PROCESO DE SELECCI覰 DEL DIRECTOR GENERAL DE LA OMC EN 2005: CANDIDATO
Declaraci髇 de Luiz Felipe de Seixas Corr阛
Consejo General de la OMC
Ginebra, 26 de enero de 2005
Se駉r Presidente,
Se駉r Director General,
distinguidos colegas:
Tras haber sido designado por el Gobierno del Brasil como candidato
para ocupar el puesto de Director General de la Organizaci髇 Mundial
del Comercio, quiero expresar ante todo mi respeto y mi admiraci髇 por
esta Organizaci髇 y agradecerles la oportunidad de compartir con
ustedes algunas de mis ideas y opiniones sobre la Organizaci髇 en
general y en particular sobre la funci髇 de su Director General.
Quiero afirmar en primer lugar mi fe en el sistema multilateral de
comercio y mi confianza en nuestra capacidad de hacer que funcione
para todos los pa韘es, cualquiera sea su nivel de desarrollo. Creo en
la transparencia, el di醠ogo y la plena participaci髇 en la adopci髇
de decisiones, y creo tambi閚 que pueden lograrse en esta
Organizaci髇.
La OMC es 鷑ica porque constituye b醩icamente un foro de negociaci髇
dotado de un mecanismo de soluci髇 de diferencias, en la que se trata
de lograr un equilibrio en los beneficios que obtienen los
participantes al nivel m醩 alto posible para todos. El objetivo que
perseguimos es un sistema multilateral fuerte, justo, equitativo y
basado en normas que funcione para todos. La Organizaci髇 es dirigida
por sus Miembros y se basa en el consenso, y as?debe continuar. Al
igual que todas las organizaciones intergubernamentales, es una
instituci髇 pol韙ica en que los procesos son tan importantes como los
resultados.
La funci髇 del Director General es crucial, tanto en su car醕ter de
administrador de la Secretar韆 como de depositario del mandato en cuya
virtud se cre?hace 10 a駉s esta instituci髇. El Director General debe
sin duda alguna dirigir el proceso de negociaci髇 y ayudar a los
Miembros a lograr soluciones de avenencia y a convertir los objetivos
compartidos en acuerdos concretos. Debe alentar a los Miembros a
avanzar mediante la persuasi髇 y debe sugerirles nuevas formas de
actuar. Debe ser considerado un intermediario honesto entre los
encargados de adoptar las decisiones y debe ser capaz de determinar
cu醠es son los intereses colectivos de la Organizaci髇. Es fundamental
que se gane la confianza de los Estados Miembros y que no pierda en
ning鷑 momento esa confianza.
Sobre la base de estas premisas fundamentales, quiero hacerles una
pregunta que se me ha planteado muchas veces en estas 鷏timas semanas:
縬u?puede aportar una candidatura brasile馻 al puesto m醩 alto de la
OMC?
Para responder a esta pregunta, perm韙anme que les hable de m?y de mi
pa韘. Creo que no es posible disociar a un candidato de las
perspectivas de su experiencia personal y de sus circunstancias
nacionales. La OMC no es una empresa multinacional a la b鷖queda de un
director ejecutivo. Es en cambio una organizaci髇 internacional e
intergubernamental que debe elegir un Director General originario de
uno de sus Estados Miembros y designado por ese Estado. En mi calidad
de funcionario de asuntos exteriores del Brasil he prestado servicios
en muchas funciones y en muchas circunstancias diferentes.
Recientemente, en mi calidad de Ministro de Relaciones Exteriores
Adjunto, fui miembro del grupo brasile駉 que negoci?el mandato de
Doha. Como representante del Brasil ante la OMC desde 2002, he
participado en el proceso de Ginebra, con frecuencia tergiversado y
criticado injustamente. Es para m?motivo de orgullo sostener las
posiciones defendidas por el Brasil en esas negociaciones y el papel
que hemos desempe馻do, con algunos de nuestros principales asociados,
para hacer que el G-20 se ocupe de la cuesti髇 central para el
desarrollo en esta Ronda, la agricultura.
El Brasil es un Miembro fundador del GATT y tiene un historial de
participaci髇 activa y constructiva en las negociaciones globales.
Como interlocutor comercial mundial de mediano tama駉 con una
diversidad de interlocutores en todo el mundo, hemos adquirido una
gran sensibilidad en lo que respecta a las diferentes condiciones y
problemas relacionados con el comercio de productos b醩icos, productos
no agr韈olas y servicios. Estamos comprometidos con el establecimiento
de un sistema multilateral vigoroso y justo, y confiamos en 閘. Nos
toc?desempe馻r un papel importante en el lanzamiento de la Ronda de
Doha y en la adopci髇 de la Declaraci髇 relativa al Acuerdo sobre los
ADPIC y la Salud P鷅lica, que, en cierta medida, hicieron posible la
Ronda. A partir de Doha, el Brasil ha procurado lograr el consenso
mediante la interacci髇 intensiva con los diferentes participantes en
la OMC. No tengo duda de que hemos contribuido positivamente a
preservar la integridad del mandato convenido por todos en Doha, al
tiempo que hemos puesto de relieve y hemos promovido los intereses
comunes de los pa韘es en desarrollo.
Si soy elegido ser? por supuesto, el Director General de todos los
Miembros y representar?la voluntad colectiva de todos. Observar?una
neutralidad estricta en lo que respecta a las posiciones nacionales,
pero conf韔 en que todos sabr醤 cu醠es son mis principios: los valores
democr醫icos que sostiene mi pa韘, su compromiso con el
multilateralismo y su contribuci髇 al fortalecimiento del sistema de
la OMC. La democracia es aqu?un concepto fundamental. Es un elemento
crucial de las pol韙icas nacionales y exteriores del Presidente Lula,
cuyo objetivo central es promover la erradicaci髇 de la pobreza
mediante el desarrollo econ髆ico y social sostenido. No podemos
olvidar que m醩 de dos tercios de los Miembros de la OMC hacen frente
a condiciones de pobreza cr髇ica.
Si bien la OMC ha podido mantener su pertinencia tras su primera
d閏ada de existencia, no cabe dar por hecho que esa preeminencia
continuar?en el futuro. Para seguir siendo el elemento central de
cohesi髇 del sistema mundial de comercio, la Organizaci髇 debe hacer
frente al peligro de la fragmentaci髇 mediante una estructura
normativa central capaz de armonizar de forma efectiva el n鷐ero cada
vez mayor de acuerdos comerciales que se formalizan en todo el mundo.
Debe tambi閚 reforzar su coordinaci髇 con las dem醩 instituciones
importantes con miras a aumentar la coherencia que es hoy d韆 tan
necesaria en el entorno macroecon髆ico en continua evoluci髇. Las
normas existentes tienen muchas deficiencias y hay muchas cuestiones
a鷑 sin resolver que con frecuencia repercuten negativamente en el
comercio internacional. La OMC tiene que hacer frente a esos desaf韔s,
mejorando al mismo tiempo sus normas y procedimientos de trabajo.
Ahora bien, es preciso actuar con cautela cuando se trata de la as?
llamada reforma de la OMC. Estamos entrando con confianza en un a駉
crucial para las negociaciones de Doha. Hemos sentado las bases para
el logro de los progresos sustantivos que todos esperamos alcanzar en
la Conferencia Ministerial de Hong Kong. Debemos concentrarnos ahora
en los principios fundamentales y evitar lo que nos aparte de ellos.
El futuro de la OMC y del propio sistema multilateral de comercio est?
inextricablemente ligado a los resultados de esta Ronda de
negociaciones globales. A medida que avanzamos hacia la conclusi髇
oportuna y exitosa de esta Ronda, debemos permanecer fieles a nuestro
mandato y expresar sus m鷏tiples componentes de forma equilibrada. No
debemos perder de vista nuestra aspiraci髇 colectiva para que esta sea
una Ronda consagrada al desarrollo.
La forma de lograr esto es muy clara: debemos incorporar la dimensi髇
de desarrollo en la Organizaci髇 en provecho de todos los pa韘es en
desarrollo. Debemos velar por que las negociaciones den por resultado
disposiciones espec韋icas para los PMA y las econom韆s peque馻s y
vulnerables, tendientes a salvaguardar y mejorar sus estructuras
nacionales de desarrollo. Debemos considerar la adopci髇 de medidas
que fomenten la diversificaci髇 de sus bases productivas y de
exportaci髇, as?como un acceso m醩 amplio, libre de derechos y de
contingentes, para sus productos. En lo que respecta al trato especial
y diferenciado, debemos establecer procedimientos de aplicaci髇
precisos capaces de a馻dir valor a las pol韙icas espec韋icas
orientadas al desarrollo.
El pr髕imo Director General de la OMC debe estar en condiciones de
ayudar a los Estados Miembros a hacer frente a estos problemas. En su
calidad de Presidente del Comit?de Negociaciones Comerciales, el
Director General, juntamente con el Presidente del Consejo General,
debe asegurar que las negociaciones y los trabajos t閏nicos avancen a
un ritmo que permita la plena participaci髇 de todas las delegaciones,
grandes, medianas o peque馻s. Nadie debe quedar a la zaga. Tenemos que
aprender de las experiencias pasadas para no llegar a Hong Kong, como
ocurri?en Canc鷑, con niveles de preparaci髇 marcadamente diferentes.
No cabe pretender que el Director General de la OMC lleve adelante por
s?solo el proceso de negociaci髇, como si tuviese un monopolio de la
sabidur韆 o la capacidad de incorporar todos los denominados valores
sist閙icos. Pero puede y debe contribuir a encontrar soluciones a los
problemas concretos, con la asistencia de la Secretar韆. Debe ser
plenamente consciente del hecho de que no es posible lograr la
eficacia mediante una participaci髇 disminuida o meramente formal de
los Estados Miembros. No puede predecir sus posiciones y mucho menos
dejarlas de lado. Pero s?puede escucharlos, prestarles ayuda e
incluir sus reclamaciones leg韙imas en su programa de trabajo.
S髄o la plena participaci髇 permitir?alcanzar soluciones
consensuadas, equitativas, efectivas y durables. El surgimiento del G
20, junto con otros grupos como el G-33, el G-90 y el G-10, ha puesto
de relieve que ha pasado la 閜oca de los pactos negociados entre las
principales potencias y transmitidos despu閟 al resto de los Miembros
para que hagan ajustes de menor envergadura. Estoy convencido de que
la norma del consenso puede funcionar y conducir a acuerdos plenamente
operacionales, capaces de superar airosamente la prueba de la
aplicaci髇. Ese consenso debe lograrse mediante procedimientos
inclusivos y transparentes.
A fin de conservar su car醕ter 鷑ico y su legitimidad como principal
foro mundial de negociaci髇, considero fundamental que la OMC siga
siendo una Organizaci髇 dirigida por sus Miembros. Todo intento de
diluir este aspecto fundamental de nuestra Organizaci髇 atenta contra
los derechos e intereses de todos los Miembros. No ser韆 apropiado y
ser韆 especialmente perjudicial para los pa韘es en desarrollo recurrir
en la OMC a modelos de adopci髇 de decisiones como los utilizados en
el Banco Mundial y en el FMI, que son organizaciones con
caracter韘ticas diferentes.
En el mismo orden de cosas, creo firmemente que el pr髕imo Director
General de la OMC debe provenir de un pa韘 en desarrollo. En efecto,
los pa韘es en desarrollo constituyen la mayor韆 de los Miembros de la
OMC; estamos negociando el Programa de Doha para el Desarrollo; y la
convergencia entre los programas de comercio y de desarrollo es
esencial para que la OMC mantenga su cometido fundamental en el
sistema internacional del siglo XXI. Es dif韈il aceptar adem醩, que
los pa韘es desarrollados, que ya controlan las instituciones de
Bretton Woods, est閚 tambi閚 al tim髇 de la OMC.
En julio de 2004 logramos preservar la integridad y el nivel de
ambici髇 del mandato de Doha, que hab韆 resultado amenazado en el
proceso de Canc鷑 por la persistencia de pr醕ticas de negociaci髇
obsoletas. Hemos dejado atr醩 esa fase y debemos cuidar ahora de no
retroceder. Para dar 韒petu a un proceso de liberalizaci髇 del
comercio sobre una base equitativa -que es precisamente lo que
habremos de hacer en esta Ronda- se necesitar?un firme liderazgo
pol韙ico. Estoy dispuesto y preparado para asegurar ese liderazgo
mediante la persuasi髇. No puedo concebir el futuro de la OMC en una
din醡ica de enfrentamiento y lo veo en cambio como un proceso de
aproximaci髇, de convergencia y de conciliaci髇. Creo en el pluralismo
y en las transacciones justas y equitativas, que considero que
constituyen las bases del consenso. Aprovechemos la oportunidad que
nos brindan las pr髕imas elecciones para consolidar nuestra unidad de
prop髎ito y para fortalecer esta Organizaci髇 cumpliendo las promesas
del Programa de Doha para el Desarrollo.
Muchas gracias.