguramente la situaci錕絥 de esos ni錕給s.

Perm錕絫aseme resumir mis ideas sobre esta cuesti錕絥, repitiendo la necesidad que, a mi juicio, existe de una consideraci錕絥 amplia y global de los problemas; s錕絣o de ese modo ser錕?posible crear la confianza necesaria para establecer un consenso con miras a un debate sobre sus relaciones con el comercio.

IV

Por 錕絣timo, aunque no sea lo menos importante, quisiera decir algunas palabras sobre dos cuestiones relacionadas entre s錕? que son la de la reciprocidad y la del desarrollo del regionalismo en las relaciones comerciales internacionales.

  • Se oyen de vez en cuando llamadas en favor de una pol錕絫ica comercial que est錕?basada en la reciprocidad, en lugar de en el principio b錕絪ico NMF. Esas llamadas parten de la hip錕絫esis de que el grado de liberalizaci錕絥 ya conseguido por ciertos pa錕絪es no constituye para 錕絪tos, en una negociaci錕絥 multilateral, una defensa real contra aquellos cuyo proceso de liberalizaci錕絥 est錕?mucho menos avanzado. Los partidarios de la reciprocidad mantienen que esos pa錕絪es no tienen ning錕絥 incentivo real para una mayor liberalizaci錕絥, habida cuenta de los beneficios que ya les reporta el sistema NMF.

    Perm錕絫aseme hacer un par de observaciones sobre esta cuesti錕絥. La primera es que presentar la reciprocidad como alternativa del trato NMF constituye una considerable desviaci錕絥 del sistema comercial que hemos construido durante 50 a錕給s, y es exactamente lo contrario de lo que los pioneros del sistema multilateral hab錕絘n previsto.

    En segundo lugar, comprendo que una naci錕絥 o un grupo regional que se consideran a s錕?mismos como mercados abiertos tienen derecho a luchar lo que haga falta para conseguir de todos sus interlocutores comerciales el mayor grado posible de liberalizaci錕絥. Si ese argumento se utiliza t錕絚tica y temporalmente como medio de negociaci錕絥, no es mucha la alarma que pueden despertar sus posibles consecuencias para el conjunto del sistema. Pero si se convierte en un instrumento permanente de pol錕絫ica, el riesgo que pueda representar para el sistema multilateral puede llegar a ser real.

    El comercio es t錕絚nico en su esencia, pero altamente pol錕絫ico en sus consecuencias. Reciprocidad como alternativa estructural del sistema multilateral equivale a bilateralismo; bilateralismo equivale a discriminaci錕絥; y el resultado final son unas relaciones comerciales basadas en el poder, no en las normas. Ser錕絘 錕絪ta una peligros錕絪ima desviaci錕絥 de la positiva historia del sistema multilateral.

  • M錕絪 complicada es la cuesti錕絥 del crecimiento del regionalismo. No existe ninguna contradicci錕絥 natural entre regionalismo y sistema multilateral. 錕絪ta ha sido la opini錕絥 com錕絥 de la gran mayor錕絘 de la comunidad comercial internacional. Donde existe una contradicci錕絥 real, y en esto no se puede dejar de insistir, es entre libre comercio y proteccionismo. Las iniciativas de comercio regional pueden indudablemente contribuir a reducir las barreras al comercio y promover, por lo tanto, el crecimiento econ錕絤ico. Pero la relaci錕絥 entre el regionalismo y un sistema multilateral basado en el principio NMF es, en todo caso, compleja. Las disposiciones del GATT han tratado de asegurar la compatibilidad entre ambos conceptos exigiendo que los acuerdos regionales comprendan pr錕絚ticamente todo el comercio entre las partes y promuevan una pol錕絫ica comercial que no d錕?lugar a m錕絪 protecci錕絥, o a m錕絪 restricciones al comercio de los pa錕絪es no miembros. En la pr錕絚tica, sin embargo, ha sido casi imposible evaluar la compatibilidad de los acuerdos regionales con el sistema multilateral, en armon錕絘 con esas disposiciones. Desde la creaci錕絥 del GATT, hace casi 50 a錕給s, se han notificado 108 acuerdos regionales, de los que 80 han sido hasta ahora examinados, y s錕絣o seis (entre los que no se cuenta el de la Uni錕絥 Europea) se han calificado de compatibles con las normas que acabo de mencionar. M錕絪 recientemente, se han notificado 20 nuevos acuerdos regionales, que est錕絥 en espera de ser examinados por la OMC; no ser錕絘 sorprendente que los resultados fueran parecidos. Es evidentemente necesario mejorar las reglas y los procedimientos con arreglo a los cuales pueden los Miembros de la OMC evaluar esa relaci錕絥 esencial. Pero es tambi錕絥 evidente que los aspectos legales no son m錕絪 que parte de la cuesti錕絥.

    La relaci錕絥 entre liberalizaci錕絥 regional y multilateral en la pr錕絚tica ha sido algo distinto y generalmente m錕絪 positivo. A las sucesivas ampliaciones de la Uni錕絥 Europea han seguido, por ejemplo, negociaciones comerciales multilaterales que han mantenido una relaci錕絥 de hecho entre los progresos realizados en la esfera regional y los correspondientes al plano multilateral. Esa relaci錕絥 es el motivo por el que la mayor錕絘 de los observadores han visto los acuerdos regionales como piezas para la edificaci錕絥 del libre comercio multilateral.

    錕紼st錕? cambiando la situaci錕絥, o tenemos que revisar esa idea generalmente positiva? Perm錕絫aseme exponer a este respecto algunas consideraciones.

    Hasta hace relativamente poco no hab錕絘 m錕絪 que un gran grupo regional, limitado a cierto n錕絤ero de pa錕絪es de la Europa Occidental. Los Estados Unidos eran hist錕絩icamente opuestos al regionalismo. Pero esa situaci錕絥 ha cambiado. Desde el decenio de 1980, los Estados Unidos han empezado a establecer sus propios acuerdos regionales, mediante el libre comercio con el Canad錕? en el marco del TLC, el APEC, etc. Ahora casi todos los pa錕絪es Miembros de la OMC pertenecen adem錕絪 a un acuerdo de comercio regional. La importancia de los acuerdos regionales como medio de reducci錕絥 de los aranceles ha disminuido (gracias tambi錕絥 al 錕絰ito del GATT). Los acuerdos regionales se est錕絥 haciendo cada vez m錕絪 importantes en lo que concierne a las reglas del comercio y al peso pol錕絫ico que representan en las negociaciones internacionales. Son 錕絪tos elementos que podr錕絘n perturbar el paralelismo entre los progresos regionales y los multilaterales; existe, en efecto, el riesgo de que el antagonismo entre los grupos regionales dificulte los progresos del sistema multilateral.

    Por otra parte, iniciativas regionales tales como la creaci錕絥 sugerida de una zona de libre comercio transatl錕絥tica podr錕絘 dar la impresi錕絥 de una reaparici錕絥 de la antigua separaci錕絥 discriminatoria entre el rico Norte y el pobre Sur.

    La conclusi錕絥 a la que llego es la de que tenemos que estar muy atentos al reforzamiento de las relaciones que hasta ahora han existido entre el progreso regional y el multilateral. Lo que esto significa desde el punto de vista pr錕絚tico es que las iniciativas de liberalizaci錕絥 regional tienen que estar estrechamente asociadas a las de car錕絚ter multilateral. Lo que los pa錕絪es est錕絥 dispuestos a hacer en la esfera regional, deber錕絘n tambi錕絥 estar dispuestos a hacerlo en el plano multilateral, de modo que se mantenga este paralelismo entre compromisos regionales y multilaterales.

    En el centro de esta relaci錕絥 se encuentra la cuesti錕絥 b錕絪ica del tipo de sistema internacional que queremos: un sistema mundial basado en el principio de no discriminaci錕絥 y plasmado en reglas convenidas y de aplicaci錕絥 obligada, o un mundo dividido en bloques regionales con todas las consecuencias que eso puede implicar para la estabilidad pol錕絫ica y la seguridad.

V

Para resumir, es evidente que los problemas ante los que se encuentra el sistema multilateral de comercio rebasan con mucho los l錕絤ites de lo que antes se consideraba como cuestiones comerciales. Ya s錕?que para muchas personas -y tambi錕絥 para muchos pa錕絪es- la evoluci錕絥 es inquietante, e incluso alarmante. Ya sea ante los desaf錕給s que representa la revoluci錕絥 inform錕絫ica para cualquier persona de m錕絪 de 30 a錕給s, ya ante el ritmo de la globalizaci錕絥 econ錕絤ica, se produce el comprensible reflejo de pedir al mundo que aminore un poco su marcha. No obstante, sabemos que no lo har錕?

Si reducimos nuestras importaciones de los pa錕絪es en desarrollo, disminuimos su crecimiento, pero tambi錕絥 el nuestro. Y el crecimiento de muchos pa錕絪es en desarrollo ser錕?el motor m錕絪 poderoso de crecimiento de los pa錕絪es desarrollados.

Al mismo tiempo, si reducimos las oportunidades de exportaci錕絥 de los pa錕絪es en desarrollo no hacemos m錕絪 que aumentar el desempleo y la pobreza en esos pa錕絪es, reduciendo al mismo tiempo las oportunidades que se ofrecen a los sectores m錕絪 j錕絭enes de su poblaci錕絥.

Y si tratamos de cerrar nuestras fronteras tanto a las mercanc錕絘s como a las personas no haremos m錕絪 que aumentar la inestabilidad, la violencia, la guerra y el terrorismo. Por eso la 錕絥ica pol錕絫ica defendible, tanto para nosotros como para los pa錕絪es en desarrollo, es una pol錕絫ica de compromiso decidido en favor de la apertura.

Y por eso tenemos que mantener el sistema multilateral, con su acreditado marco de principios y reglas en buen estado; se trata de un firme asidero, en un mundo cambiante. La liberalizaci錕絥, dentro del sistema multilateral, significa que este proceso imparable puede llevarse a cabo con arreglo a unas normas y unas disciplinas internacionalmente convenidas. Es lo contrario de un proceso ca錕絫ico e incontrolado: sin la seguridad del sistema multilateral, el cambio ser錕絘 desde luego un salto en el vac錕給.

Al mismo tiempo, el sistema multilateral se est錕?convirtiendo en un problema cada vez m錕絪 pol錕絫ico. Y eso es porque su evoluci錕絥 afecta tambi錕絥 en medida creciente a la pol錕絫ica reguladora nacional, m錕絪 que a los obst錕絚ulos en las fronteras, y adem錕絪 porque los retos ante los que se encuentra el sistema son cada vez m錕絪 pol錕絫icos, en lugar de t錕絚nicos. En este contexto, podr錕絘 ser muy importante examinar la posibilidad de reforzar la base institucional del sistema, desarrollando por ejemplo la dimensi錕絥 pol錕絫ica de su instituci錕絥 central, la OMC.

Estoy profundamente convencido de que la conjugaci錕絥 de acontecimientos pol錕絫icos y econ錕絤icos de los 錕絣timos a錕給s nos sit錕絘 en el umbral de una extraordinaria oportunidad hist錕絩ica: la de establecer un sistema verdaderamente mundial para el desarrollo de las relaciones econ錕絤icas internacionales, un sistema que responda prontamente al cambio y a las necesidades de cada momento, un sistema del que cada pa錕絪 se sienta realmente parte activa. Respondamos a ese desaf錕給, como Spaak y los otros art錕絝ices del mundo de la posguerra respondieron a los de aquel momento. Sus logros han configurado nuestro presente, y deber錕絘n inspirar nuestro futuro.