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Lo que est?ocurriendo en la OMC

NOTICIAS:  COMUNICADOS DE PRENSA 1996

PRESS/56
18 de septiembre de 1996

Discurso del Director General a los Ministros de Comercio de la Un錕絥 Europea en Dubl錕絥

Se adjunta el texto de la alocuci錕絥 que dirigi錕?hoy, 18 de septiembre de 1996, el Sr. Renato Ruggiero, Director General de la Organizaci錕絥 Mundial del Comercio, a los Ministros de Comercio de la Uni錕絥 Europea en Dubl錕絥.

“En primer lugar, perm錕絫anme agradecer muy calurosamente a Enda Kenny y a sus colegas de la Presidencia irlandesa por haberme invitado a reunirme con ustedes esta tarde. Dubl錕絥 es para mi un lugar especial. Hace muchos a錕給s, tuve aqu錕?mi primera experiencia de vivir en otra parte de Europa. En esa 錕絧oca, ir desde N錕絧oles a Dubl錕絥 era una aventura ex錕絫ica. Actualmente, los j錕絭enes viajan por toda Europa, sintiendo que est錕絥 en su propia casa. El hecho de que no veamos en esto nada extraordinario pone en evidencia lo que Europa ha conseguido en menos de 40 a錕給s: la demolici錕絥 de las barreras que separaban no s錕絣o a las econom錕絘s, sino, lo que es m錕絪 importante, a los pueblos.

La apertura del comercio fue el elemento decisivo que permiti錕?reunir en paz a los pueblos de Europa, ayud錕絥dolos a prosperar. Esta apertura est錕?cumpliendo cada vez m錕絪 la misma funci錕絥 en todo el mundo. El enorme potencial que tiene la apertura del comercio en el marco de normas convenidas para contribuir al bienestar humano es la idea fundamental que constituye la base de todo lo que voy a decirles esta noche, y creo que debe servir de base a todos nuestros esfuerzos en la OMC, cuando pensamos en la Conferencia de Singapur y en lo que vendr錕?despu錕絪.

Como Ministros de Comercio de los pa錕絪es de la Uni錕絥 Europea, tienen ustedes a su cargo el manantial de donde fluye el 錕絰ito pol錕絫ico y econ錕絤ico de Europa. Espero que todos ustedes est錕絥 de acuerdo conmigo en que, para que las aguas de ese manantial sigan siendo claras y contin錕絜n brotando con fuerza, se debe permitir que fluyan libremente. La experiencia europea en materia de comercio brinda a ustedes una oportunidad 錕絥ica y una responsabilidad particular: ocupar la primera l錕絥ea entre quienes tratan de que los principios que han funcionado tan bien en Europa puedan funcionar de igual manera fuera de ella. Se debe permitir que ese manantial fluya con fuerza por los anchos cauces de las normas de la OMC para regar con sus aguas no s錕絣o el crecimiento de Europa, sino tambi錕絥 el del mundo en su totalidad.

La reuni錕絥 que celebrar錕絥 ustedes en Singapur en diciembre constituir錕?un acontecimiento de importancia pol錕絫ica mundial. La 錕絧oca en que se consideraba que el comercio era un asunto que se dejaba a cargo de los t錕絚nicos pertenece verdaderamente al pasado. La realidad de la integraci錕絥 econ錕絤ica mundial afecta a la vida de la gente en todo el mundo y trae consigo un intenso debate acerca de sus efectos sobre el empleo, los ingresos, las normas sociales y el medio ambiente.

Es por esto que la Conferencia Ministerial debe enviar un mensaje pol錕絫ico vigoroso. Ese mensaje debe hacer hincapi錕?en las oportunidades que brinda la nueva econom錕絘 mundial, pero no debe pasar por alto las dificultades; debe ser un mensaje ambicioso, que revele confianza en el sistema multilateral, que se acerca a su quincuag錕絪imo aniversario. Espero que ese mensaje se錕絘lar錕?el camino que permita utilizar este aniversario para ratificar la importancia del sistema y reafirmar su dinamismo.

Debe ser un mensaje que reconozca el poder del sistema multilateral, como un formidable motor para lograr el crecimiento del comercio, la inversi錕絥 y el empleo. Por s錕?mismo no puede resolver los problemas de la distribuci錕絥, pero resulta esencial para asegurar que habr錕? algo para distribuir.

Debe ser un mensaje de unidad entre los pa錕絪es industrializados y los pa錕絪es en desarrollo, que indique la determinaci錕絥 de ayudar a los pa錕絪es menos adelantados a salir de la marginaci錕絥 gracias a medidas audaces y concretas.

Debe ser un mensaje acerca de la universalidad: la OMC debe convertirse en la realidad, seg錕絥 lo indica su nombre, en una Organizaci錕絥 Mundial del Comercio. Los 30 candidatos a la adhesi錕絥 deben ser admitidos tan pronto como sea posible, con lo que el sistema multilateral resultar錕?fortalecido.

Tambi錕絥 debe ser un mensaje acerca de la relaci錕絥 vital que existe entre el sistema multilateral y la liberalizaci錕絥 del comercio en el plano regional. Una nueva y gran oleada de iniciativas regionales, algunas de las cuales abarcan continentes y oc錕絘nos, nos obliga a examinar cuidadosamente las repercusiones sist錕絤icas del regionalismo a fin de fortalecer el principio n.m.f y tener la seguridad de que el sistema regional y el multilateral convergen en ese principio.

Por 錕絣timo, tenemos que enviar un mensaje acerca de cu錕絣 es nuestro objetivo en el sistema multilateral de comercio. No basta con avanzar; para no perder el rumbo, es necesario saber hacia donde nos dirigimos. 錕紼s posible que este objetivo sea algo distinto de trabajar en favor de un sistema de comercio universal, libre y abierto, basado en normas convenidas y de aplicaci錕絥 obligatoria, y que abarque, sin suprimirla, la red de acuerdos comerciales regionales y bilaterales?

Estoy convencido de que un mensaje pol錕絫ico confiado y previsor en el sentido que acabo de esbozar ayudar錕?en gran medida a que la OMC siga avanzando en la direcci錕絥 correcta. Por supuesto, este mensaje se debe equilibrar dando respuesta a las cuestiones inmediatas que tenemos planteadas en la aplicaci錕絥 de los compromisos existentes y el establecimiento del programa de trabajo de la OMC.

Los Miembros de la OMC consideran con raz錕絥 que es esencial que la Conferencia Ministerial env錕絜 un mensaje claro acerca de la importancia capital que reviste una aplicaci錕絥 completa y oportuna de los compromisos de la Ronda Uruguay. Deseo centrarme en varios aspectos que demuestran que, si bien la aplicaci錕絥 ofrece un panorama general alentador, existen esferas que requieren atenci錕絥.

En primer lugar, mencionaremos el logro principal: la soluci錕絥 de controversias. Desde su inicio, la OMC ha recibido 53 demandas formales, y un n錕絤ero importante de casos ha sido resuelto en la etapa de celebraci錕絥 de consultas. Dos grupos especiales (los relativos al caso de la gasolina y al caso de las bebidas alcoh錕絣icas del Jap錕絥) han terminado su tarea. Actualmente, tenemos en actividad seis grupos especiales, que se ocupan de diversas cuestiones. Tanto los pa錕絪es desarrollados como los pa錕絪es en desarrollo est錕絥 utilizando activamente el sistema para resolver sus diferencias comerciales; esto supone un cambio notable con respecto al pasado, en que el sistema era utilizado principalmente por los pa錕絪es desarrollados. En la Conferencia de Singapur, los Ministros podr錕絥 con raz錕絥 sentirse orgullosos de lo que se ha creado en el marco del sistema, y de la manera en que 錕絪te funciona.

Por otra parte, una esfera en la que queda tarea por hacer es la relativa a las notificaciones con arreglo a los Acuerdos de la Ronda Uruguay. Este es un problema particular que afecta a los pa錕絪es en desarrollo, y que requiere una mayor atenci錕絥 en lo que respecta a las medidas de asistencia t錕絚nica apropiadas. Pero no s錕絣o afecta a los pa錕絪es en desarrollo, y espero que todos los gobiernos lo abordar錕絥 con la seriedad que merece la importancia fundamental de este problema.

Existe adem錕絪 la situaci錕絥 de los textiles. Sugiero que no es posible hablar seriamente del fomento de una relaci錕絥 de confianza mutua con los pa錕絪es en desarrollo, a menos que los pa錕絪es industrializados est錕絥 dispuestos a actuar con valent錕絘 en este sector. Entre los pa錕絪es en desarrollo exportadores de productos textiles -inclusive algunos de los pa錕絪es menos adelantados- existe un considerable sentimiento de inquietud por el hecho de que los principales importadores no siempre se ajustan al esp錕絩itu del Acuerdo de la Ronda Uruguay, cualquiera sea su observancia de la letra del Acuerdo. Los pa錕絪es en desarrollo no est錕絥 tratando de volver a redactar las normas, pero les interesa que la segunda fase de integraci錕絥 sea m錕絪 satisfactoria desde el punto de vista comercial, y est錕絥 preocupados por saber cu錕絣 ser錕?finalmente el contenido de los compromisos, dadas las presiones a que deber錕絥 hacer frente los pa錕絪es importadores cuando en definitiva esos compromisos se pongan en pr錕絚tica.

Creo que esta es una cuesti錕絥 que merece una respuesta y en inter錕絪 de Europa -inclusive de sus productores textiles- convendr錕?adoptar una actitud de mayor disponibilidad.

Otra cuesti錕絥 importante es la de las tareas inacabadas. Esto se refiere en particular al sector de los servicios. Desde la finalizaci錕絥 de la Ronda Uruguay se han concertado otros dos acuerdos, aunque el alcance del principal de ellos, el relativo a los servicios financieros, a錕絥 no se ha definido 錕絥tegramente. Los progresos en este sector, y la conclusi錕絥 de la negociaci錕絥 sobre las telecomunicaciones, que reviste una importancia inmensa, deben constituir una prioridad esencial para 1997. El logro de estos objetivos significar錕?un salto hacia adelante para el sistema de comercio, comparable en valor a varios sectores sumados de la Ronda Uruguay.

Tambi錕絥 en este caso, el compromiso y el activismo europeo ser錕絥 indispensables. Felicito a mi buen amigo Leon Brittan por el papel fundamental que ha desempe錕絘do hasta ahora para hacer avanzar estas negociaciones, y espero que sus constantes esfuerzos tengan el apoyo necesario. En estos sectores est錕絥 verdaderamente en juego nuestro futuro, y el futuro no ser錕?ben錕絭olo con quienes no perseveren.

Por 錕絣timo, la aplicaci錕絥 incluye tambi錕絥 la labor del Comit錕?de Comercio y Medio Ambiente. Creo que en Singapur los Ministros estar錕絥 en condiciones de valorar que se ha dado un buen comienzo a la labor de integrar en la OMC las preocupaciones ambientales en el an錕絣isis de las pol錕絫icas comerciales, y que el comercio y el sistema comercial pueden hacer una importante contribuci錕絥 al fomento del desarrollo sostenible. Quiz錕?los resultados de Singapur no sean tan amplios como algunos de ustedes hubieran deseado, pero espero que la Uni錕絥 Europea desempe錕絘r錕?un papel orientador y constructivo en la consolidaci錕絥 de los progresos que hemos alcanzado como base para la labor posterior a la Conferencia de Singapur.

Perm錕絫anme referirme ahora a la tercera parte esencial del mensaje de Singapur: el mensaje de dinamismo y oportunidad que enviaremos por medio del Programa de Trabajo de la OMC.

La parte m錕絪 importante, con mucho, del Programa de Trabajo ya se ha acordado en el “programa impl錕絚ito”, que incluye los compromisos ya contra錕絛os y las negociaciones ya previstas. En lo que respecta al Programa de Trabajo, nuestra tarea en Singapur no ser錕? en realidad ambiciosa ni dif錕絚il, ya que consiste sobre todo en acordar los medios de aplicar los compromisos del programa impl錕絚ito. Si no podemos hacer ni siquiera eso, corremos el riesgo de que el sistema multilateral quede retrasado ante el avance de la econom錕絘 mundial y de los acuerdos bilaterales y regionales que ya est錕絥 dando respuesta a sus retos. Es dif錕絚il aceptar que lo que resulta posible en los foros regionales (por ejemplo, el examen de las cuestiones relativas a las inversiones) no sea posible en el sistema multilateral.

Deseo referirme brevemente a las cinco cuestiones en las que las propuestas que se han formulado no se incluyen actualmente en el marco de ninguno de los 錕絩ganos existentes de la OMC. Sobre estas cuestiones estoy llevando a cabo personalmente consultas informales. Antes de Singapur, tenemos que llegar tan cerca como sea posible a un consenso, y esto significa utilizar todo eventual terreno de inter錕絪 com錕絥.

En primer lugar, las inversiones. Existen aproximadamente 1.160 acuerdos bilaterales sobre inversiones, 31 instrumentos regionales y ocho acuerdos comerciales regionales que incluyen disposiciones en materia de inversi錕絥. Si los actuales Miembros de la OMC se vincularan unos a otros mediante tratados bilaterales, se necesitar錕絘n alrededor de 7.500 tratados.

En 錕絧ocas recientes, las inversiones extranjeras directas han aumentado con mucha mayor rapidez que el comercio. Por otra parte, se estima que las ventas de las afiliadas extranjeras de empresas multinacionales han superado el valor del comercio mundial de bienes y servicios (este 錕絣timo valor ascendi錕?en 1995 a 6.100 millardos de d錕絣ares). Cualquiera sea su nivel de desarrollo, todos los pa錕絪es tienen inter錕絪 en el fomento de un clima estable y atractivo para las inversiones. El sistema multilateral, con su amplia composici錕絥 y sus normas y procedimientos bien establecidos, puede aportar una contribuci錕絥 al mejoramiento de este clima, lo que es tan importante como su est錕絤ulo al comercio.

Sin embargo, no es ning錕絥 secreto que la propuesta de iniciar la labor sobre las inversiones en la OMC no es universalmente aceptada. Algunos pa錕絪es se oponen a toda sugerencia de negociaci錕絥, mientras que otros cuestionan incluso el establecimiento de un grupo de trabajo de la OMC para estudiar la cuesti錕絥. Estos pa錕絪es se錕絘lan que la UNCTAD ha recibido el mandato de examinar las cuestiones relativas al comercio y las inversiones. Es evidente que sus preocupaciones se deben tener en cuenta. No obstante, al mismo tiempo, la OCDE se sigue ocupando de sus negociaciones sobre un acuerdo multilateral sobre inversiones, en las que algunos de los pa錕絪es en desarrollo m錕絪 adelantados se interesan.

A mi juicio, el peligro es que, si en Singapur no se adopta una direcci錕絥 clara, el sistema multilateral pueda quedar relegado a un papel secundario, mientras se establecen algunas de las futuras orientaciones de m錕絰ima importancia para la econom錕絘 mundial. El riesgo de que se cree una confusi錕絥 de normas y jurisdicciones en pugna ser錕絘 grave, como lo ser錕絘 la situaci錕絥 de los pa錕絪es m錕絪 pobres que actualmente no reciben pr錕絚ticamente ninguna inversi錕絥 extranjera directa y que esperan que el sistema multilateral contribuya a uniformar las reglas de juego.

Tengo la impresi錕絥 de que en materia de competencia y de contrataci錕絥 p錕絙lica a錕絥 existen muchas dificultades importantes.

En lo que respecta a la propuesta relativa a las normas de la OMC, resulta necesaria una explicaci錕絥; a錕絥 no est錕?claro si lo que se desea es un debate de alto contenido pol錕絫ico o bien un debate que se centre en unas pocas normas espec錕絝icas.

Por 錕絣timo, llegamos al tema m錕絪 espinoso, el de las normas laborales. Quiz錕?voy a sorprenderles con mis palabras, pero considero que hay progresos reales hacia un entendimiento en esta esfera, si se compara la situaci錕絥 con la que ten錕絘mos hace unos pocos meses. Concretamente, veo que est錕絥 apareciendo cuatro terrenos de inter錕絪 com錕絥:

-    el respeto de las normas de trabajo fundamentales ha sido acordado por todos los Miembros en la Declaraci錕絥 Universal de Derechos Humanos;

-    todas las delegaciones han reconocido la funci錕絥 primordial de la OIT en las cuestiones laborales internacionales;

-    no se ha cuestionado la ventaja competitiva de los pa錕絪es de salarios bajos; y

-    nadie se ha opuesto a las declaraciones formuladas por los principales patrocinadores de la cuesti錕絥, en el sentido de que no se prev錕絥 sanciones comerciales.

No obstante, estar錕絘 eludiendo mi responsabilidad si dijera que ser錕?f錕絚il llegar a un acuerdo, aunque fuera sobre una declaraci錕絥 basada en estos cuatro puntos. Algunas delegaciones alegan que toda referencia a estos principios podr錕絘 ser utilizada por otros como una justificaci錕絥 para la adopci錕絥 de medidas unilaterales. Otras preguntan por qu錕? si no se prev錕絥 sanciones comerciales y no se cuestiona la ventaja competitiva, debemos traer esa cuesti錕絥 a una organizaci錕絥 que se ocupa de los problemas comerciales sobre una base contractual. Debo decirles adem錕絪 que un n錕絤ero considerable de delegaciones se opone en錕絩gicamente a todo seguimiento de la cuesti錕絥 en la OMC.

Para decirlo brevemente, sigue habiendo un problema de claridad, que quienes desean que esta cuesti錕絥 se examine en la OMC no pueden permitirse desconocer. Numerosos Miembros de la OMC siguen teniendo grandes recelos de que la preocupaci錕絥 no consista tanto en limitar los abusos laborales como en limitar la competencia de las importaciones a bajos precios.

Debo se錕絘lar a la atenci錕絥 de ustedes la gran importancia de actuar de manera tal que demuestre sin lugar a dudas que al plantear esta cuesti錕絥 no se persigue b錕絪icamente ning錕絥 otro objetivo que no sea el de mejorar las normas de trabajo fundamentales y la situaci錕絥 de los ni錕給s y otros sectores vulnerables de la poblaci錕絥 activa.

Esto exigir錕? un esfuerzo positivo y de gran alcance para mejorar la situaci錕絥 de los ni錕給s y otros sectores vulnerables de la poblaci錕絥 activa, en particular la apertura de oportunidades por medio de la educaci錕絥. Evidentemente, un programa de este tipo debe comenzar utilizando al m錕絰imo posible las instituciones y los programas ya existentes y que ya se ocupan de estas cuestiones. Por supuesto, la OIT ocupa el primer lugar en este terreno. Mediante programas tales como su Programa Internacional para la Erradicaci錕絥 del Trabajo Infantil, la OIT brinda instrumentos que permiten ofrecer incentivos y asistencia para abordar problemas espec錕絝icos. Estoy seguro de que a錕絥 no hemos alcanzado el l錕絤ite de estas posibilidades, ni de lo que puede hacerse por conducto de otras organizaciones, tales como el Banco Mundial y el UNICEF, y mediante esfuerzos bilaterales.

S錕絣o puede haber una raz錕絥 para plantear esta cuesti錕絥, esto es, la preocupaci錕絥 por los seres humanos involucrados en ella. Por lo tanto, s錕絣o un enfoque que se base de manera inequ錕絭oca en esta preocupaci錕絥 y que realce las maneras positivas de abordarla puede aspirar a obtener un amplio apoyo. No es probable que la mera insistencia en que se discuta la cuesti錕絥 de las normas de trabajo fundamentales en la OMC pueda colmar la brecha, y si esta brecha no se cubre corremos el riesgo de que se abran otras.

El reto ante el que se encuentran quienes proponen el tratamiento de estas cuestiones en el marco de la OMC consiste en convencer a sus copart錕絚ipes de que b錕絪icamente todos defendemos lo mismo, es decir, que estamos junto a los ni錕給s y a las personas vulnerables. Si no lo consiguen, las consecuencias representar錕絥 un tremendo fracaso, cualquiera sea su resultado espec錕絝ico.

Por 錕絣timo, perm錕絫anme decir algunas palabras acerca de las perspectivas de una mayor liberalizaci錕絥 del comercio. Este tema incluye al menos cuatro puntos concretos.

-    El primero de ellos, que se basa en la Declaraci錕絥 de Marrakech, consiste en ampliar las posibilidades de acceso a los mercados para los pa錕絪es menos adelantados. Desde la Cumbre del Grupo de los Siete celebrada en Lyon he tratado de fomentar el objetivo de un r錕絞imen integral de derechos nulos consolidados para los productos de los pa錕絪es menos adelantados, as錕?como la eliminaci錕絥 de los contingentes de importaci錕絥 aplicados a esos productos;

-    el segundo punto es la iniciativa sobre la tecnolog錕絘 de la informaci錕絥 y esferas conexas;

-    el tercer punto se refiere al estudio de una pronta preparaci錕絥 de las negociaciones sobre la agricultura y los servicios, respecto de las que ya estamos comprometidos;

-    y finalmente, pero no por ello menos importante, cabe mencionar la cuesti錕絥 de a錕絘dir a estas futuras negociaciones un mayor esfuerzo de liberalizaci錕絥 respecto de los productos industriales.

Para terminar, desear錕絘 a錕絘dir que, adem錕絪 de crear nuevas oportunidades de acceso a los mercados, debemos ayudar a los pa錕絪es menos adelantados a mejorar su capacidad humana e institucional para que puedan aprovechar esas oportunidades. El mejoramiento de la eficacia y la coordinaci錕絥 de la asistencia t錕絚nica es una prioridad que, seg錕絥 espero, los Ministros apoyar錕絥 categ錕絩icamente. Estoy haciendo todo lo que me es posible para aumentar la repercusi錕絥 de nuestros programas, en cooperaci錕絥 con otros organismos y explorando la utilizaci錕絥 de nuevas tecnolog錕絘s, pero existen l錕絤ites en materia de recursos y es dif錕絚il aceptar que tenemos que depender 錕絥icamente de la generosidad de un n錕絤ero muy escaso de donantes.

Espero haber aportado algunos elementos para estimular estas deliberaciones. Nunca se insistir錕? demasiado en la importancia de que Europa adopte una posici錕絥 clara en favor de la obtenci錕絥 de resultados s錕絣idos, equilibrados y previsores en la Conferencia de Singapur, y de que la adopte pronto. La complejidad y la importancia de las cuestiones a las que me he referido disipan toda duda: debemos emplear las semanas que restan hasta el 9 de diciembre para lograr un consenso lo m錕絪 amplio posible. No deben ustedes esperar que les sea posible plantear y resolver cuestiones pol錕絫icas fundamentales en la Conferencia, teniendo en cuenta todas las presiones que estar錕絥 all錕?en juego.

El hecho de que la Conferencia de Singapur no suponga el tipo de importantes compromisos que se plantean al final de una negociaci錕絥 no facilita nuestra tarea. Al no existir ese ambiente de negociaci錕絥, no resulta f錕絚il concretar los elementos de concesiones mutuas de todas las partes, que permiten llegar a acuerdos. Se trata m錕絪 bien de posiciones pol錕絫icas y de cuestiones de atm錕絪fera y de impresiones. En tal situaci錕絥, en la que el camino hacia un consenso final puede resultar menos claro, es a錕絥 m錕絪 importante no insistir excesivamente en las posiciones particulares”.