PROCESO DE SELECCI覰 DEL DIRECTOR GENERAL DE LA OMC EN 2005: CANDIDATO
Declaraci髇 de Carlos P閞ez del Castillo
Consejo General de la OMC
Ginebra, 26 de enero de 2005
Sr. Presidente del Consejo General, distinguidos delegados,
Quisiera comenzar esta intervenci髇 expresando mi m醩 sincero
sentimiento de solidaridad hacia todos los gobiernos y pueblos
afectados por la reciente tragedia del tsunami en el oc閍no 蚽dico. La
magnitud de la p閞dida de vidas, los cuantiosos da駉s materiales y
fundamentalmente la enorme carga de sufrimiento y desamparo a las que
se ven sometidas millones de personas en esa vasta regi髇, representan
un nuevo desaf韔 para la cooperaci髇 internacional.
En este sentido, comparto lo expresado por el Director General de que
tambi閚 la OMC debe realizar su aporte a trav閟 de acciones
comerciales al generoso esfuerzo que la comunidad internacional est?
desplegando ante esta tragedia.
Estimados amigos y colegas: quiero expresar mi satisfacci髇 por
encontrarme nuevamente en esta casa y tener la posibilidad de
compartir con el Consejo General mi visi髇 sobre los desaf韔s que
enfrenta el sistema multilateral de comercio y las razones que me han
impulsado a ser candidato a la Direcci髇 General de la OMC.
La primera raz髇 de mi candidatura es que creo firmemente en el rol
insustituible que tiene esta instituci髇 para promover el crecimiento,
el desarrollo y el bienestar de la humanidad. La segunda es que
pienso, con humildad -pero tambi閚 con una enorme convicci髇-, que mi
formaci髇, mi experiencia y mi vocaci髇 de servicio me permitir醤
realizar una contribuci髇 positiva a esta gran tarea que es construir
un sistema multilateral de comercio m醩 justo y equitativo.
A mi juicio, en los pr髕imos a駉s la organizaci髇 se ver?enfrentada a
una serie de importantes y urgentes desaf韔s:
El primero ser?el de reafirmar y garantizar el papel central
del multilateralismo en el comercio internacional. Esto requiere hacer
frente a la creciente fragmentaci髇 y desarticulaci髇 del sistema
multilateral de comercio (SMC), caracterizado hoy por la proliferaci髇
de Acuerdos Comerciales Preferenciales de diversa 韓dole y la
progresiva erosi髇 del trato no discriminatorio consagrado en la
Cl醬sula de la Naci髇 m醩 Favorecida, en tanto principio fundamental
de la OMC.
Esto requerir?asimismo de la incorporaci髇 a la OMC de aquellos
pa韘es que a鷑 no son miembros, de forma de garantizar su completa
universalidad.
Adem醩, deber?asegurarse que el SMC ofrecer?iguales oportunidades a
todos sus Miembros, sean 閟tos ricos o pobres, grandes o peque駉s, y
que los pa韘es menos favorecidos encontrar醤 all?oportunidades
concretas para su comercio y desarrollo.
Finalmente, ser?necesario fortalecer los mecanismos de vigilancia y
que el 觬gano de Soluci髇 de Diferencias -pieza capital de esta
instituci髇-, siga siendo un mecanismo objetivo y eficiente, que
garantice un terreno imparcial donde todos los miembros,
independientemente de su dimensi髇 y poder韔, sean capaces de defender
sus leg韙imos intereses.
Un segundo desaf韔, de igual importancia que el anterior, ser?
el de introducir y convertir en realidad la dimensi髇 del desarrollo
en todos los acuerdos, reglas y disciplinas que se negocien en la OMC.
Este organismo debe estar en condiciones de responder positivamente a
necesidades que son reales y en muchos casos impostergables, y dar
espacio para que los pa韘es en desarrollo y particularmente los menos
adelantados, puedan instrumentar sus objetivos de desarrollo en vez de
limitar su capacidad de hacerlo.
Pero las palabras no son suficientes. Darle un contenido concreto a la
dimensi髇 del desarrollo, que vaya m醩 all?del enfoque tradicional
del Trato Especial y Diferenciado, es una de las m醩 importantes
responsabilidades que tiene actualmente la OMC. El logro de este
objetivo ser?un factor fundamental para facilitar la plena
integraci髇 de los pa韘es en desarrollo en el sistema y en este
esfuerzo pondr?mi mayor empe駉.
El tercer desaf韔 es el de mejorar la imagen de la OMC ante la
opini髇 p鷅lica en general. Todos hemos percibido hasta qu?punto
predomina una visi髇 distorsionada de las actividades, los objetivos y
el rol de la OMC. A mi juicio, muchas de las cr韙icas son injustas y
no se compadecen con la realidad.
Creo que, al tiempo en que deben seguirse mejorando los m閠odos de
trabajo, asegur醤dose la transparencia y la eficacia en la toma de
decisiones, ha llegado tambi閚 la hora en que la OMC se esfuerce por
abordar estas cr韙icas y disipar las dudas e incertidumbres que hoy
existen.
El comercio, lejos de ser una amenaza para el crecimiento y perjudicar
los intereses de los pa韘es en desarrollo, puede convertirse en un
motor de crecimiento, desarrollo y bienestar para nuestras sociedades,
as?como una herramienta 鷗il para combatir la pobreza.
Este es el esfuerzo en el que todos estamos embarcados y ello
requerir?ciertamente de un renovado di醠ogo con la sociedad civil.
El cuarto desaf韔 tiene que ver con la institucionalidad de la
OMC. Los acuerdos de la Ronda Uruguay fueron un formidable paso en la
consolidaci髇 del organismo, pero debemos asegurarnos que 閟te siga
evolucionando y adapt醤dose a las realidades del comercio
internacional.
En los 鷏timos a駉s se han registrado avances importantes en materia
de transparencia e inclusividad en el proceso de negociaci髇. Debemos
seguir avanzando en esa direcci髇.
Habiendo ejercido recientemente la Presidencia de varios de los m醩
importantes 髍ganos de la OMC, incluyendo su Consejo General, tengo
una clara idea de la forma en que funciona la organizaci髇. Mi opini髇
es que la OMC no requiere de cambios radicales, aunque evidentemente
hay espacio para mejorar los procedimientos y su eficiencia. No tengo
dudas en que hay que preservar el principio del consenso en la toma de
decisiones. Tambi閚 pienso que, cuando surja la necesidad de conformar
grupos m醩 reducidos en el marco del proceso negociador, deber?
mantenerse un cierto grado de flexibilidad que permita asegurar la
participaci髇 de todos los miembros interesados, de acuerdo con los
temas que all?se discutan.
Estos son los mayores desaf韔s que aparecen en el futuro de esta
organizaci髇. Y para poder enfrentarlos, quisiera compartir con
ustedes las acciones prioritarias que vislumbro en caso de ser
seleccionado como Director General de la OMC:
La primera tarea es la culminaci髇 de la actual Ronda de negociaciones
a m醩 tardar en el a駉 2006, alcanz醤dose un paquete equilibrado de
resultados que refleje los intereses de todos los miembros y que
respete fielmente el mandato de Doha. Pero fundamentalmente,
asegurarnos que esos resultados sean dignos de ser calificados como
una Ronda del Desarrollo.
El tiempo para lograrlo es corto y eso hace imperativo que el pr髕imo
Director General posea, no solo la necesaria estatura pol韙ica
indispensable para el cargo, sino sobretodo el conocimiento sustancial
de los temas y una comprobada experiencia en las negociaciones de la
OMC como para apuntalar este objetivo desde su primer d韆 de trabajo.
En este objetivo he estado involucrado desde comienzos de esta Ronda,
primero como negociador de mi pa韘 y luego como Presidente del Consejo
General y puedo asegurarles que dedicar?mis mejores esfuerzos para
alcanzar una culminaci髇 exitosa.
Si bien la conclusi髇 de la Ronda es un objetivo importante para el
fortalecimiento y la credibilidad del sistema, contribuyendo as?a
reafirmar el rol central del multilateralismo, la tarea no deber?
detenerse all? Debemos tambi閚 forjar una visi髇 de largo plazo y
comenzar a definir, junto a todos los Miembros, una agenda sustantiva
para el futuro de la OMC.
Mi segunda tarea ser?la de dotar a la OMC de la capacidad operativa
suficiente para cumplir con su mandato, incluyendo la adecuada
instrumentaci髇 de los resultados de la Ronda en los plazos que se
convengan.
Para ello, deber?realizarse una evaluaci髇 de las capacidades
anal韙icas, de asistencia t閏nica, de capacitaci髇 y de
infraestructura con las que cuenta la Secretar韆 de la OMC, a la luz
de estas nuevas realidades.
La tercera acci髇 en la que pienso concentrarme es la de profundizar
la coherencia y la coordinaci髇 de las actividades de la OMC con la de
otros organismos internacionales. Esto implica que la valiosa
cooperaci髇 ya existente con el FMI y el Banco Mundial pase a una fase
m醩 operativa donde puedan instrumentarse acciones conjuntas que vayan
al encuentro de soluciones globales para ciertos temas sensibles que
estamos abordando.
Un ejemplo muy saludable ser韆 el de profundizar la cooperaci髇 con el
Banco Mundial en materia de asistencia para el proceso de ajuste
derivado de la instrumentaci髇 de los resultados de las negociaciones
comerciales, incluyendo el problema de la erosi髇 de las preferencias.
Tambi閚 pretendo ampliar y fortalecer la cooperaci髇 con otros
organismos internacionales como la UNCTAD, el Centro Internacional de
Comercio y la OMPI, as?como con organismos regionales vinculados con
el desarrollo, aprovechando las claras complementariedades existentes.
Estos desaf韔s y acciones que acabo de enumerar y que no pretenden ser
exhaustivos, requieren de una respuesta coordinada de parte de todos
los Miembros. Y en caso de ser seleccionado, tengo la certeza de que
contribuir?en todo lo que est?al alcance del Director General a
encontrar esas respuestas.
Durante toda mi carrera profesional he tratado con el tipo de
problemas que debe abordar el DG de la OMC. Llevo m醩 de 30 a駉s
dedicado al comercio y al desarrollo.
He participado activamente en las 鷏timas tres rondas de negociaciones
comerciales multilaterales representando los intereses de mi pa韘, y
he tenido tambi閚 el honor de presidir en los 鷏timos a駉s los 髍ganos
m醩 importantes de la OMC, incluyendo su Consejo General, al servicio
de los intereses de todos sus miembros. En suma, conozco el sistema
desde dentro.
Pero la etapa m醩 rica de mi experiencia profesional es la que ha
permitido involucrarme 韓timamente con los temas del desarrollo.
Trabaj?durante muchos a駉s en la UNCTAD, el CCI, la CEPAL y el SELA,
en contacto directo con todos y cada uno de los aspectos que conforman
esta problem醫ica.
En este per韔do recorr?m醩 de 30 pa韘es africanos, muchos de ellos de
menor desarrollo, en procura de soluciones a problemas concretos en
materia de productos b醩icos, entre ellos el algod髇, las maderas
tropicales, las carnes, los cueros y los cereales. Tambi閚 visit?los
pa韘es asi醫icos en tareas de promoci髇 comercial trabajando
directamente con el sector productivo. Y habiendo sido elegido
Secretario Permanente del SELA, viv?durante cuatro a駉s la realidad
cotidiana de todos los pa韘es latinoamericanos y del Caribe,
participando en la b鷖queda de soluciones en materia de comercio y de
finanzas en momentos muy dif韈iles para las econom韆s de la regi髇.
Pero no se trata ahora de hacer un escrutinio completo de mi vida
profesional, sino de resaltar que mi presentaci髇 como candidato no
obedece a ninguna otra raz髇 que no sea la firme convicci髇 de poseer
las credenciales suficientes y responder a los requisitos que los
miembros de la OMC a mi juicio pretender醤 de su pr髕imo Director
General.
Hay dos elementos adicionales que quisiera subrayar antes de finalizar
esta intervenci髇, que pienso son esenciales para la elecci髇 de un
futuro DG.
En la extensa participaci髇 que he tenido en el sistema multilateral,
creo que existe un car醕ter distintivo que siempre me ha acompa馻do, y
es la permanente b鷖queda de entendimientos, ayudando a identificar
convergencias y a edificar los consensos sin los cuales ning鷑 acuerdo
es posible.
Probablemente ello tenga su origen en que provengo y he representado
durante muchos a駉s los intereses de mi pa韘, el Uruguay, un pa韘
peque駉, un pa韘 en desarrollo, responsable y conciliador, que ha
hecho de la b鷖queda del consenso una raz髇 de ser. Es seguramente por
eso que a lo largo de mis actividades en la OMC, he procurado generar
el respeto y la confianza necesarios para que mis propuestas fueran
siempre vistas como un aporte constructivo e independiente, destinadas
a buscar un terreno de entendimiento entre los miembros.
Y por provenir del Uruguay se explica tambi閚 que para mi la cuesti髇
del desarrollo no responde a una visi髇 te髍ica o acad閙ica, sino
emp韗ica, forjada en el contacto diario con esa realidad que suele ser
dura y ante la cual sigo empe馻do en encontrar las mejores soluciones.
Tampoco mi compromiso con el multilateralismo deriva de una noci髇
abstracta de las relaciones internacionales, sino de la profunda
convicci髇 que este principio es la mejor garant韆 para una
convivencia arm髇ica, respetuosa y cooperativa entre los miembros que
integran la comunidad internacional y la mejor defensa de los
intereses de los pa韘es en desarrollo.
Estimados amigos: a partir de hoy se abre un proceso de selecci髇 para
determinar cual de los cuatro candidatos podr?contar con el consenso
de los miembros. Yo no encaro este proceso como una confrontaci髇
entre candidatos del Norte o del Sur. Veo este proceso como la
selecci髇 de qui閚 re鷑e los mejores atributos para conducir una
organizaci髇 basada en los principios de la cooperaci髇 y el
multilateralismo y pienso sinceramente que puedo ser ese candidato de
consenso que la OMC necesita.
Para mi el cargo de Director General no es un empleo o un mero lugar
de trabajo, es un compromiso con todos ustedes para fortalecer el SMC.
Es tambi閚 un compromiso con mi m醩 profunda aspiraci髇 de ver
cristalizado un concierto internacional de naciones m醩 justo y
equitativo, donde cada cual vea reflejados sus intereses m醩
esenciales. Un sistema que no haga del comercio un fin en si mismo,
sino un instrumento para mejorar las condiciones de vida de nuestras
sociedades.
Un sistema que promueva la estabilidad, que dirima razonablemente sus
conflictos y que atienda las necesidades de los miembros menos
favorecidos. Todo ello representar?una estimable contribuci髇 a un
mundo m醩 seguro y libre de tensiones, donde se aseguren las mejores
condiciones para el bienestar general y el respeto de los derechos y
la dignidad del hombre.