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CONFERENCIA
MINISTERIAL DE LA OMC, GINEBRA, 1998: NACIONES UNIDAS
Declaraci髇
del Sr. Rubens Ricupero,
Secretario
General de la UNCTAD, en nombre del Sr. Kofi Annan,
Secretario
General de las Naciones Unidas
(en
calidad de observador)
Me dirijo a ustedes en nombre del Sr. Kofi Annan, Secretario General de las Naciones Unidas.
Considero muy oportuno que las Naciones Unidas tomen la palabra en esta Conferencia del Cincuentenario del GATT. Porque las Naciones Unidas no son 鷑icamente uno de tantos observadores, sino la principal fuente de legitimidad en el sistema internacional y la piedra angular del sistema de organizaciones internacionales.
Adem醩, debe recordarse que las Naciones Unidas fueron el marco pol韙ico y jur韉ico en que tuvo lugar el acontecimiento que hoy conmemoramos. El GATT fue un Acuerdo redactado y negociado en un Comit?de las Naciones Unidas. Y se suscribi?como anexo a la Carta de una Organizaci髇 Internacional de Comercio (OIC) aprobada en la Conferencia de La Habana en 1947. Para ser exactos, esa Conferencia se denomin?Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Empleo. Aun cuando la OIC nunca lleg?a existir, merece la pena recordar que fueron las Naciones Unidas quienes organizaron la Conferencia de La Habana, facilitaron recursos para su preparaci髇 y cedieron m醩 tarde el personal que pas?a constituir la primera Secretar韆 del GATT. Con el tiempo, el GATT se convirti?en la piedra angular sobre la que se construy?el sistema multilateral de comercio.
En la Conferencia de La Habana, los pa韘es de Am閞ica Latina articularon por primera vez la conexi髇 entre comercio y desarrollo. M醩 tarde, la independencia de los pa韘es en desarrollo de 羏rica y Asia dio nuevo impulso a una iniciativa mundial para crear un sistema de comercio internacional compatible con la promoci髇 del desarrollo econ髆ico y social. En 1964 se estableci?la UNCTAD, con el mandato de tratar de conseguir ese objetivo.
Como sucesor l骻ico del GATT, la OMC representa un orden nuevo en el comercio multilateral. En efecto, refuerza las disciplinas del comercio multilateral y las extiende a nuevos sectores. Y permite un acceso mejorado y m醩 seguro a los mercados, que es requisito previo para aplicar con 閤ito estrategias de desarrollo orientadas a la exportaci髇. En cambio, limita m醩 estrictamente las posibles opciones de pol韙ica con que cuentan los pa韘es en desarrollo para aplicar esas estrategias.
Los pa韘es en desarrollo tratan ya de participar efectivamente en ese sistema, lo que exige capacidad para aprovechar las oportunidades exportadoras, cumplir sus obligaciones para poder defender los derechos adquiridos, formular pol韙icas comerciales orientadas al desarrollo y tratar de alcanzar esos objetivos de pol韙ica en el curso de las negociaciones comerciales. Establecer lo que en la UNCTAD denominamos un programa comercial positivo es un requisito previo para que los pa韘es en desarrollo puedan participar en negociaciones futuras en condiciones de mayor igualdad y defender sus intereses.
Como se puso de manifiesto en su primera Conferencia Ministerial, la OMC se ha convertido en un marco de negociaciones multilaterales continuas. Muchos pa韘es participan simult醤eamente en negociaciones comerciales a nivel regional y subregional. As?pues, una tarea esencial es aumentar la capacidad de los pa韘es en desarrollo para defender sus intereses eficazmente en las negociaciones comerciales y establecer la universalidad de la OMC.
Todos coincidimos en que es preciso que el proceso de liberalizaci髇 del comercio mantenga su impulso. Pero se debe prestar atenci髇 prioritaria a los obst醕ulos al comercio cuyo objetivo son las exportaciones de bienes y servicios de los pa韘es en desarrollo. Se deben reducir las crestas arancelarias y someter a mayor disciplina las denominadas sanciones comerciales. Asimismo, se debe facilitar el acceso al movimiento temporal de las personas naturales.
El concepto de trato especial y diferenciado a favor de los pa韘es en desarrollo debe adaptarse para que su objetivo consista en mejorar la capacidad de esos pa韘es para competir en un mundo globalizado. La integraci髇 subregional de los pa韘es en desarrollo proporciona a 閟tos un nivel de capacitaci髇 para competir en el mercado mundial, lo que facilita su participaci髇 en las negociaciones comerciales.
Mientras tanto, debe continuar la b鷖queda de una mayor coherencia entre los sistemas comercial y financiero. Como ha puesto de manifiesto la actual crisis asi醫ica, el sistema de comercio sufre las consecuencias de la adaptaci髇 a las insuficiencias del sistema financiero. En esta Conferencia, la comunidad comercial internacional tiene ocasi髇 de mostrar su solidaridad en el 醡bito comercial para ayudar a los pa韘es asi醫icos a remediar su situaci髇.
En la presente ocasi髇, son indispensables unas palabras de cautela sobre la ampliaci髇 de las fronteras del sistema comercial a nuevos sectores. La utilizaci髇 de las normas comerciales como mecanismo para imponer disciplinas en sectores no comerciales crear韆 fuertes tensiones en el sistema. Es preciso considerar a la OMC como asociado en la labor internacional de conjunto -llevada a cabo por las Naciones Unidas y sus diversos organismos- destinada a promover el desarrollo sostenible y los derechos humanos y alcanzar las metas establecidas en la Carta de las Naciones Unidas.
Todos nos movemos en la r醦ida corriente de la globalizaci髇. Pero ello no significa que debamos dejarnos arrastrar sin rumbo por las aguas. La OMC, al igual que las dem醩 organizaciones internacionales, ha de enfrentarse a los desaf韔s de la globalizaci髇, y en particular evitar la marginaci髇 de los miembros m醩 d閎iles de la comunidad internacional.
Como el Sr. Annan subray?en su mensaje al G-8, reunido el pasado fin de semana, y ha reiterado el Sr. Renato Ruggiero, Director General de la OMC, se deben suprimir inmediatamente los obst醕ulos al comercio con que se enfrentan los pa韘es menos adelantados. Adem醩, esos pa韘es deben obtener apoyo internacional que refuerce su competitividad y su capacidad para atraer inversiones. Para todos nosotros, es una empresa moral y pr醕tica de primer orden desarrollar su capacidad para competir eficazmente y en igualdad de condiciones. La UNCTAD, en cooperaci髇 con la OMC y otros organismos, est?plenamente comprometida con esa tarea.
Volviendo a la Conferencia de La Habana debemos recordar que en ella se establecieron dos grandes metas: el comercio y el empleo. En aquellos tiempos, los estadistas y economistas cre韆n a鷑 en la posibilidad del pleno empleo. Hoy d韆, en la pr醕tica casi se ha renunciado a esa meta. S髄o en los pa韘es de la OCDE existen 35 millones de personas sin empleo. En el mundo en desarrollo, su n鷐ero se cuenta por cientos de millones. La desigualdad entre las naciones y dentro de ellas no se ha reducido.
Sin duda, el comercio no tiene la culpa de que el siglo XX no haya resuelto ese acuciante problema. Pero, en un momento de liberalizaci髇 del comercio mundial, la existencia de desempleo masivo, inseguridad laboral y profundas desigualdades sin duda tiene algo que ver con el malestar -a veces, reacci髇 adversa- que la liberalizaci髇 del comercio y de las inversiones suscita en diversas regiones. Esas preocupaciones se han manifestado en marcos tan distintos como el debate sobre la "v韆 r醦ida" celebrado en el Congreso de los Estados Unidos, las negociaciones de la OCDE sobre un acuerdo plurilateral de inversi髇, y las protestas y manifestaciones de los 鷏timos d韆s aqu? en Ginebra.
Nadie debe dejarse enga馻r por la atm髎fera festiva de estas celebraciones. En el exterior existe angustia y miedo, inseguridad por el empleo y lo que Thoreau describi?como una "vida de tranquila desesperaci髇". Eso forma parte de la realidad en la misma medida que los extraordinarios logros de la liberalizaci髇 mundial. El sistema de las Naciones Unidas, la OMC y las instituciones de Bretton Woods tienen el sagrado deber de aportar razones para creer en el futuro y devolver a la poblaci髇 motivos fundados de esperanza.
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