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Lo que est?ocurriendo en la OMC

NOTICIAS:  COMUNICADOS DE PRENSA 1996

PRESS/55
10 de septiembre de 1996

Por encima de las fronteras: En un mundo de libre comercio y gran interdependencia

Se adjunta el texto del discurso pronunciado hoy (10 de septiembre de 1996) en Buenos Aires por el Sr. Renato Ruggiero, Director General de la Organizaci錕絥 Mundial del Comercio, ante el Consejo Argentino para las Relaciones Internacionales.

“Perm錕絫anme que comience dando las gracias al Consejo Argentino para las Relaciones Internacionales por haberme invitado a hablar acerca de los retos que ha de afrontar la Organizaci錕絥 Mundial del Comercio en una econom錕絘 en proceso de mundializaci錕絥.

“Se ha dicho que la mayor錕絘 de los gobernantes contemplan el futuro como en un espejo retrovisor. Los generales dirigen los combates como lo hicieron en la guerra precedente, mientras que los estadistas y los diplom錕絫icos, ante la tarea de construir el ma錕絘na, suelen empezar con planos de reg錕絤enes ya fenecidos. Esta tentaci錕絥 de volver la vista al pasado se hace sentir a錕絥 m錕絪 en una econom錕絘 como la actual, en v錕絘s de mundializaci錕絥, en la que el paisaje parece que se ha transformado por completo y hasta la tierra que pisamos est錕? cambiando constantemente. Los peligros son tambi錕絥 mucho mayores. Vivimos en un mundo que est錕?ya en marcha hacia el libre comercio mundial, embarcado en un proceso que no tiene vuelta atr錕絪 sin costos muy dif錕絚iles de imaginar para nuestro crecimiento y nuestro progreso en el futuro. El reto ahora es afrontar un mundo de libre comercio y creciente integraci錕絥 y aprovechar las inmensas ventajas que ofrece. Hemos de optar entre levantar una arquitectura mundial que sea abierta, universal y basada en normas o vivir en un sistema que es an錕絩quico en el sentido m錕絪 literal de la palabra. Si, con la revoluci錕絥 tecnol錕絞ica de los 錕絣timos decenios y con los ingentes esfuerzos de liberalizaci錕絥 simbolizados por la Ronda Uruguay, ha terminado un cap錕絫ulo de la historia econ錕絤ica mundial, otro est錕?a punto de empezar. C錕絤o se escriba este cap錕絫ulo depender錕?de las decisiones que tomemos en los pr錕絰imos meses y a錕給s.

“Afirmar que la mundializaci錕絥 es una realidad en marcha no es pretender que estemos pr錕絰imos al libre comercio en todos los sectores y en cada una de las regiones del mundo. Es evidente que a錕絥 estamos lejos de ello. La liberalizaci錕絥 del comercio es incompleta en numerosos sectores fundamentales: sigue habiendo importantes crestas arancelarias, se negocia todav錕絘 en sectores cruciales como los de telecomunicaciones o servicios financieros y dejan mucho que desear incluso los resultados finales de la Ronda Uruguay en lo referente a la agricultura, los textiles y la contrataci錕絥 p錕絙lica. En la lista de asuntos relativos a la liberalizaci錕絥 hay sobrados temas pendientes para tenernos ocupados hasta bien entrado el siglo pr錕絰imo. Tambi錕絥 es verdad que no todos los pa錕絪es est錕絥 igualmente integrados en el sistema multilateral. La mundializaci錕絥 ha avanzado mucho m錕絪 en Europa, Am錕絩ica y Asia que en 錕絝rica, por no hablar de grandes econom錕絘s como las de China o Rusia que todav錕絘 no han hecho su entrada en la Organizaci錕絥 Mundial del Comercio.

“Ahora bien, por imperfectos que sean nuestros progresos, la tendencia de fondo no ofrece lugar a dudas. En todos los planos, sea el multilateral, el regional o el unilateral, todos los caminos llevan a una mayor libertad de comercio. Los aranceles NMF en todos los pa錕絪es, tanto desarrollados como en desarrollo, est錕絥 descendiendo de manera muy pronunciada, mientras que los aranceles aplicados son en muchos casos a錕絥 menores. Mucho m錕絪 de la tercera parte del comercio mundial gozar錕?de franquicia arancelaria cuando la Ronda Uruguay est錕?plenamente en aplicaci錕絥. Tambi錕絥 se han suprimido la mayor錕絘 de las restricciones en frontera de car錕絚ter no arancelario y, las que no lo han sido, se proyecta eliminarlas o transformarlas en aranceles con arreglo a un calendario estricto. El comercio de servicios ya ha entrado en el 錕絤bito del sistema multilateral y es de pensar que las inversiones no tarden mucho en entrar. Dentro de las fronteras, numerosos pa錕絪es han iniciado reformas fiscales, monetarias y estructurales no menos radicales con el fin de adecuar sus econom錕絘s a un entorno internacional cada vez m錕絪 competitivo y abierto.

“Pero la transformaci錕絥 m錕絪 fundamental es la que se est錕?operando en las mentes. Las telecomunicaciones est錕絥 creando un auditorio mundial, el transporte est錕?dando nacimiento a una aldea mundial y, desde Buenos Aires a Boston y a Beijing, la gente com錕絥 ve la cadena de televisi錕絥 MTV, viste vaqueros Levis o escucha walkmans Sony cuando van a trabajar. Sin duda cabe todav錕絘 imaginar que algunos gobiernos bloqueen en la frontera la entrada de vaqueros Levis o la recepci錕絥 de la MTV. Ahora bien, la consecuencia de bloquear la entrada de bienes o servicios ser錕?una emigraci錕絥 masiva de personas e inversiones. Lo que est錕?en marcha es una revoluci錕絥 de los ciudadanos a escala mundial e incluso aquellos a quienes no les gusta el rumbo hacia donde nos est錕?llevando la mundializaci錕絥 no tienen ning錕絥 plan realista para meter de nuevo al Genio en la l錕絤para. Es en este sentido tan personal en el que se puede decir que ahora todos somos “librecambistas”.

“Todos estos cambios se reflejan en el volumen creciente del comercio mundial. Las corrientes comerciales se han multiplicado por 15 en los cuatro 錕絣timos decenios -hasta alcanzar 6 billones de d錕絣ares el a錕給 pasado- mientras que la producci錕絥 se ha multiplicado por seis. M錕絪 todav錕絘 llama la atenci錕絥 el movimiento de las inversiones extranjeras directas en todo el mundo. En los diez a錕給s anteriores a 1996, las corrientes entre pa錕絪es de inversi錕絥 se cuadruplicaron con creces, pasando de unos 60.000 millones de d錕絣ares a casi 300.000 millones al a錕給. Estas estad錕絪ticas ponen de manifiesto la nueva dial錕絚tica de la mundializaci錕絥. La reducci錕絥 sistem錕絫ica de los obst錕絚ulos al comercio en todo el mundo, sumada a la enorme disminuci錕絥 de los costos del transporte y las comunicaciones, ha abierto el camino a un sistema mundial de producci錕絥, distribuci錕絥 y consumo en el que las empresas gozan de una libertad creciente para allegar insumos de cualquier parte del mundo y ofrecer servicios a un mercado asimismo mundial. Esto, por su parte, ha acelerado el movimiento de la inversi錕絥 mundial, al irse dando cuenta las empresas de que lo mejor para conseguir ventajas comparativas para la producci錕絥, la adquisici錕絥 de recursos y la distribuci錕絥, as錕?como en materia de tecnolog錕絘, es establecer una presencia directa en los mercados extranjeros.

“Se calcula que la producci錕絥 por filiales extranjeras de empresas multinacionales supera en la actualidad el valor del comercio mundial de bienes y servicios, que el comercio interno en las empresas multinacionales representa m錕絪 de la tercera parte del comercio mundial y que las exportaciones de multinacionales a empresas que no son filiales suyas representan otra tercera parte. Mientras que antes el comercio consist錕絘 en el intercambio de productos entre empresas nacionales que operaban en mercados nacionales, hoy d錕絘 el comercio es, tanto como eso, el flujo de componentes, servicios y tecnolog錕絘 entre empresas de 錕絤bito mundial que operan en mercados mundiales o en el interior de ellas. Mientras que antes se ve錕絘 en la inversi錕絥 extranjera un modo de sustituir el comercio -un modo de saltar por encima de las barreras nacionales- muchas empresas la consideran ahora una condici錕絥 previa indispensable. Estamos llegando al punto en que el comercio y la inversi錕絥 forman parte de un 錕絥ico entramado de actividad econ錕絤ica internacional.

“Los obst錕絚ulos al comercio y a la inversi錕絥 seguir錕絥 siendo, uno tras otro, arrastrados por los vientos de la mundializaci錕絥 como hojas en oto錕給. Pero la fuerza de estos vientos ya est錕?poniendo a prueba nuestra capacidad de adaptaci錕絥. El reto m錕絪 inmediato es integrar un mundo en desarrollo que est錕?en r錕絧ido proceso de ascensi錕絥. Nadie se beneficiar錕?m錕絪 de la mundializaci錕絥 que los pa錕絪es en desarrollo. La producci錕絥 es m錕絭il en la actualidad, la tecnolog錕絘 difusa y el capital tiene alas en los pies. Desarrollados o en desarrollo, todos competimos por las mismas inversiones, los mismos mercados y las mismas iniciativas de innovaci錕絥. En este sentido, la mundializaci錕絥 ha arrumbado las viejas reglas del crecimiento econ錕絤ico al poner en manos de pa錕絪es antes relegados de por vida al “tercer mundo” los instrumentos para acelerar su desarrollo. Los 錕絥dices de desarrollo sin precedentes de ciertos pa錕絪es de Asia y Am錕絩ica Latina en v錕絘s de industrializaci錕絥 muestran que se est錕?operando un trasvase de poder econ錕絤ico fenomenal. Corresponde actualmente a los pa錕絪es en desarrollo una cuarta parte del comercio mundial frente a menos del 20 por ciento hace cinco a錕給s. Un tercio de los 25 pa錕絪es que van en cabeza de las exportaciones e importaciones mundiales son ahora pa錕絪es en desarrollo, entre los que figura la Argentina. Hace 20 a錕給s, los pa錕絪es industrializados importaban de pa錕絪es en desarrollo apenas el 5 por ciento de sus productos manufacturados; en 1990 esa cifra era ya del 15 por ciento y en 1994 superaba el 20 por ciento.

“Algunos est錕絥 empezando ya a temer que la intervenci錕絥 de importantes pa錕絪es en desarrollo lance ondas de choque por todo el sistema. Les inquieta que el aumento de las exportaciones procedentes de mercados nacientes ejerza una presi錕絥 cada vez mayor sobre las econom錕絘s abiertas de los pa錕絪es desarrollados, presi錕絥 que, al menos en los sectores m錕絪 sensibles, podr錕絘 provocar incertidumbre econ錕絤ica y desasosiego. Otros preguntan c錕絤o podremos gestionar un sistema comercial de complejidad creciente que se est錕?ensanchando al tiempo que gana en profundidad. La respuesta es, en pocas palabras, que todos estos problemas se podr錕絥 afrontar mejor en el seno del sistema mundial existente que fuera de 錕絣. En la medida en que los pa錕絪es en desarrollo se integran m錕絪 profundamente en la econom錕絘 mundial no nos queda m錕絪 opci錕絥 que la de hacerlos participar con mucha mayor proximidad y transparencia en la formaci錕絥 de las reglas e instituciones internacionales con el fin de asegurar tanto la estabilidad como la evoluci錕絥 del sistema. Esto pone de relieve la necesidad crucial de que China, Rusia y todos los dem錕絪 candidatos que todav錕絘 est錕絥 fuera del sistema multilateral entren con pie seguro en la OMC. Nadie espera que esto vaya a resultar f錕絚il: sobre todo la accesi錕絥 de grandes econom錕絘s en transici錕絥 plantea cuestiones fundamentales a las que no se puede dar respuesta poniendo en entredicho la integridad de las normas o los intereses de los miembros existentes. Ahora bien, no podremos mantener durante largo tiempo un sistema coherente de normas mundiales que sea tiroteado desde el exterior. Si no est錕?dentro del sistema una econom錕絘 del tama錕給 de la de China nos arriesgamos a que nuestra Organizaci錕絥 Mundial del Comercio sea mundial solo de nombre.

“Otro reto importante es encauzar de manera constructiva la creciente competencia internacional por los mercados de exportaci錕絥, por la inversi錕絥 y, cada vez m錕絪, por la tecnolog錕絘, competencia que se hecha de ver sobre todo en la creciente red de zonas comerciales regionales y suprarregionales. La l錕絞ica del regionalismo es que ciertos grupos de pa錕絪es avancen m錕絪 y con mayor rapidez hacia la liberalizaci錕絥 que otros. Pero una de las principales fuerzas impulsoras de una r錕絧ida regionalizaci錕絥 es la carrera por arrebatar una rebanada mayor de la tarta de las exportaciones y la inversi錕絥. Los pa錕絪es conciertan arreglos de libre comercio para incrementar su acceso a los mercados y a la inversi錕絥, lo cual a su vez incita a otros a sumarse a la carrera por miedo de quedarse atr錕絪. Como fichas de domin錕?que van cayendo sucesivamente, los acuerdos de libre comercio generan nuevos acuerdos de libre comercio. Ya el a錕給 pasado la OMC supo de unas 100 agrupaciones bilaterales o regionales y cada mes llegan a nuestro conocimiento nuevas alianzas o la ampliaci錕絥 de las existentes.

“Hasta ahora esto ha resultado en general beneficioso. Los acuerdos regionales han sido pelda錕給s para la liberalizaci錕絥 mundial, han servido de crisoles para la innovaci錕絥 de las pol錕絫icas comerciales y pueden ser una fuente de tensi錕絥 creadora para el conjunto del sistema y de acicate a otras iniciativas regionales y multilaterales. Mi preocupaci錕絥 no es tanto que los mecanismos regionales se corten del exterior, sino que su mismo impulso deje rezagado al sistema multilateral. Si la liberalizaci錕絥 regional se adelanta al proceso liderado por la OMC, existe el riesgo de que carezcamos de un marco com錕絥 de normas y disciplinas. Si nuestros intereses econ錕絤icos vienen definidos en grado creciente en t錕絩minos regionales y no mundiales, ser錕?cada vez m錕絪 dif錕絚il contar con la masa cr錕絫ica de pa錕絪es indispensable para sostener el sistema multilateral. El riesgo entonces ser錕?el de un mundo fragmentado que, dando p錕絙ulo a las fricciones y rivalidades interregionales, carezca de la arquitectura mundial de normas y procedimientos necesaria para arbitrarlas.

“La soluci錕絥 a la larga no es intentar restringir los acuerdos regionales, content錕絥dose con que propicien el comercio y se atengan al art錕絚ulo XXIV del GATT, ya que esto ser錕絘 como querer poner coto a la mundializaci錕絥. La soluci錕絥 es cuidar de que la liberalizaci錕絥 regional y la multilateral se refuercen rec錕絧rocamente y de que todos los caminos acaben llevando a la OMC. La soluci錕絥, en otras palabras, es multilateralizar el regionalismo todo lo que sea posible. Una respuesta puede darla el principio que han enunciado algunos de los grupos regionales m錕絪 recientes: el compromiso con el “regionalismo abierto”. Lo que esto quiere decir en la teor錕絘 es la convergencia: que la eliminaci錕絥 de las barreras dentro de un bloque se efectuar錕?aproximadamente al mismo ritmo que la disminuci錕絥 de las barreras para los pa錕絪es que no sean miembros. Lo que podr錕絘 significar en la pr錕絚tica es verdaderamente revolucionario: que, al comprometerse con la “apertura”, los acuerdos comerciales regionales podr錕絘n ser los agentes catalizadores del libre comercio mundial.

“Esto nos lleva al tercer reto que habremos de afrontar en los pr錕絰imos a錕給s: conseguir que el sistema multilateral de comercio sea verdaderamente universal. Por m錕絪 que estemos avanzando en direcci錕絥 a una mayor libertad de comercio, el progreso es desigual. Barreras residuales y pr錕絚ticas discriminatorias distorsionan las corrientes comerciales y de inversi錕絥, lo cual a su vez provoca incertidumbre y fricciones. Se agrava esta situaci錕絥 cuando las normas comerciales no avanzan al mismo paso que la integraci錕絥 econ錕絤ica. Lo que m錕絪 repercute hoy d錕絘 en la configuraci錕絥 y la orientaci錕絥 de la actividad econ錕絤ica -sobre todo en lo referente a las normas de la competencia y a los flujos de inversi錕絥 mundial- no son tanto los obst錕絚ulos puestos en frontera cuanto las estructuras econ錕絤icas internas dentro de los pa錕絪es. Aqu錕?es donde est錕絥 abundando m錕絪 las ocasiones de fricciones comerciales, no por divergencias acerca de las normas, sino por la inexistencia de 錕絪tas.

“Hemos abordado satisfactoriamente en la Ronda Uruguay los problemas que se planteaban en 1986. Ahora tenemos que abordar los de 1996 y a錕給s venideros. Pero a estas nuevas normas no necesariamente se llegar錕?con facilidad. Durante casi 50 a錕給s, las negociaciones multilaterales han estado centradas casi exclusivamente en la eliminaci錕絥 de los obst錕絚ulos en frontera con arreglo a un marcador de inspiraci錕絥 fundamentalmente mercantilista: el trueque de una “concesi錕絥” arancelaria por otra. Pero el nuevo reto no consistir錕?tanto en regular las relaciones entre econom錕絘s nacionales cuanto en establecer las normas y estructuras de una econom錕絘 transnacional. No es seguro que, al igual que sabemos negociar aranceles, hayamos aprendido a elaborar normas. Ni lo es que, a la hora de negociar servicios, normas o inversiones, sepamos todav錕絘 medir una “concesi錕絥 comercial” o el “acceso a los mercados” o si estos conceptos siguen significando lo mismo en una econom錕絘 transnacional. Lo que es seguro es que en nuevos sectores como los servicios financieros, las telecomunicaciones o la inversi錕絥 hay una coincidencia cada vez mayor de intereses entre productores y consumidores, exportadores e importadores, pa錕絪es desarrollados y en desarrollo. El comercio siempre ha sido un trato de ventajas rec錕絧rocas y tanto m錕絪 lo es en una econom錕絘 mundial en la que la competitividad y la innovaci錕絥 dependen cada vez m錕絪 de la apertura al flujo de t錕絚nicas, habilidades e ideas.

“錕絪te es el marco en el que debemos empezar a afrontar grandes desaf錕給s seg錕絥 nos avocamos al pr錕絰imo siglo: el empleo, el crecimiento, el desarrollo sostenible, etc. Estos desaf錕給s exigen en grado creciente soluciones mundiales sencillamente porque tambi錕絥 est錕? aumentando la interdependencia mundial. Es por desgracia verdad que todav錕絘 nos falta mucho para corregir los actuales desequilibrios en la econom錕絘 mundial, al igual que tambi錕絥 nos falta mucho para corregir los desequilibrios incluso dentro de los pa錕絪es m錕絪 ricos. Pero tambi錕絥 es verdad que estos desequilibrios a nivel mundial o nacional son absolutamente inaceptables.

“Pero hay algo que quiero dejar claro: la liberalizaci錕絥 sigue siendo el motor m錕絪 importante para el crecimiento a nivel mundial. As錕?lo reflejan estudios como el reciente Informe sobre el Desarrollo Humano, seg錕絥 el cual hay en el mundo 1.500 millones de personas que son m錕絪 pobres que en el pasado, pero m錕絪 de 3.000 millones que viven mejor en la actualidad que como se ha vivido en cualquier otro momento de la historia. La tendencia global es hacia una “lenta pero apreciable mejor錕絘 del desarrollo humano en casi todos los pa錕絪es estos 錕絣timos decenios”. No incumbe al libre comercio la responsabilidad de distribuir la riqueza que genera. 錕絪te es el principal cometido de los gobiernos a nivel nacional y, habida cuenta de la dimensi錕絥 cada vez m錕絪 mundial de los problemas, tambi錕絥 a nivel internacional. Instaurar una protecci錕絥 mayor contra la econom錕絘 mundial en aras de una mayor igualdad socioecon錕絤ica ser錕絘 poner un remedio peor que la enfermedad. Pero, asimismo, no buscar soluciones a los problemas de la pobreza en los pa錕絪es menos adelantados o al desempleo en todo el mundo, ser錕絘 con toda certeza poner en grave riesgo el crecimiento y el progreso mundial.

“La comunidad mundial puede muy bien sentirse orgullosa seg錕絥 nos vamos aproximando al final del siglo. Se est錕絥 derrumbando los muros que nos separaban -econ錕絤icos, pol錕絫icos e ideol錕絞icos- al t錕絩mino de un siglo sangriento de conflictos nacionales. Buena parte de los pa錕絪es en desarrollo est錕絥 mejorando gracias al comercio y a la tecnolog錕絘, borr錕絥dose as錕?una de las cicatrices m錕絪 feas que dej錕?la primera revoluci錕絥 industrial. Estamos embarcados en un hondo proceso de integraci錕絥 mundial y de crecimiento econ錕絤ico que se est錕?difundiendo m錕絪 y m錕絪, proceso portador de la mejor oportunidad que hasta ahora se ha dado de alcanzar una paz mundial duradera. Es para nosotros el momento, en v錕絪peras del quincuag錕絪imo aniversario de la creaci錕絥 del GATT, de celebrar nuestros logros y de enderezar nuestros pasos por el camino que nos queda por recorrer.

“La inquietud que sentimos algunos tal vez se deba a que a錕絥 no tenemos una idea clara de a d錕絥de nos lleva este nuevo camino. En cierto sentido somos v錕絚timas de nuestros propios 錕絰itos. El derrumbe del muro de Berl錕絥 y la conclusi錕絥 de la Ronda Uruguay no simbolizaron tan s錕絣o el t錕絩mino de un largo combate, sino tambi錕絥 la culminaci錕絥 de un prop錕絪ito com錕絥. Cuando estamos a punto de alcanzar esa comunidad universal de naciones que se nos escurr錕絘 de las manos hace tan s錕絣o un decenio, nos encontramos de repente sin un objetivo unificador. El Everest ya est錕?conquistado. Tambi錕絥 se ha esfumado el compromiso con los empe錕給s ideol錕絞icos que nos impulsaban hacia adelante. Las fracturas del 錕絣timo medio siglo reflejaban no s錕絣o un choque de intereses econ錕絤icos y pol錕絫icos, sino tambi錕絥 el choque de las ideas. En econom錕絘, la pugna del mercado libre con un estatismo cerrado en s錕?mismo, y en pol錕絫ica, la pugna de la democracia liberal con el totalitarismo. Pero este drag錕絥 de dos cabezas ya est錕? degollado. Las grandes ideas pueden ceder el paso a la lenta elaboraci錕絥 de los pormenores t錕絚nicos y las grandes alianzas ser eclipsadas por mezquinas reyertas y disputas interminables.

“Pero nuestra desaz錕絥 cala m錕絪 hondo que el sentimiento de vac錕給 que nos sobreviene al t錕絩mino de un largo viaje. Con la liberalizaci錕絥 y los adelantos tecnol錕絞icos hemos modificado radical e irreversiblemente el paisaje econ錕絤ico. Hemos dado el gran salto a la mundializaci錕絥. Pero es un mundo para el que no tenemos todav錕絘 respuestas claras y pocos puntos de orientaci錕絥, salvo en lo referente a las viejas pol錕絫icas y las instituciones del pasado. Tal vez el desequilibrio mayor sea que los acuciantes problemas econ錕絤icos, sociales y ambientales con que tropezamos en este final de siglo son problemas realmente mundiales que requieren una visi錕絥 mundial y respuestas mundiales. Ahora bien, los gobiernos son nacionales y con frecuencia se tiende a prestar o錕絛o 錕絥icamente a las preocupaciones y presiones locales y a buscar soluciones asimismo locales. Y, lo que es peor ante la falta de respuestas mundiales, existe el peligro de que acabemos pensando que el futuro est錕?en cierto modo fuera de nuestro control y se vea en la tecnolog錕絘 no un instrumento que nos ayude a progresar, sino una m錕絨uina que nos arrastra ciegamente hacia adelante. Muchos ver錕絥 en la mundializaci錕絥 no un proceso que es fundamentalmente liberador, sino un proceso que nos constri錕絜 y determina.

“Por fortuna, algunas de las respuestas de 錕絤bito mundial ya est錕絥 a nuestro alcance. La OMC fue la primera gran instituci錕絥 internacional que se cre錕?una vez terminada la Guerra Fr錕絘 y culminada la Ronda Uruguay. Es interesante se錕絘larlo porque, a mi entender, la OMC nos promete el g錕絥ero de arquitectura mundial que necesitamos para los pr錕絰imos decenios. Surgi錕?de presiones ejercidas desde abajo en pro del libre comercio y una mayor integraci錕絥; no fue algo otorgado desde arriba, con el rostro del burocratismo y la centralizaci錕絥. La cultura de la OMC hunde sus ra錕絚es en una tradici錕絥 propiciadora del consenso y la cooperaci錕絥 entre pa錕絪es soberanos. M錕絪 importante todav錕絘, la OMC encarna derechos y obligaciones que se hacen cumplir no mediante el ejercicio bruto del poder econ錕絤ico, sino con el imperio de la ley.

“El 錕絰ito de nuestra nueva organizaci錕絥 depender錕?mucho de la labor que desarrollemos en los a錕給s venideros. Tenemos que consolidar lo que hemos alcanzado en la Ronda Uruguay y es preciso que acordemos un plan de trabajo para lo que queda del siglo, plan de trabajo en el que ya se pens錕?al final de la Ronda Uruguay en el llamado programa impl錕絚ito. Es preciso que empecemos a afrontar los grandes desaf錕給s econ錕絤icos y geopol錕絫icos que representa la mundializaci錕絥, pero m錕絪 todav錕絘 que un simple plan necesitamos una idea rectora. Esa idea es la realizaci錕絥 del libre comercio mundial con la demolici錕絥 de las 錕絣timas murallas del viejo orden econ錕絤ico. El objetivo de un comercio exento de obst錕絚ulos, cuyo logro se aceler錕?en la Ronda Uruguay mediante la ampliaci錕絥 de las negociaciones sobre la denominada propuesta cero por cero, se est錕?alcanzando a nivel regional en el Mercosur, el TLC de Am錕絩ica del Norte, el APEC, la Uni錕絥 Europea y las muchas otras uniones aduaneras y zonas de libre comercio que se est錕絥 difundiendo por todo el mundo. 錕絪te es el momento de unir en una trama todos esos hilos dispersos. Vali錕絥donos de los calendarios que ya hemos establecido en los diversos acuerdos regionales, debemos avanzar hacia un mundo libre de fronteras econ錕絤icas. La primera reuni錕絥 ministerial de la OMC en Singapur ser錕?el primer gran paso que demos hacia la soluci錕絥 de esos problemas. Nos brindar錕?adem錕絪 la oportunidad de proclamar que la OMC tiene la vista puesta en el futuro, que tenemos un plan de trabajo y que el camino que nace en Singapur est錕?lleno de promesas.

“En Singapur no podemos permitirnos fracasar. Si no logramos el 錕絰ito, la tentaci錕絥 ser錕? volver los ojos al “buen tiempo pasado” -como quiera que lo definamos- y regresar a los viejos m錕絫odos y modelos de anta錕給. 錕絍olveremos a los a錕給s anteriores a 1914 cuando el comercio mundial se asemejaba a una mara錕絘 de arreglos bilaterales imbricados y discriminatorios? 錕紸 los buenos tiempos de la ley Smoot-Hawley con sus aranceles prohibitivos y sus concesiones comerciales rec錕絧rocas? Fue justamente a causa de esos “buenos tiempos” -y del caos econ錕絤ico que les sigui錕? por lo que la comunidad de naciones, acabada la guerra, eligi錕?una v錕絘 de progresiva liberalizaci錕絥 del comercio en el marco de un sistema multilateral no discriminatorio. Pero lo peor para el que se viera tentado a refugiarse en “aquellos buenos tiempos” es que esos tiempos ya no existen. El proteccionismo en un mundo como el actual de tan gran interdependencia no es la receta que permitir錕絘 aliviar el dolor o cerrar el paso a la mundializaci錕絥. Es la receta para agudizar el dolor y el sufrimiento y una senda que nos llevar錕絘, no a los buenos tiempos so錕絘dos, sino a conflictos, violencias y guerras. Si la liberalizaci錕絥 es un camino bien dif錕絚il de recorrer, el retorno del proteccionismo a contrapelo de la mundializaci錕絥 tendr錕絘 unos costos imposibles de soportar.

“Dice Karl Marx en un famoso aforismo que “los hombres hacen su propia historia, pero no la hacen a su capricho”. En parte, ten錕絘 raz錕絥. No podemos detener el futuro, pero tampoco debemos dejarnos arrastrar por 錕絣. La mundializaci錕絥, como ya he dicho antes, es una realidad en marcha. Podemos elegir entre actuar sobre esa realidad, aprovechando su inmenso potencial, e intentar resistirnos a lo inevitable. La cuesti錕絥 no est錕?en la rapidez con la que avanzamos hacia una mayor mundializaci錕絥, sino en si queremos que este proceso se desarrolle con arreglo a reglas del juego mutuamente aceptadas o seg錕絥 la ley de la selva de las pol錕絫icas de poder (pol錕絫icas que probablemente ya no se desplegar錕絘n en frentes nacionales, cualesquiera que sean las dimensiones de ese poder, sino en frentes regionales e incluso continentales). Ninguno de nosotros es ya tan grande y fuerte como para poder mantener su seguridad econ錕絤ica con una ley como la de la selva. Una mayor interdependencia significa que a todos -peque錕絘s y grandes potencias- nos interesa que el sistema no se salga de su carril.

“Lo que est錕?en juego cuando contemplamos el futuro del sistema multilateral es mucho m錕絪 que el comercio o la econom錕絘: es cuesti錕絥 tambi錕絥 de seguridad pol錕絫ica y econ錕絤ica, de c錕絤o se van a estructurar las relaciones entre los pa錕絪es y los pueblos, de si queremos promover la solidaridad internacional o caer en una espiral de fricciones y conflictos mundiales. Hace 50 a錕給s, en el crisol de la guerra y de la ruina econ錕絤ica, algunos hombres de estado apostaron por una comunidad libre de naciones que coexistieran en un mundo sin fronteras. Termina el siglo y el milenio y esa visi錕絥 se est錕?haciendo realidad. En el momento de la victoria, no perdamos la firmeza de nuestras convicciones”.