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PRESS/46
24 de abril de 1996
Las iniciativas regionales deben tender al establecimiento de un mercado mundial libre, dice Ruggiero
El Director General de la OMC hace referencia a los progresos alcanzados en materia de telecomunicaciones y exhorta a que en el orden del d錕絘 de Singapur se aborden los problemas de los pa錕絪es menos adelantados.
En un discurso de amplio alcance titulado Repercusiones para el comercio en un mundo sin fronteras, el Sr. Ruggiero abog錕?por un regionalismo abierto, en el que los grupos regionales eliminen los obst錕絚ulos internos al comercio y reduzcan al mismo tiempo los obst錕絚ulos aplicados a terceros. Cada uno de los grupos regionales existentes o por crearse tiene que colaborar con visi錕絥 y determinaci錕絥 a asegurar que al final del proceso tanto el enfoque regional como el multilateral contribuyan a la plena liberalizaci錕絥 en un mercado mundial libre, dijo el Sr. Ruggiero.
Refiri錕絥dose a las telecomunicaciones, el Sr. Ruggiero expres錕?que, a medida que las negociaciones de la OMC se acercan a la fecha l錕絤ite del 30 de abril, la comunidad de intereses de los pa錕絪es industrializados y los pa錕絪es en desarrollo resulta clara. Dijo que las cuestiones no se refer錕絘n a la soberan錕絘 de los reg錕絤enes nacionales de telecomunicaciones, sino m錕絪 bien a la necesidad de que todas las econom錕絘s queden abiertas a las telecomunicaciones modernas, a fin de disminuir las restricciones espaciales y temporales que afectan a los operadores y ampliar el acceso de sus ciudadanos a la materia prima m錕絪 importante del siglo XXI: la informaci錕絥.
En lo que respecta al orden del d錕絘 de la primera Conferencia Ministerial de la OMC, que se celebrar錕?en Singapur entre el 9 y el 13 de diciembre de 1996, el Sr. Ruggiero subray錕? que, al examinar la aplicaci錕絥 de los Acuerdos de la Ronda Uruguay, nuestra atenci錕絥 se debe dirigir especialmente a los graves problemas que afectan a los pa錕絪es menos adelantados. Insisti錕?asimismo en la necesidad de seguir la marcha de los progresos que se alcancen en la soluci錕絥 de los problemas que afectan a los pa錕絪es importadores netos de productos alimenticios.
Se adjunta el texto 錕絥tegro del discurso del Sr. Ruggiero.
Repercusiones para el comercio en un mundo sin fronteras
Discurso del Sr. Renato Ruggiero, Director General de la Organizaci錕絥 Mundial del Comercio ante el Congreso Mundial del Comercio, Singapur, 24 de abril de 1996
Nada me ser錕絘 m錕絪 placentero que hablar sobre la realidad de un mundo sin fronteras, si estuvi錕絩amos viviendo en un mundo as錕? pero, como todos sabemos, esto dista mucho de ser cierto. Me concentrar錕? en cambio, en lo que el comercio, o m錕絪 bien la Organizaci錕絥 Mundial del Comercio, puede hacer para acercarnos a ese objetivo fundamental. En esta tarea, me centrar錕?en el examen de algunas de las cuestiones que probablemente la OMC deber錕?afrontar en su primera Reuni錕絥 Ministerial, que se celebrar錕?en Singapur en el mes de diciembre, y en los problemas de car錕絚ter m錕絪 general que tiene ante s錕?el sistema multilateral de comercio. Perm錕絫anme tambi錕絥 aprovechar esta oportunidad para encomiar al Gobierno de Singapur y al International Herald Tribune por su iniciativa de organizar la presente conferencia, que estoy seguro aportar錕?una importante contribuci錕絥 a una mejor comprensi錕絥 de estas cuestiones y proporcionar錕?un importante aporte intelectual a la labor de la Conferencia Ministerial.
Desde la posici錕絥 privilegiada de Singapur, el mundo sin fronteras puede quiz錕?parecer muy pr錕絰imo. Muy pocas econom錕絘s han aprovechado las oportunidades que ofrece la integraci錕絥 econ錕絤ica mundial con la misma visi錕絥 y determinaci錕絥. La contribuci錕絥 de Singapur y su creciente poder錕給 econ錕絤ico se hacen presentes sobre todo en aquellos sectores en los que la mundializaci錕絥 est錕?m錕絪 adelantada: los servicios, la tecnolog錕絘 avanzada y el capital intelectual de todo tipo. Sin embargo, para otros Miembros de la OMC -por ejemplo, los que dependen de las exportaciones de productos agr錕絚olas o textiles- el mundo sin fronteras puede parecer un objetivo m錕絪 remoto. Puede parecer distante en los pa錕絪es menos adelantados de 錕絝rica o de otras regiones, cuyo problema inmediato es integrarse en el sistema de comercio tal como es actualmente.
La OMC, de la que son Miembros 120 pa錕絪es, tiene que ayudar a configurar el programa econ錕絤ico y comercial del siglo XXI, sin pasar por alto la permanente necesidad de encontrar soluciones para los problemas que nos han acompa錕絘do durante muchos a錕給s. Por consiguiente, ese programa debe ser amplio y equilibrado, de conformidad con el principio de consenso que gu錕絘 la labor de la OMC, pero ha de estar en constante evoluci錕絥.
La realidad econ錕絤ica en cuyo marco se ha de desarrollar la labor de la OMC es el impulso constante e irrefrenable hacia la integraci錕絥 econ錕絤ica mundial. Los datos comerciales recientes demuestran que la mundializaci錕絥 de las econom錕絘s avanza a un ritmo r錕絧ido, haciendo a los pa錕絪es cada vez m錕絪 interdependientes, incluido los pa錕絪es en desarrollo y las econom錕絘s en transici錕絥. El comercio mundial crece a un ritmo que es casi tres veces el del crecimiento de la producci錕絥 mundial. En 1995, el volumen de las exportaciones mundiales de mercanc錕絘s aument錕?un 8 por ciento, mientras que la producci錕絥 mundial de mercanc錕絘s se increment錕?en un 3 por ciento.
Donde mejor se refleja la integraci錕絥 econ錕絤ica mundial es en Asia. Los pa錕絪es en desarrollo de Asia se han convertido en un centro importante de la actividad comercial mundial; son tambi錕絥 los mercados que registran un crecimiento m錕絪 r錕絧ido. El volumen de las importaciones destinadas a los pa錕絪es asi錕絫icos en su conjunto creci錕?conforme a una tasa anual del 10 por ciento entre 1990 y 1995. En 1995, las importaciones de los diez principales pa錕絪es en desarrollo de Asia ascendieron a casi 750.000 millones de d錕絣ares EE.UU.
La tasa de crecimiento de las importaciones de Asia, que fue del 13 por ciento en 1995, super錕?la media mundial por cuarto a錕給 consecutivo. En 1995, y tambi錕絥 por cuarta vez consecutiva, el volumen de las importaciones de Asia aument錕?m錕絪 r錕絧idamente que el de sus exportaciones.
En los pr錕絰imos cinco a錕給s, el incremento del volumen de las importaciones de mercanc錕絘s de los diez principales pa錕絪es en desarrollo de Asia podr錕絘 llegar a ser tan grande como el aumento de las importaciones sumadas de la Uni錕絥 Europea y los Estados Unidos. M錕絪 de un tercio del aumento real de las importaciones mundiales podr錕絘 estar destinado precisamente a esos diez mercados.
En Ginebra est錕?actualmente en marcha el proceso preparatorio de la Conferencia Ministerial. Su primer logro ha sido un acuerdo sobre la estructura de la reuni錕絥. Se tratar錕?de un marco flexible y equilibrado, que permitir錕?la formulaci錕絥 de declaraciones pol錕絫icas de car錕絚ter m錕絪 general por parte de los Ministros y tambi錕絥 un examen sustantivo de las cuestiones con el objeto de obtener resultados s錕絣idos.
El examen del orden del d錕絘 de la reuni錕絥 acaba de comenzar, y el clima ha sido positivo. Naturalmente, existen entre los Miembros enfoques y prioridades diferentes, pero ninguno de ellos aparece en esta etapa como inconciliable.
A mi juicio, este clima positivo obedece al menos parcialmente a una evoluci錕絥 en la manera en que se abordan las cuestiones en la OMC. Esto se manifiesta principalmente en dos aspectos. En primer lugar, estamos comprobando que actualmente es posible entablar negociaciones sectoriales muy importantes sin que sea necesario tener que elaborar en todos los casos acuerdos globales intersectoriales y de amplio alcance, como se hizo en las sucesivas Rondas del GATT. Los necesarios elementos de concesi錕絥 mutua pueden existir dentro de un sector, como lo hemos comprobado en las recientes negociaciones sobre servicios.
En segundo lugar, estas negociaciones sectoriales de alcance mundial han confirmado y a錕絥 mejorado los logros de la Ronda Uruguay, poniendo a los pa錕絪es industrializados y a los pa錕絪es en desarrollo en el mismo lado de la mesa de negociaci錕絥. Se pueden tomar como ejemplo los servicios financieros: resultaba claro que el inter錕絪 de los pa錕絪es industrializados resid錕絘 en abrir el acceso a los mercados en expansi錕絥 de las econom錕絘s en desarrollo. Sin embargo, era tambi錕絥 evidente que los intereses de los pa錕絪es en desarrollo iban en la misma direcci錕絥, ya que al acordar una estructura m錕絪 abierta, transparente y previsible para los servicios financieros, maximizaban su posibilidad de atraer inversiones y aseguraban una de las condiciones b錕絪icas para el crecimiento de todos los sectores econ錕絤icos.
Los mismo sucede en el sector de las telecomunicaciones, en el que debemos llegar a feliz t錕絩mino la semana pr錕絰ima. A medida que nos acercamos al final de la negociaci錕絥, la comunidad de intereses de los pa錕絪es industrializados y los pa錕絪es en desarrollo resulta clara. Tambi錕絥 resulta evidente que lo que est錕?en juego no es la soberan錕絘 de los reg錕絤enes nacionales de telecomunicaciones: los cambios r錕絧idos y radicales que se producen en materia de tecnolog錕絘 nos obligan a examinar nuevamente este concepto. Las cuestiones que se plantean verdaderamente en este sector se relacionan con la necesidad de que todas las econom錕絘s queden abiertas a las telecomunicaciones modernas, a fin de disminuir las restricciones espaciales y temporales que afectan a los operadores y ampliar el acceso de sus ciudadanos a la materia prima m錕絪 importante del siglo XXI: la informaci錕絥.
Tanto en el caso de los servicios financieros como en el de las telecomunicaciones, nos estamos ocupando verdaderamente del futuro.
Aunque las tecnolog錕絘s de los servicios mar錕絫imos son m錕絪 antiguas, se podr錕絘 decir casi lo mismo de las negociaciones en curso en este sector. Tambi錕絥 en este caso la importancia decisiva que reviste el sector para la mayor parte de las formas de actividad econ錕絤ica y en pr錕絚ticamente todos los pa錕絪es hace que sea impensable aceptar la posibilidad de un fracaso.
Estos argumentos no se refieren exclusivamente al sector de los servicios. Piensen ustedes en el comercio y el medio ambiente, tema que en alg錕絥 momento se consider錕?que separaba peligrosamente a los pa錕絪es industrializados de los pa錕絪es en desarrollo. Tambi錕絥 en esta materia est錕?apareciendo un terreno com錕絥.
En estas circunstancias alentadoras abordamos la cuesti錕絥 del orden del d錕絘 de la Conferencia Ministerial. Una estructura b錕絪ica para este examen, basada en general en una propuesta anterior del Ministro Yeo, parece estar obteniendo un amplio nivel de aceptaci錕絥. Desear錕絘 formular algunas breves observaciones sobre algunos de los puntos que aparecen en esa lista.
En primer lugar figura la aplicaci錕絥. Esto no debe suponer simplemente una labor cuantitativa de inventario, sino tambi錕絥 una visi錕絥 y un compromiso pol錕絫icos renovados. Tambi錕絥 debe abarcar la manera en que todos nos hacemos cargo de la situaci錕絥 de los pa錕絪es en desarrollo y en particular la de los pa錕絪es menos adelantados.
En la Conferencia Ministerial, nuestra atenci錕絥 se debe dirigir especialmente a los graves problemas que afectan a los pa錕絪es menos adelantados. Teniendo en cuenta los textos de Marrakech, debemos examinar qu錕?nuevas medidas espec錕絝icas se podr錕絘n tomar para ayudar a esos pa錕絪es mediante la apertura de los mercados, la promoci錕絥 de las inversiones y el fomento de la capacidad institucional y humana, con un ambicioso programa de asistencia t錕絚nica en cooperaci錕絥 con otros organismos.
Por 錕絣timo, no debemos olvidar que tambi錕絥 tenemos la obligaci錕絥 de seguir la marcha de los progresos que se alcancen en la soluci錕絥 de los problemas que afectan a los pa錕絪es importadores netos de productos alimenticios.
Perm錕絫anme referirme ahora a lo que se ha dado en llamar nuevas cuestiones. Lo primero que cabe se錕絘lar es que hasta ahora s錕絣o existe una cuesti錕絥 realmente nueva: la propuesta estadounidense de que se aborde en la OMC la cuesti錕絥 de la corrupci錕絥. Es dif錕絚il negar que se trata de una preocupaci錕絥 que al menos merece ser examinada seriamente.
Entre las restantes cuestiones, desear錕絘 centrarme especialmente en el comercio y las inversiones.
A diferencia de otras cuestiones, por ejemplo, el comercio de mercanc錕絘s, las inversiones no suponen la existencia de una relaci錕絥 acotada en el tiempo. Una vez que las mercanc錕絘s se entregan y se pagan, los intereses del exportador pueden dirigirse a cualquier otra parte, pero cuando los inversores colocan su dinero en un pa錕絪, hacen una apuesta en favor de su 錕絰ito. Las inversiones representan un mecanismo muy eficaz de difusi錕絥 de conocimientos y de competencia profesional, as錕?como de crecimiento en todo el mundo. Son esenciales para liberar las posibilidades de producci錕絥 inexplotadas de los pa錕絪es en desarrollo y las econom錕絘s en transici錕絥, y para abrir nuevos mercados para las exportaciones de las mercanc錕絘s y los servicios que crean los empleos mejor remunerados en los pa錕絪es exportadores.
En un mundo en el que las restricciones presupuestarias limitan cada vez m錕絪 la financiaci錕絥 tradicional de la asistencia para el desarrollo, las inversiones extranjeras directas constituyen m錕絪 que nunca la clave del desarrollo. No obstante, sigue habiendo importantes desequilibrios en las corrientes de inversiones; s錕絣o alrededor del 35 por ciento de todas las inversiones extranjeras directas se dirige a los pa錕絪es en desarrollo. Incluso esta cifra da una imagen demasiado halag錕絜錕絘, ya que oculta el hecho de que la parte del le錕絥 de las inversiones extranjeras directas va a parar a un grupo reducido de diez importantes pa錕絪es en desarrollo.
Estas cifras muestran la magnitud de la tarea de alentar a los inversores a que depositen su confianza en un 錕絤bito m錕絪 amplio. Evidentemente, se trata de una tarea compartida: los pa錕絪es interesados tienen que dar la bienvenida a las inversiones y asegurar su seguridad b錕絪ica de una manera que ofrezca credibilidad. Es dif錕絚il concebir que esto se pueda hacer con eficacia y equidad fuera del sistema multilateral de comercio.
Tengo que reconocer plenamente que algunos Miembros ven la existencia de dificultades, e incluso de problemas pol錕絫icos, en la idea de realizar una negociaci錕絥 sobre inversiones en la OMC. Sus preocupaciones pueden ser comprensibles, pero vale la pena recordar que la experiencia adquirida en materia de acuerdos internacionales sobre inversiones demuestran que siempre existen elementos de flexibilidad. Indudablemente, no hay motivos para negarse a considerar la posibilidad de examinar en la OMC esta cuesti錕絥, que reviste una importancia capital -con lo que se negar錕絘 a la mayor錕絘 de los pa錕絪es del mundo la posibilidad de participar directamente en la adopci錕絥 de decisiones sobre su futuro r錕絞imen internacional. Debo recordarles que en esta mayor錕絘 silenciosa figuran aquellos que m錕絪 necesitan los beneficios que aportan las inversiones. Como en los otros sectores que he mencionado, la forma de abordar las inversiones en el sistema multilateral debe partir de la premisa de que se trata de cuestiones que pueden y deben acercarnos m錕絪 en lugar de dividirnos.
Otras de las denominadas cuestiones nuevas se han examinado m錕絪 en otros 錕絤bitos que en Ginebra, y no deseo tratarlas en detalle.
Deseo hacer notar que la cuesti錕絥 del comercio y la competencia adquiere m錕絪 importancia a medida que se reducen los obst錕絚ulos al comercio; lo hemos visto en la pr錕絚tica en ocasiones recientes. Las cuestiones relacionadas con la competencia tienen antecedentes en nuestro sistema: fueron abordadas en la Carta de La Habana y constituyen ahora un elemento importante en la negociaci錕絥 sobre telecomunicaciones. Por lo tanto, lo reconozcamos o no, la competencia est錕?ocupando un lugar en nuestro orden del d錕絘. La cuesti錕絥 es simplemente cu錕絥do y de qu錕?manera esto se har錕?expl錕絚ito.
En cuanto a una cuesti錕絥 muy diferente y muy compleja, la del comercio y las normas de trabajo, s錕絣o deseo hacer notar que en la 錕絣tima reuni錕絥 informal de Ginebra, las delegaciones de la Uni錕絥 Europea y los Estados Unidos han hecho una importante declaraci錕絥 en el sentido de que ning錕絥 debate que se realice en la OMC debe tener como objetivo la aplicaci錕絥 de las normas de trabajo fundamentales mediante sanciones comerciales, ni cuestionar la ventaja comparativa de los pa錕絪es de bajos salarios.
Por 錕絣timo, siguiendo el esbozo del Ministro Yeo, llegamos a la cuesti錕絥 de una mayor liberalizaci錕絥, tema que nos recuerda cu錕絥to queda a錕絥 por hacer antes de que podamos hablar con propiedad de un mundo sin fronteras.
Si algo nos han ense錕絘do los siete largos a錕給s de negociaci錕絥 de la Ronda Uruguay es que los obst錕絚ulos existentes en las industrias tradicionales, como la de los productos textiles y la agricultura, figuran entre los m錕絪 dif錕絚iles de reducir, y sobre todo porque a lo largo de los a錕給s se han construido grupos de presi錕絥 pol錕絫ica amplios y poderosos. La creaci錕絥 de un mundo que, aunque no carezca de fronteras, al menos no se limite simplemente a sustituir una forma de restricci錕絥 comercial por otra, requiere un esfuerzo constante. Ese esfuerzo necesitar錕?el renovado apoyo de los Ministros que se reunir錕絥 en Singapur en diciembre.
Al examinar los puntos del orden del d錕絘 de la pr錕絰ima reuni錕絥 de Singapur, los gobiernos deben tambi錕絥 tener en cuenta la necesidad de responder a tres importantes retos que tiene ante s錕?el sistema multilateral a medida que nos acercamos al pr錕絰imo siglo.
El primero de ellos es respetar y fortalecer el contrato fundamental que une a pa錕絪es que ocupan todos los niveles del desarrollo econ錕絤ico. El mundo industrializado tiene que mantener abiertos sus mercados y ampliar su apertura en los a錕給s venideros. Por su parte, los pa錕絪es en desarrollo tienen que proseguir sus reformas de liberalizaci錕絥 y aumentar su integraci錕絥 en el sistema mundial. De forma conjunta, los pa錕絪es industrializados y los pa錕絪es en desarrollo tienen que colaborar para mejorar la situaci錕絥 de los pa錕絪es menos adelantados.
El segundo reto consiste en aceptar la responsabilidad compartida, entre los pa錕絪es que ya son Miembros de la OMC y aquellos que desean ser Miembros, de construir un sistema verdaderamente universal, al que puedan adherirse y aportar su contribuci錕絥 todos los candidatos presentes y futuros.
Por 錕絣timo, el tercer reto es asegurar que los obst錕絚ulos nacionales no sean simplemente sustituidos por obst錕絚ulos regionales sino que, por el contrario, el regionalismo y el multilateralismo coincidan al final del camino. A mi juicio, 錕絪te es el principal desaf錕給 a que debe hacer frente en la actualidad el sistema multilateral; este desaf錕給 configurar錕?su futuro y ayudar錕?a plasmar el mundo del siglo XXI.
El sistema de comercio avanza actualmente por dos carriles: el regional y el multilateral. Las iniciativas en materia de comercio regional se est錕絥 ampliando y tienen aspiraciones de ampliarse a錕絥 m錕絪. Ser錕絘 err錕絥eo suponer que el sistema multilateral est錕?en un per錕給do de letargo. Acabo de darles algunos ejemplos de su dinamismo. Sin embargo, lo que quiz錕?nos falta es demostrar un nivel de ambici錕絥 que sea por lo menos equivalente al de los principales sistemas regionales. Perm錕絫anme explicarles lo que quiero decir.
Algunas iniciativas regionales recientes son verdaderamente gigantescas, por lo menos en su perspectiva, por ejemplo el proyecto europeo de crear una zona de comercio preferencial con todos los pa錕絪es mediterr錕絥eos para el a錕給 2010, o el acuerdo marco entre la Uni錕絥 Europea y el MERCOSUR, o el plan establecido en la Declaraci錕絥 de Miami, de crear una zona de libre comercio de las Am錕絩icas para el a錕給 2005; o, por 錕絣timo, el compromiso del APEC de crear una zona de libre comercio en dos etapas entre los a錕給s 2010 y 2020.
El sistema multilateral carece de un plan detallado comparable para la eliminaci錕絥 de todos los obst錕絚ulos al comercio. No obstante, algunos de los grupos regionales m錕絪 nuevos (como el APEC y el MERCOSUR) incluyen un compromiso que reviste una gran importancia para el futuro del sistema multilateral; se trata del regionalismo abierto.
Por supuesto, debemos ser claros acerca del significado del regionalismo abierto. Entre las distintas posibilidades, veo dos alternativas b錕絪icas.
La primera de ellas se basa en la presunci錕絥 de que toda zona preferencial de que se trate se ajustar錕? a las exigencias jur錕絛icas del sistema multilateral. Esto significar錕絘 que dichas zonas podr錕絘n ser al mismo tiempo compatibles jur錕絛icamente con las normas de la OMC y tener un car錕絚ter preferencial, lo que significa que constituir錕絘n una excepci錕絥 a la cl錕絬sula de la naci錕絥 m錕絪 favorecida, que es el principio b錕絪ico del sistema multilateral. La posibilidad de incluir en el marco de las normas tal excepci錕絥 jur錕絛ica a este principio fue concebida en una 錕絧oca y en una situaci錕絥 completamente diferentes. En la actualidad, con la proliferaci錕絥 de grupos regionales, la excepci錕絥 podr錕絘 convertirse en norma, y esto amenazar錕絘 con cambiar completamente la naturaleza del sistema.
La segunda interpretaci錕絥 del regionalismo abierto es la que han expresado algunos gobiernos que son miembros del APEC o del MERCOSUR. En esta hip錕絫esis, la eliminaci錕絥 gradual de los obst錕絚ulos internos al comercio dentro de un grupo regional se llevar錕絘 a cabo m錕絪 o menos al mismo ritmo y en los mismos plazos que la reducci錕絥 de obst錕絚ulos respecto de los pa錕絪es no miembros. Esto significar錕絘 que la liberalizaci錕絥 regional ser錕絘 en general compatible no s錕絣o con las normas de la OMC sino tambi錕絥 -y esto es muy importante- con el principio de la naci錕絥 m錕絪 favorecida.
La elecci錕絥 entre estas dos opciones es decisiva, ya que ambas conducen a resultados muy diferentes. En el primer caso, llegar錕絘mos en no m錕絪 de 20 錕?25 a錕給s a una divisi錕絥 del comercio mundial en dos o tres zonas preferenciales intercontinentales, cada una de las cuales tendr錕絘 sus propias normas y un r錕絞imen de libre comercio dentro de la zona, pero seguir錕絘n existiendo obst錕絚ulos externos entre los bloques. 錕紼s 錕絪te el mundo que deseamos?
Les dejo imaginar las consecuencias de esta concepci錕絥 para el equilibrio econ錕絤ico y pol錕絫ico; los problemas de aquellos pa錕絪es que no se acomodaran a ninguno de los bloques ser錕絘n graves. Por otra parte, 錕絛錕絥de estar錕絘n China y Rusia en un mundo de esas caracter錕絪ticas?
La segunda alternativa apunta a una convergencia gradual, basada en normas y principios compartidos, de todos los principales grupos regionales. Cada uno de los grupos regionales existentes o por crearse tiene que contribuir con visi錕絥 y determinaci錕絥 a asegurar que al final del proceso tanto el enfoque regional como el multilateral contribuyan a la plena liberalizaci錕絥 en un mercado mundial libre. Al final de este proceso tendremos un mercado mundial libre con normas y disciplinas internacionalmente convenidas y aplicadas a todos, y con capacidad para invocar el respeto de los derechos y obligaciones a los que todos se habr錕絥 adherido libremente. En ese mundo podr錕?y deber錕?haber un lugar para China, Rusia y todos los dem錕絪 candidatos a adherirse a la OMC. El valor global de un sistema basado en normas y disciplinas ser錕?limitado si algunos de los principales agentes quedan fuera de 錕絣.
S錕絣o un mercado mundial y un sistema mundial de comercio libres pueden afrontar los retos mundiales de nuestra 錕絧oca. En los pr錕絰imos 20 a錕給s la poblaci錕絥 del mundo crecer錕?en unos 2.000 millones de personas. Ya en la actualidad tenemos casi 2.000 millones de habitantes en Asia, en Am錕絩ica Latina, en las econom錕絘s en transici錕絥 y en partes de 錕絝rica que se est錕絥 uniendo a la econom錕絘 de mercado mundial.
Ante hechos de esta magnitud resulta claro que no existe ninguna alternativa racional a un mercado mundial cada vez m錕絪 integrado, en el marco de las normas y disciplinas del sistema multilateral. No se trata de imponer metas o calendarios al sistema desde fuera; si escogemos la opci錕絥 mundial, como estoy convencido de que es nuestra obligaci錕絥, tales metas y calendarios formar錕絥 parte de la evoluci錕絥 org錕絥ica del sistema y responder錕絥 a la l錕絞ica de las necesidades mundiales.
El logro de una aut錕絥tica zona mundial de libre comercio aportar錕絘 una formidable contribuci錕絥 para fomentar el crecimiento y asegurar un mundo seguro en el siglo venidero. Espero que 錕絪te ser錕?el mensaje que transmitir錕絥 desde esta conferencia tan oportuna, tanto los gobiernos participantes como los c錕絩culos empresariales y los medios de comunicaci錕絥